Entrevista con Eugenia Tusquets, autora de 'Tú eres mi asesina'

Por Anna Maria Iglesia @AnnaMIglesia

 

Dentro del programa de Barcelona Negra, el título de la última novela Tú eres mi asesina, la última novela de Eugenia Tusquets, rompe con las expectativas, pues como la misma autora dice se trata de dos novelas en uno. Tú eres mi asesina es una obra que juega con los géneros, donde la introspección psicológica permite a la autora dar profundidad a sus personajes y redefinir la novela negra como una novela que va más allá de los esquemas a las que, en demasiadas ocasiones, se la ha reducido.

La relación entre el espectador y el arte, la Barcelona efervescente de los años ’70, el pasado como inevitable condicionante del individuo, el deseo de libertad, la rotura de los moldes o la confrontación entre culturas, el choque entre una Barcelona post-olimpiada y un México marcado por los conflictos, son sólo algunos de los temas que Eugenia Tusquets desarrolla a lo largo de Tú eres mi asesina, confirmando que tras una etiqueta genérica hay mucho más que unos simples esquemas. Aprovechando de su participación en la Barcelona Negra, nos encontramos con Eugenia Tusquets en el bar de uno de los hoteles de la siempre transitada calle Balmes.

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En Tú eres mi asesina, el secuestro que se narra, contra todo esquema tradicional, tiene una connotación positiva, en especial para China, la protagonista de la novela.

Si, yo creo que para bien. Me interesaba explorar lo que podía suceder cuando se encuentran dos personas atrapadas en un lugar reducido, ellas dos solas durante bastante tiempo, sin posibilidad de hacer nada. Se abre entonces un abanico de posibilidades de relación entre ellas, puede ocurrir cualquier cosa que, sin embargo, siempre depende de la idiosincrasia de los dos personajes; por eso recurro a los flashbacks para reconstruir la existencia de China y de Lucio.

De allí el profundizar sobre la relación que se establece entre secuestrada y secuestrador.

Me planteé qué relación podía surgir entre ambos, y vi que podía darse el tipo de relación que al final termino narrando; no se trata de una obra con un final edulcorado, pero si es verdad que deja una puerta abierta a que puede haber sido para bien…

En tanto que novela negra, Tú eres una asesina rompe las expectativas del lector, quien no termina por culpabilizar a Lucio. Si bien éste es quien perpetúa el secuestro, la reconstrucción de su vida desde la infancia, en parte, justifica o hace comprensible el asesinato y el secuestro de los que es responsable.

En México, un país donde hay mucha pobreza y muchísima riqueza, hay diferentes tipos de delincuencia. Yo viví allí durante dos años y me di cuenta de que había dos tipos de delincuentes: los desalmados y los que habían sido empujados por la mala suerte a esa vida y no veían otra posibilidad que la de delinquir. Lucio llega a hacer barbaridades, pero la novela también le deja una puertecita abierta; evidentemente, para Lucio, lo que ha pasado durante el secuestro ha sido para bien, pero, a partir de ese momento, también pueden pasar muchas otras cosas, puede que se le abran nuevas oportunidades. Lucio era un chaval que no había visto nada más que el ambiente nefasto que le rodeaba.

China le enseña aquello que él no ha visto y le recrimina, incluso, de no haber buscado otra salida.

Lucio no veía otra salida, pero a partir del secuestro tiene más posibilidades. Quién sabe, quizá algún día me decida a escribir la continuación de la historia.

En el momento de construir la novela, ¿la protagonista fue desde el inicio una pintora? En la anterior novela, La seducción del Gin Tonic, había una pintora y El cuadro perdido de Picasso giraba entorno al misterio de un cuadro de Picasso

La pintura ha sido mi vida, desde muy joven. Ese ha sido mi mundo, en diferentes países, y lo conozco y lo puedo describir muy bien. Además, quería escribir sobre una artista, me parecía que se necesitaba una personalidad narcisista para desarrollar todo ese cúmulo de conflictos neuróticos, y en el mundo del arte es común la personalidad narcisista. En la próxima novela, la que estoy escribiendo ahora, me introduzco en el mundo del cine, que me es algo más desconocido, y me exigirá, por tanto, más investigación, pero el mundo de la pintura lo conozco tan bien…

Los dos cuadros que aparecen al final, en el apartamento de China, se constituyen como símbolo de la evolución de la protagonista; además, en tu obra pictórica, la simbología siempre ha estado presente y aquí, en la novela, parece como si la volvieras a recuperar.

Si, pensé que era lo ideal, que toda la simbología se concretara en esos dos cuadros. Me parecía interesante… que añadía algo a la novela. ¿Era necesario? No completamente, pero es un ingrediente más, y el lector que lo descubre lo aprecia, es un descubrimiento más dentro de la historia.

Da un mayor sentido al personaje de China: en su pintura se refleja su recorrido vital, sus experiencias.

Exacto. Si, en cambio, hubiera escrito sobre un personaje del mundo del cine se hubiera tenido que reflejar de otra manera. Uno en su expresión artística refleja las propias emociones.

En una entrevista de hace algunos años, afirmabas que era una lástima que los críticos de arte no fueran pintores.

