Lo que la Universidad no enseña

 
 
 
Diríase que nada era como creímos, que vivimos inmersos en un periodo de inestabilidad e incertidumbre el que la vida plantea numerosos retos a todo el mundo. El dilema es cómo aprender a resolverlos o, al menos, cómo a enfrentarnos a ellos. Es pues momento de actuar, que es la única manera de cambiar lo que no nos agrada. No hacer nada y lamentarse recreándose en las heridas es lo que lo deja todo igual. No importa el no saber a dónde hay que ir, o qué se debe hacer, porque esto ya es, por sí mismo, un punto de partida igual de válido que cualquier otro. Además, saber por saber no sirve de nada si no somos capaces de llevar la teoría al campo de la realidad. Por eso será conveniente perderle el miedo a hacer cosas, porque es mejor ser un mediocre que actúa que un perfecto que nunca ha hecho nada. 
 
Esta es la línea argumental de Íñigo García Ureta. Este autodidacta con formación internacional, profesor en Washington y gran conocedor del mundo editorial desde dentro. La tarde del próximo martes 4 de diciembre, a las 19.30 horas, viene al Salón de Actos del Edificio Hucha de la Fundación Caja Castellón para presentarnos “Lo que la universidad no enseña” con la idea de que la vida es muy corta y que las lecciones no se aprenden hasta que no se logra aplicarlas. De paso, y con el telón de fondo de la crisis, viene a enseñarnos a reírnos de nosotros mismos, algo que para el autor es la mejor manera de aprender. 
 
Para reforzar estos argumentos García Ureta nos presentará los ejemplos de relevantes figuras de todos los ámbitos, desde presidentes de los EE.UU. hasta periodistas galardonados con el Premio Pulitzer; desde actores de Hollywood o científicos que tienen un Nobel, hasta gente que ha sabido encauzar su vida de la mejor manera posible, que tuvo que enfrentarse al fracaso y debió aprender desde la infancia que debería ganárselo todo a pulso. Estas personas son ejemplos perfectos de todo aquello que la vida parece requerir y que no siempre la teoría nos enseña. Sin embargo, estas personas no son solo ejemplos de trabajo. Sus vidas tienen que ver con la experiencia vital: con saber qué busca uno, cómo lograrlo, cómo superar las dificultades y relacionarse con el mundo. Curiosamente en ningún momento ofrecen teorías. Nos brindan es algo distinto: la experiencia. Porque, con independencia de las habilidades técnicas que cada cual precise en su día a día, los retos vienen a ser los mismos y aprender a afrontarlos nos lleva toda una vida. 
 
García Ureta nos recuerda aquella cita de que vamos por la vida de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. Por eso esperamos tener con él la oportunidad de conocer algunas de las claves para aprender a enfrentarnos a la incertidumbre y la indecisión, de aprender a disfrutar el tiempo sin olvidar que un día la vida acaba… y aprender también por qué con frecuencia no hay peor tonto que el que se pasa de listo.

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