MUCHO MAN 3

iron-man-3-poster-300x300Por JUAN LUIS MARÍN. ¿Quién le iba a decir a Shane Black que se convertiría en el nuevo profeta del cine de entretenimiento? Él, que quiso ser actor y lo más importante que consiguió fue ser uno de los hombres de Schwarzenegger en Depredador. Que firmó el guión de Arma Letal y años después convirtió el de El último boy scout en el mejor pagado de la historia. Y que hasta la fecha solo había dirigido Kiss Kiss Bang Bang, una peli que muchos dicen que está muy bien… y en realidad no ha visto ni Perry.

Pues ole sus huevos. Si han tenido que pasar tantos años para que tuviera una oportunidad como ésta detrás de las cámaras… valió la pena. Porque gracias a su Iron Man 3 he vuelto a esos 80 que tanto echo de menos, cuando ir al cine era un acontecimiento que no me dejaba dormir la noche antes. Cuando salí de ver Regreso al futuro queriendo un monopatín para hacer el Michael J. Fox; cuando me colaba en las alcantarillas en busca de aventuras como las de Los Goonies Jóvenes ocultos; cuando pedía permiso a mis padres para ir al centro a ver Jungla de cristal o El chip prodigioso porque no la echaban en el cine del barrio, ése en que los sábados a las diez de la mañana la entrada valía 225 pesetas. Aquellos 80 en los que me turnaba con los amigos en la fila de Los Cazafantasmas para echarnos unas partidas a las maquinitas; cuando me quedaba pegado a la tele durante las publicidades para ver el anuncio de Indiana Jones y el templo maldito. Cuando iba al cine un lunes para comprar la entrada del estreno, el viernes, de El secreto de la pirámide. Cuando la cola de ET daba la vuelta a la manzana. Cuando vi El retorno del Jedi en la última fila de un cine abarrotado con mis padres, mi abuela, mi hermano… Y se quedaron todos dormidos. Menos yo. Cuando me compraba el Fotogramas para leer el reportaje de Los Inmortales, esperando que pronto se estrenara es España. Cuando, en definitiva, se valoraban las películas. Nos hacía ilusión verlas. A todos. Porque requería espera y sacrificio. Y entonces, cuando se apagaban las luces, ponías los 5 sentidos en la pantalla. Porque aquel era el único sitio donde querías estar.

No como ahora, cuando tu único esfuerzo es hacer clickClick para comprar una entrada o bajarte esa peli y 8 más. Click para ver un trailer, escuchar la banda sonora o ver entrevistas y fotos del rodaje.

Dices que no vas al cine porque es muy caro. Pero esa no es la única razón. Y lo sabes. No seas hipócrita, coño. No vas porque eres un vago. Un niño caprichoso que quiere verlas todas. Y así, no valoras ninguna. Porque no te cuesta nada verlas. Y por eso las ves sin ilusión. No inviertes dinero, ni tiempo, ni paciencia… Pero, eso sí, siempre quieres más. Y gratis. Empiezas una y si no te gusta… a por otra. Total, no valen nada. Y tienes el ordenador lleno de más. Muchas más. Pero, ¿qué te crees que es esto, imbécil? ¿Una máquina de churros… que va con energía solar?

La comida rápida generó comida basura. Y lo mismo está ocurriendo con las películas. Las estás convirtiendo en basura. Que ves en tu casa. En el metro. O la piscina. Cuando se hacen para disfrutarlas en uno de esos cines que no dejan de desaparecer. El ultimo, Los Morasol, junto a mi casa. De nada servirá que un MUCHO MAN como Shane haga Iron Man  si no vas al cine a verla. Porque, muy pronto, no habrá cines donde verla. Y privarás a tu hijo y demás generaciones que vengan después de todas esas lecciones que aprendiste con las películas de los 80, cuando tú eras el niño: que nadie regala nada. Que todo tiene un precio. Que el que algo quiere, algo le cuesta. Que hay que aprender a valorar las cosas. Porque cuando, por las razones que fuesen, no se podía ir al cine, siempre te quedaba el de la sábana blanca…

Reflexiona sobre esto un segundo. Y si después piensas que te importa una mierda y empiezas a descargarte Iron Man 3

Es que eres gilipollas.

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