Periodista y novelista, Mayte Carrasco: una lancera libre a la búsqueda de la verdad. Crónica previa a la entrevista

 

Por Anna Maria Iglesia

@AnnaMIglesia

images“Cuando escucho la revolución oigo el estruendo de las bombas, los pitidos de los coches llegando al hospital de Al Qusayr, la preciosa y triste canción «Jenna, Jenna, Jenna» de los entierros”. Con estas palabras, escritas ya en Madrid, termina Estaré en el paraíso, la novela de no ficción, el reportaje con tintes poéticos, de Mayte Carrasco. Con estas palabras concluye el libro publicado por Debate, cuya brevedad solo es comparable con la intensidad y la profundidad de la narración: sin concesiones, la periodista escapa de las impactantes y siempre superficiales imágenes – tan abundantes en los titulares de hoy en día- para adentrarse con prosa sobria en la complicada y contradictoria realidad de Siria. Lejos de los tópicos, de las frases hechas, de las impactantes, pero carentes de crítica, cifras, el libro no es sólo el lúcido retrato de cuanto acontece en tierras sirias, sino es una feroz crítica a la pasividad de la Comunidad Internacional y a la incomprensión – frecuentemente voluntaria- de quienes sintetizan los complejos y desalentadores hechos tras vacuos y tendenciosos conceptos sin referente alguno.

En octubre del 2012, Mayte Carrasco ponía el punto final a esta breve obra, sin embargo era consciente de que la historia seguía escribiéndose; las víctimas seguían engrosando una lista ya interminable, el conflicto seguía vivo frente al desinterés de los poderes políticos y económicos occidentales, pero también frente al voluntario olvido de los medios de comunicación que, tras la excusa más o menos plausible de la crisis, han condenado la información internacional y el reporterismo de guerra al más incomprensible de los ostracismos.“Y sé que será aún una guerra larga, sangrienta, que observaremos desde la distancia de nuestros cómodos sillones, a través de los ojos de los que se quedan allí”, escribe la periodista que no permaneció sentada en el cómodo sofá, sino que decidió viajar hasta Siria, adentrarse clandestinamente en la ciudad de Homs, en Al Qusayr y relatar desde allí cuanto acontecía. No había despliegue alguno por parte de los grandes medios, el testimonio de Carrasco y de los pocos compañeros, muchos de ellos también freelance –ejemplo de ello es Javier Espinosa– rescataba del anonimato a las víctimas. Desde Homs, desde Tripoli o desde la plaza Tahir de Egipto, Mayte Carrasco vuelve a dar sentido a la palabra periodismo; con la libertad y la independencia propios de un lancero libre, la periodista es la prueba de que, como decía Mónica G. Prieto, “el periodismo nunca morirá porque siempre habrá periodistas de corazón”.

principal-portada-la-kamikaze-es_medDesde París, Mayte Carrasco me confiesa que desde muy temprana edad ella quería ser escritora; estudiar periodismo, me cuenta, “me acercaba a la escritura”, a la posibilidad de narrar los mundos reales más allá de nuestras estrechas fronteras y los mundos posibles que nacen de la creatividad de sus autores. Las crónicas que enviaba desde Siria no sólo revelaban que Carrasco no había sucumbido a la autocomplacencia que, en palabras de Javier Espinosa, “se ha apoderado de los informadores”; esas crónicas revelaban también a una escritora, a alguien que dominaba el arte de la narración. No eran falsos los indicios que palpitaban discretamente en los artículos, La Kamikaze (La esfera de los libros) fue la demostración de que tras la periodista se escondía la escritora. El binomio periodismo y narrativa no es nuevo: muchos son los nombres que sostienen y testimonian que la escritura periodística es un género narrativo más. Carrasco, sin embargo, insiste una y otra vez que la ficción es una cosa y la realidad es otra. “Yo no soy Yulia” afirma a lo largo de las entrevistas que desde la publicación del libro le han realizado; “yo no soy una Kamikaze, a mí me gusta la vida”, me repite a través de Skype. Tiene razón, La Kamikaze no es un reportaje, el “yo” que resuena a lo largo de la narración no es la autora, pues, como decía Fernando Pessoa en Autospicografia, “el poeta es un fingidor. Finge tan completamente que hasta finge que es dolor”. Tras Yulia no se esconde el rostro de Mayte Carrasco, tras cada uno de los personajes no es esconden referentes perfectamente identificables y, sin embargo, a través de la novela el conflicto Afgano, tras años de silencio –la actualidad siempre imperante tiene una débil memoria-, vuelve a cobrar vida gracias a la ficción.  Con este libro, Mayte Carrasco regresa a Afganistán, regresa a ese conflicto de la que ella fue testigo como periodista; ahora, el viaje ya no lo realiza ella, sino su protagonista, una reportera freelance que huye de la frustración y de las decepciones. A través de Yulia y a través de la acción verosímilmente construida, Carrasco despliega la realidad afgana: con la ficción, me comenta, puede penetrar en la interioridad de los personajes, puede ir más allá de los datos objetivos para mostrar el sentir de quienes viven bajo el miedo de la guerra, el sentir de quienes luchan a favor de las propias ideas y el sentir de quienes, cámara en mano, ponen voz y rostro a los auténticos protagonistas.

Decía el escritor argentino Juan José Saer que  “el sentido de una novela, enemigo de toda pasividad, se proyecta y se expande desde el pasado hacia el porvenir ramificándose en él y produciendo cambios fundamentales en la conciencia de ciertos hombres”; con La Kamikaze Mayte Carrasco ofrece una obra en la que la mezcla genérica del reportaje y la novela negra son el sustrato sobre el cual se articula una ficción que, ramificándose geográfica y temporalmente, despierta la conciencia de sus lectores. Y, aunque con Estaré en el Paraíso, abandona la ficcionalidad a la que se había entregado con La Kamikaze, en ambos textos, así como en cada uno de sus artículos, crónicas y reportajes, Mayte Carrasco se enfrenta a la ignorancia y la desinformación, se enfrenta al olvido y a la desmemoria. “Es imprescindible conocer la historia”, me comenta nada más empezar la entrevista, “nuestra historia, pero también la historia contemporánea a nivel mundial”. Es necesario conocer cuanto nos precedió, para comprender el presente y el futuro; es necesario conocer cuando sucede más allá de las propias fronteras para comprender al otro y comprendernos a nosotros mismos. “La memoria del pasado será estéril si nos servimos de ella para levantar un muro infranqueable entre el mal y nosotros”, escribía Tzvetan Todorov en La memoria, ¿un remedio contra el mal?; con sus libros y con su trabajo la periodista da la razón al teórico de origen búlgaro, pues con su narrativa y con su labor periodística consigue “dar un paso más” y preguntarse “por las razones que han provocado ese mal”. Los interrogantes conforman el discurso de Mayte Carrasco, los interrogantes como elementos indispensables para hacer que la crítica y la auto-crítica no desvanezcan tras la banalidad de las palabras.

 

Entrevista a Mayte Carrasco: periodista freelance, reportera de guerra y autora de La Kamikaze y Estaré en el paraíso.

 

https://www.culturamas.es/blog/2013/05/14/entrevista-a-mayte-carrasco-periodista-freelance-corresponsal-de-guerra-y-autora-de-la-kamikaze-y-estare-en-el-paraiso/

 

 

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