Errores y problemas frecuentes en los guiones

 

Por El Inquilino Guionista

 

Si te cuesta contar tu peli en unas pocas líneas (la famosa logline), o peor aún, si a la hora de pitchear tu guión te haces bolas, es casi seguro que tienes un problema… no mental, sino un problema con tu historia.

La escritura dramática, y más la guionística, es una escritura de condensación. Enrollarse como persiana de arriba hacia abajo es algo prosaico, no guionístico. Cada palabra cuenta, ya que sólo tenemos como máximo unas 110 páginas por delante; escribir guiones es como escribir poemas, componer haikus o hacer crucigramas: el espacio es esencial.  Por eso, al escribir una logline adecuada o al realizar un certero y rápido pitching, estás usando el mismo músculo mental que te hará un buen guionista.

Que sea un problema condensar tu historia en 3-5 frases indica que existe un problema con el guión en sí mismo, posiblemente porque la historia esté un tanto confusa.

En algún taller que he impartido, en alguna asesoría de guión para la que me han contratado o incluso en algún que otro pitching en el que he tenido el gusto y disgusto de participar, siempre me he topado con problemas muy similares. Y es que cuando haces algo así por horas o días, el oído se te acostumbra a escuchar y por consiguiente a separar en pocos segundos la paja del grano en las historias ajenas. Acostúmbrate: pichear revelará todos los defectos de tu guión. Porque condensar tu historia en pocas líneas es como acercarse con un microscopio a ella.

Cuando le cuentas en pocos minutos tu historia a un productor, lo peor que te puede pasar es que lo que digas no tenga mucho sentido, como le pasa a muchos políticos… También te puede pasar que la idea de tu guión no sea muy buena, o que no la hayas pensado lo suficiente o que sencillamente no tengas historia, sólo una sucesión de incidentes o de personajes sin mucho de dónde agarrarse, como suele pasar cuando trabajas en la tele, que de tanto que se escribe y se alargan las tramas, al final todo carece de pies y cabeza.

Pero lo más común, según nuestra experiencia, es que no haya historia. Siempre que un alumno o aspirante a guionista me presenta un mal pitching, le hago preguntas sobre su historia, y por lo general el escritor me contesta con evasivas aun tratándose de preguntas básicas. A menudo, pese a que la historia no se sostiene porque no la hay o la hay muy pobre, su autor se empeña en esconder sus necesidades como guionista, o algo peor: una y otra vez repite su high concept o premisa que nada tiene que ver luego con lo escrito.

¿Cuál es mi historia? En alguna rueda de guión en la que he participado (una rueda de guión se parece más a la defensa de una tesis universitaria frente a un jurado que a un pitching a uso) la gente empieza contando su historia pero enseguida se van por la tangente. Se pierden en las tramas, los giros y los cambios en los personajes.  Y al final, del otro lado de la mesa nadie sabemos de qué está hablando el escritor. Y le preguntas, ¡y no sabe qué responderte! Puede llegar a ser muy divertido… menos para quien escribió ese guión.

Al punto al que quiero llegar es al corazón de tu historia, ¿cuál ese motor, ese corazón? No me interesa en absoluto el clásico: y luego sucede esto, y luego esto, y luego aquello otro… o sea, la cronología de los hechos o sucesos. Creo que se acaba cayendo en eso porque al escribir olvidamos por qué quisimos escribir ese guión, qué prendemos contar con él, qué metáfora de qué cosa es nuestra historia… Si nuestra intención metafórica (y casi poética) no la tenemos en cuenta al escribir, siempre caeremos en una larga sucesión de giros… y más giros.

Grábalo a fuego en tu músculo guionístico: una historia es una persona con un problema. Así de claro. Un protagonista es forzado a enfrentarse a un conflicto emocional con el fin de resolver un conflicto físico, real, tangible. Entonces las preguntas caen por su propio peso sobre el guionista: ¿quién es tu protagonista? ¿Cuál es su conflicto emocional? ¿En qué se traduce físicamente, en el mundo en el que vive?

Protagonista invisible. Te sorprendería cuántos guionistas no tienen ni idea de quién es su personaje protagónico… debido a que muchos de ellos han escrito un guión sin un “cabeza de cartel”.  Sí, te dicen que su protagonista es el amor, que es la familia mexicana, que es la ciudad, ¿de qué estamos hablando al final de cuentas? De meras situaciones. Una vez me dijeron que el protagonista era un barco y que todos sus pasajeros eran personajes con el mismo peso dramático, fatal.

