Lo que pasa mientras nace el hijo de un futbolista

miguelPor MIGUEL ABOLLADO. -Me desperté con resaca, pero el día anterior había sido divertido, así que sonrío, así, casi antes de abrir los ojos.

-Bajé a la pastelería y por fin vi a la dependienta morena. Hacía tiempo que no aparecía, y se alegró de verme. Yo también. Ver el escaparate del Nunos ya es una excusa para echar una sonrisa. “Me ponga un donuts de esos de chocolate con sabor a naranja”.

-Salió el sol. Nieve, lluvia, niebla, viento, frío, durante toda la semana, y resulta que el domingo el tiempo nos da una tregua. Cuando el cielo se nubla en Madrid durante demasiado tiempo, al salir el sol los gatos salimos como zombis a callejear sin rumbo fijo.

-La cuesta de Moyano está a tope. Es una satisfacción ver que la gente no se olvida de comprar libros. Husmea, pregunta, hojea, comprueba, lee sinopsis, se sorprende. Gente sola, a la que observo detenidamente. Tengo que preguntar si aceptan mis novelas en el puesto 8, el de los libros nuevos, y me paro en el mmm… no sé qué numero es, el de la mitad, donde están los de segunda mano, pero que parecen casi nuevos. Coño, ¡el último de Trueba!, pa la buchaca.

-Pasando Tirso de Molina, oigo unos quejidos flamencos. Creo que vienen de la plaza del duque de Alba. Al llegar le veo. Ahí está, mirando para abajo, con una guitarra española descascarillada, un chaval que no llega a los treinta, vestido con ropas viejas, y una gorra de propaganda. Canta por soleares y bulerías. Su voz no retumba, pero es sentida, muy sentida. ¡Y toca!, ¡y lo hace bien! Busco una moneda y no la encuentro. Vaya. Ya me estoy yendo, y entonces rasco algo suelto en el bolsillo de atrás. Me doy la vuelta y me acerco para dejarle la moneda. Acaba su bulería, la gente aplaude, le tira “oles” y le llama “maestro”. Cuatro gatos, no creáis. Quizá fueran tres. Le pregunto si viene mucho, me dice que “a ver”, le digo que canta muy bien, y que es raro ver tocar a un “cantaor”. Asiente y sonríe. Le pregunto que si no toca en ningún sitio, “un señor me dijo un día que me llamaría”. Bebe agua de una botella reutilizada. “No tendrás un cigarro, amigo”. Vaya, no tengo. Me arrepiento por un momento de haber dejado de fumar.

-El Rastro rezuma vida. Además no está tan petado como de costumbre. La maraña humana se desliza como un río por los puestos habituales. Pero lo mejor está más adentro, en las calle Mira el río Alta y Baja (sí, se llaman así). Tiendas de muebles viejos, que parecen la propia casa del vendedor, al que a veces vemos sentado sobre una banqueta en la misma puerta, puede que en bata, pelando una manzana y fumando una pipa. Otras tiendas más especializadas ofrecen muebles, lámparas, cuadros, sillas, espejos, que se mezclan con puestos donde se vende de todo, y todo inservible, y viejo, pero que tiene que estar ahí, porque eso es el alma del Rastro. Gente que grita como reclamo, más a medida que nos acercamos a la plaza de los gitanos. Allí las bragas y los zapatos son la estrella. “Señora, qué bragas traigo, qué bragas”. “¡Uneuro, uneuro, uneuro, uneuuuuro!” Volviendo a Ribera de Curtidores, me siento en las escalinatas, y veo a un par de chavalas espabiladas con una guitarra haciendo que cantan. No lo hacen muy bien, pero les da igual. A la gente también. Allí están, de pie, montando jaleo. Una toca una acústica que parece de juguete, y la otra anima el cotarro tocando con ritmo un mortero de madera y haciendo sonar una trompeta extrañísima.

-Entre el jaleo de la calle Humilladero, descubro un bar que no conocía. Los gins y el champán que me tomé el sábado con la cuadrilla “Déjate liar” empiezan a golpearme, quizás necesite una birra. Vamos pa dentro. Me ponen una Superbock, y me acuerdo de Pajares, que es lo que bebe cuando va a Lisboa a ver a Metallica. Miro extrañado al camarero. “El dueño es portugués”, me dice, con acento vasco. En el aire suena una guitarra, algo de blues, o swing, o bossanova, no lo sé muy bien. Es muy bueno. Sólo por seguir escuchándolo acabo pidiéndome otra (soy fácil de autoconvencer). Al salir me apunta el nombre del guitarrista. “Angelo Debarre, Swing Manouche”. Agur compañero.

-El Julian de Tolosa sigue abierto. Recojo la Vespa en la calle del Almendro. Anche fui prudente y me olvidé de ella. Menos mal que está. Seguro que me ha meado algún perro. Vaya, pues no. Esto sí que es noticia. Miro con envidia, por el ventanal, a los que comen chuletón y alubias en el restaurante. Puede que otro día, cuando haya algo que celebrar. Arranco, y me largo de allí.

(-¡Ah! Radio 3 sigue existiendo. Por la noche cogí el coche, ya no me acuerdo para qué. Puse la radio y de pronto una voz profunda, temblorosa, negra posiblemente, me invadió entero. Me dejó tan acojonado que tuve que parar el coche durante un instante para apuntar el nombre de la cantante. ¡Que lo diga, que lo diga! ¡Joder, está cantando Helter Skelter!, con un par, ¡y suena como Janis! Dice el nombre, por fin. ¡Bien!)

Pero al poner el telediario, resulta que la noticia es que ha nacido el hijo de un futbolista y una cantante y le han puesto el nombre de una goma de borrar. En portada, cuidado. Después en los deportes hablarán largo y tendido de la “noticia” del día. No se me ocurre que el nacimiento de nadie se pueda considerar un deporte, en todo caso podría haberlo sido el acto que provocó tan celebrado nacimiento, nueve meses atrás. Pero yo de eso no me enteré. Tampoco espero que nada de lo que yo haga o vea cuando me pierdo por Madrid pueda ser considerado noticia de ningún tipo. No estoy hablando de eso. Estoy hablando de que nos están vendiendo una realidad que no existe. Tanto en política, como en deporte, como en todo en general. La televisión es mentira. La realidad es otra, sólo tenemos que salir a la calle y ponernos a andar.  ¿Cómo es posible que no conociera a Dana Fuchs? ¿Por qué nunca oí hablar de Angelo Debarre, por qué este monstruo no sale todos los días en las noticias? ¿Cómo es posible que nadie se haya fijado en ese cantaor, cuando me harto de escuchar basura musical a todas las horas del día (exceptuando radio 3)?

Ya voy con retraso. Esta entrada debí haberla publicado hace dos semanas. Ahora el hijo de Piqué y Shakira ya no es noticia. Pues me alegro, oye.

PD: Aquí os dejo un rato a Angelo Debarre

PD2: Aquí suena el Helter Skelter de Dana Funchs

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