Me parece una obviedad; la mayoría de las veces las críticas de arte son de personas que no han cogido un pincel en su vida, porque si lo hubiera cogido no diría muchas de las cosas que dicen. Los críticos siempre deberían ser artistas —en este caso, pintores— porque si no lo son, no pueden entender un montón de cosas, y su perspectiva es siempre muy subjetiva. Si lo piensas, un cuadro tiene  tantas interpretaciones como espectadores, y el crítico sólo es un espectador más. No se entiende, pues, que lo que él pueda decir se convierta en dogma. En cambio, alguien que ha cogido los pinceles se coloca en otra posición con respecto al cuadro; por empatía con el autor puede comprender mejor el sentido de la obra.

¿La novela se pensó desde el inicio como una novela negra? Hay la sensación de que partes de la novela, sobre todo aquella dedicada a los flashbacks, podría haber funcionado a partir de otro género.

Ayer alguien me comentaba que lo bueno y lo malo era que yo había escrito dos novelas en una. Cuando escribía era consciente de ello y pensaba: aquí hay una novela negra por un lado y otra más psicológica por otro. Estoy regalando dos novelas en una. Pero bueno… creo que todo esto la hace más rica.

A pesar de esta ambivalencia, la idea de escribir una novela negra estuvo desde el inicio, ¿no?

Vi que iba apareciendo la posibilidad de la novela negra, y entonces decidí profundizar en el personaje de Lucio y sacarle más partido. Yo soy una gran lectora de novela negra, y pensé que esa combinación me daba una oportunidad de ahondar en los personajes, de una mayor introspección en su desarrollo.

De hecho, novelas como las de Patricia Highsmith se caracterizan por una introspección en los personajes, Ripley no es un simple asesino.

Si, hay bastante psicología en este tipo de novelas, sobre todo en las de autoras. En el caso de las anglosajonas, las hay, como Patricia Highsmith, que prestan mucha atención a la parte emocional. Aunque también hay varias que siguen las fórmulas tradicionales de la novela de intriga.

En la relación de China con su amigo se establece un debate acerca del psicoanálisis, un debate que gira, sobre todo, entorno a la figura de Jung y que está teñido de una cierta ironía.

Precisamente porque me tomo este tema muy en serio, he querido desprenderlo de mí misma. Hay una cosa que me parece muy importante en el momento de publicar, y lo digo porque he estado en el otro lado, en el de la editorial, y es entender lo que busca el lector que, en definida, es lo mismo que busca el editor. Si hiciéramos una encuesta en la calle, nos daríamos cuenta que la mayoría de la gente tiene una actitud escéptica con respecto al psicoanálisis, y yo quería que China fuera una persona de la calle, que reflejara ese sentimiento. Su amigo Pascal ha estudiado Psicología, pero ella no y por eso es algo reticente.

Un tema central que recorre toda la novela es el de la mujer a partir de los ’70 hasta la actualidad. Describes a una joven de la Barcelona de los ’70 que viene de una familia de la alta burguesía, conservadora y que busca romper moldes, primero de todo al querer ser pintora.

Bueno… es lo que ocurría cuando una chica quería ser artista, independientemente de la disciplina, en una familia conservadora durante el franquismo. Es una realidad que he conocido y que quería describir, aunque China no soy yo, por supuesto. Pero conocí esa Barcelona que se estaba abriendo al mundo y los ambientes de las escuelas de arte. Yo estudié en la Massana y mi protagonista en la Llotja, pero los ambientes que describo sí son los que viví.

Es curioso como en tu novela la familia representa un obstáculo para poder dedicarse al estudio de las artes y, actualmente, casi cuarenta años más tarde, el ministro Wert aconseja a los jóvenes de estudiar lo que el mercado demanda y no seguir su vocación. Cambian los obstáculos, pero la situación parece ser la misma.

Es una pena, aunque creo que es bastante peor Wert que la familia. A la familia la puedes torear, pero a Wert… Antes, las facultades de humanidades estaban llenas, no existía esta preocupación por estudiar algo que te llevara a encontrar inmediatamente un buen trabajo; los que nos dedicábamos a las humanidades o al arte sabíamos que después cada uno tendría que ganarse la vida como pudiera, pero nos gustaba lo que estudiábamos, era lo importante. Y eso que el país era más pobre… aunque precisamente ahora estemos volviendo a esa pobreza.

Y México, ¿qué representa para ti?

México me encanta, es un país del que se puede decir cualquier cosa menos mediocre; es intenso en todo, en lo bueno y en lo malo, como por ejemplo en el tema de los secuestros, que es un problema terrible. En México hay mucha violencia… en Distrito Federal, pero también Ciudad Juárez, en Monterrey, una ciudad que, sin embargo, cuando yo vivía allí estaba bien y que ahora está fatal. Pero a pesar de sus conflictos, es un país que te atrapa cuando lo conoces en profundidad.

¿Desde el inicio se pensó en México como escenario del secuestro?

Si, porque conozco muy bien México DF y además me hacia gracia recurrir al chilango para los diálogos que lo requerían… yo sabía decir algunas cosas, pero nunca llegué a aprenderlo. Aquí tuve la suerte de encontrarme con alguien que me enseñó, porque el chilango es casi un dialecto.

Y ya para acabar, ¿cómo definiríamos la relación que establece Lucio, el secuestrador, con China?

Lucio veía que por un lado había gente como él, los quinquis, la delincuencia, y por otro lado la televisión y en el cine le mostraban una realidad de archimillonarios, de lujo; dos realidades completamente opuestas. Al contacto con China, descubre que hay además otros mundos, en este caso, el del arte, un mundo desconocido para él donde la gente se mueve por otros parámetros, donde la gente vive por y para la cultura. Él se queda sorprendido con el descubrimiento, y se le rompen todos los esquemas. 

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