Otro error clásico: empezar a contar una historia con un personaje y luego seguir con otro y luego con otro, y con otro… como si su guión fuera un programa, un concurso de la tele. En el mejor de los casos, el guión de largo con ese problema se asemeja más a una serie de cortos pegaos,  que a una película al uso.

Sea cual sea la situación o situaciones que narre tu historia, se necesita siempre focalizarse y encontrar un protagonista. Uno, tan sólo uno que soporte las grandes decisiones que ha de tomar para solventar su conflicto. ¿Por qué? Porque vamos a ver la historia a través de los ojos de tu protagonista, o sea, desde un solo punto de vista.

Historia enmarañada. O sea, historia difícil de seguir. Otra idea que estaría bien no olvidar: un guión es una historia sencilla sobre una persona complicada. Cuando al pitchear tu guión o tu logline necesitas explicar tramas, subtramas, plots e infinidad de detalles, no me chingues, es porque tu película no está bien escrita. Y qué común es ese error, y cuántas veces se ve en pantalla por culpa de directores pretenciosos.

Un guión sólo necesita de una línea o máximo dos, la clásica historia A e historia B. Y que sea, valga la redundancia, una línea… lineal. Seguro que Guillermo Arriaga se jalaría los pocos pelos que le quedan en la cabeza al leer esta afirmación, pero qué se le va a hacer, nunca llueve a gusto de tod*s. La linealidad nos ayuda a que los incidentes y sucesos que no vamos a mencionar, se puedan imaginar sin dificultad. Un buen pitching es aquel en el que a tu interlocutor se le dispara la imaginación al escucharte. Si tu historia es tan complicada y rara que nadie puede imaginarse algunos detalles cuando la cuentas, a menos que seas David Lynch, estás jodido. Claro, conciso y lineal, éste debería ser el mantra que nos repitiéramos en voz baja antes de comenzar un pitch. Nadie, cuando ve una peli, quiere tomar notas para luego comprender mejor lo que se le cuenta…

Un problema similar se da cuando has escrito una peli que no tiene clímax, sino una serie de momentos en los que sucede más bien poco. Como el burro que da vueltas siguiendo la zanahoria que el dueño le puso frente a los ojos. O lo contrario: suceden muchas cosas pero nada de lo que sucede es totalmente relevante: este error suele aparecer en las road movies mal escritas. Cuando la gente te dice que su guión es episódico, se debe a que su escrito no tiene un clímax definido, o el que tiene no es suficientemente fuerte como “para llevarse la palma”.

Un conflicto, no un puñado de conflictos. O lo que es peor: no tener conflicto, o sea, sólo gente pasando el rato y charlando en la pantalla. La historia es el conflicto, sin él, no hay historia. Al «¿de qué va tu peli?» hay siempre que contestar con el conflicto. Quita el conflicto y tendrás sólo personajes que no hacen nada, o lo que es lo mismo, un guión aburrido. Un personaje ha de demostrar haciendo por qué es interesante (o digno de protagonizar una peli). Lo mismo sucede con los diálogos: se usan para conflictuar o desconflictuar, incluso para solventar obstáculos.

Incluso, a veces he observado que hay protagónicos con conflictos emocionales pero que no se traducen en un conflicto físico, tangible. ¿Y qué es lo que sucede? Que el conflicto no se ve porque se vuelve algo totalmente interno. No vemos a nadie que lucha contra su tristeza, o que se preocupa por sus hijos, o que supera tu timidez para acercarse a la persona que ama. Lo que vemos en una peli siempre es la representación física de un conflicto emocional que permanece oculto para nosotr*s.

Pensemos en el conflicto como un mensaje. Si no vemos cómo se traduce ese conflicto el mensaje permanecerá inexistente. Éste es uno de los errores o problemas más comunes en los pitch. Decir sí, ¿pero qué sucede? El qué sucede es el conflicto físico. Y si no lo hay, acabas pensando que es una gran historia pero para novela, no para guión cinematográfico. O sea, no es una historia visual sino literaria-filosófica. Un guión trata sobre lo que hacen los personajes, no sobre lo que piensan o sienten. Si no vemos qué hacen, no hacen nada.

