SCHOOL OF ROCK

405152_224028521035572_1409990235_n-300x300Por JUAN LUIS MARÍN. En junio de 2015 saldrá la primera promoción de diplomados en Heavy Metal por la Universidad de Nottingham (sí, donde el malo de Robin Hood). Y no, no estoy de guasa. Matrícula abierta para el primer curso, que comenzará el próximo septiembre… y ya hay inscritos 20 alumnos. Muchos pensarán «¿por qué?». A lo que yo respondo, «¿y por qué no?». Si hay estudios de violín, solfeo o arte dramático… ¿por qué no ha de haberlos de Heavy Metal, un género musical que ha sido referente para tantas generaciones?

Dice un tal Chris McGovern, presidente de la Campaign for Real Education, que no cree que la carrera tenga «ningún tipo de credibilidad laboral». Bueno, pues como el periodismo o la dirección de cine. ¿Alguien da credibilidad a quien se deja los huevos por sacarse alguno de estos títulos? ¿Hay que haberse licenciado en filología o literatura para publicar un libro? ¿Políticas para ser político? ¿Empresariales para llevar la empresa de papá? Vamos, Chris, no jodas. Me licencié en periodismo en el 98. He trabajado en prensa, radio y televisión. Y en mi vida nadie me ha pedido el título. De hecho, pagué 15.000 pelas porque me lo firmara el Rey… y 15 años después, aún no he ido a recogerlo. Porque en ciertas profesiones, que hayas estudiado o no es lo de menos.

Recuerdo que en el año 2000, un tipo llamado Jacobo Rispa, por aquel entonces director de cine y series de televisión (con hits como No debes estar aquí u Hospital Cental)  vino a la Complutense a dar una charla en el curso de especialización que yo cursaba. Y nos contó que él había estudiado Económicas y / o Empresariales, que estuvo en Los Ángeles (creo recordar que por niño de papá) y conoció en una fiesta a no sé qué tío importante a quien hizo un sándwich (de los que se comen), gracias a lo cual nació su carrera en el mundo audiovisual. Hasta ahí, pues vale. Si no fuera porque cinco minutos después tuvo los santos cojones de criticar el intrusismo laboral que sufría en la que se había convertido por un sándwich (sí, quizá los hubo de otro tipo) en su profesión.

Nadie va a garantizar a un diplomado en Heavy Metal por la Universidad de Nottingham (sí, donde Marion y el cura borrachín) que vaya a encontrar trabajo de rockero. Pero tampoco a quien estudie Farmacia, Derecho, Químicas… o Magisterio de Educación Física. Nuestros padres tuvieron buena intención… pero se equivocaron. En su época, estudiar en la Universidad era un privilegio al alcance de pocos. Hay en día hay más licenciados que estrellas en el firmamento. Más de la mitad haciendo fotocopias, sirviendo cafés o trabajando en supermercados. De modo que puestos a estudiar una carrera, y conscientes del negro porvenir que les espera, independientemente de la carrera que elijan, ¿no es preferible que estudien algo que les apasiona y, además, es único en el amplio abanico de ofertas universitarias? Y una vez acaben, siempre tendrán tiempo de convertirse en periodistas, presentadores de televisión, actores, políticos… Un montón de profesiones para las que alguien decidió hace mucho tiempo que, a diferencia de otras, no hace falta estudiar para que cualquier Jacobo Rispa que se precie, las ejerza.

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