Sin antagonista. ¿Cuál es el antagonista de la niña protagonista en la película El Premio? Su madre.

¿Pero por qué no hay conflicto en muchos guiones? Porque no hay antagonista. Ese personaje está “para recordarte” cuál es el conflicto de tu protagónico.

Muchos guruguionistas se centran en el héroe, en las necesidades del protagónico, en que consiga su objetivo, pero olvidan al otro importante, a la fuerza del mal. Es mucho más importante de lo que se cree: sin antagonista no hay conflicto, sin conflicto no hay historia. De algún modo podríamos deducir que el antagonista crea la historia. Se podría aplicar el dicho ten cerca a tus amigos pero más a tus enemigos.

Pero ojo, no caigamos en el error de tener múltiples antagonistas pues nos darán múltiples conflictos, con toda la dispersión y ofuscación que ello conlleva. Un antagonista por historia, un conflicto por historia es más que suficiente.

El peor de lo errores: una idea mala. Un pitch aburrido empieza con una idea nada seductora. En una venta, frente a un productor, el 90% de lo que querrá escuchar es una idea buena, una idea sólida como la roca, una gran idea. Es lógico. ¿Por qué malgastar tu tiempo leyendo 110 páginas si la idea no te prende? ¿Cuántas veces no hemos escuchado la historia de un pueblerino que se quiere mudar a la gran ciudad y se nos cuenta lo que allí le sucede? O historias de un grupo de amigos y de gente “normal”. El mundo está lleno de ellos, empezando por nosotros, y a nadie interesa qué les pase o deje de pasar pues es demasiado parecido a lo que nos pasa a nosotr*s en nuestro día a día. Ir al cine es tener la experiencia de contemplar algo extraordinario, por pequeño que sea.

Una idea, y además un buen concepto. Lo que se llama un high concept. Concepto viene de concepción, de concebir. De conectar unas ideas con otras que dan como resultado algo nuevo, compacto y original. Y las ideas son como espermatozoides, todas buscan lo mismo, pero sólo uno lo consigue. El mejor, el más alto, el high, que se diría en anglés… Es bueno tener cientos de ideas en la mente, así podrás elegir la mejor, la que tenga más garra, punch.

No escribas la primera idea que te venga a la mente, encuentra la IDEA. La más increíble de todas por paradójica. Por única.

¿Pero qué pasa cuando esa idea chingona, ese high concept falla? Que nadie se cree nada en tu guión. Que todo parece sacado de la manga. Por ejemplo: Picasso se reencarna en un grafitero. ¿Quién se cree eso? O… Peña Nieto se vuelve inteligente de pronto… ¡y no se suicida! Más raro que un perro verde…

Para saber si tu high concept es bueno ha de ser explorado, analizado, y encontrar que pese a lo loco que pueda parecer la idea, es algo que es susceptible de suceder, que tiene una lógica interna, verosimilitud. Pero cuidado con que no sea un mero truco, un simple artificio conceptual de alguien que se cree un virtuoso de las ideas, eso se nota a leguas.

Y una vez explorado hay que cotejarlo con unos personajes interesantes, en fin, con todos los elementos que te proporcionan las historias. Es muy triste escuchar un buen concepto o idea (una novia que el día de su boda se convierte en zombi, por ejemplo) desarrollado de mal modo. No diré que dan ganas de robárselo y escribirlo bien, pero casi.

En resumidas cuentas: un pitching saca a la luz los problemas de cualquier guión y los expone indiscriminadamente. ¿Y cuál es el mayor de esos problemas? Escribir una gran historia.

 

5 thoughts on “Errores y problemas frecuentes en los guiones

  • el 21 marzo, 2013 a las 8:11 am
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    Por el manejo del lenguaje, apostaría porque es mexicano. Gracias por el detalle del blog; me interesa verlo.

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  • el 26 marzo, 2013 a las 8:28 pm
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    Investigué más, digo, le escribí y me dijo que es español pero que vive en Méjico. ¡Qué chingón!

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  • el 27 marzo, 2013 a las 11:44 am
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    Ah, y me imagino que tú serás español también, porque México está en el Norte, no es parte de Sudamérica. Pero te sale bien el !Qué chingón!

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