Cuerpo dividido: la soledad y el desamor frente al deseo sexual

 

Por Horacio Otheguy Riveira

Una pareja intenta compartir sus deseos ocultos y descubre el desencuentro entre la búsqueda del placer y el miedo a quedarse solo.

Cristina y Manuel van a casarse por la iglesia, preparan invitaciones: presión social al uso porque ni tienen creencias religiosas ni practican los dogmas de la Iglesia. Tras la rutina de sus encuentros, a Manuel le angustia un secreto que intentará por todos los medios —por todos sus pobres y titubeantes medios— de compartir con su amor.

Libros en el suelo de un reducido escenario, una pareja que va y viene afrontando un poco y escabullendo mucho hasta que una corriente de lujuria verbal, literaria, parece atraparles por necesidad de Manuel y con la aquiescencia de la joven enamorada.

Pero nada es lo que parece y cuando todo va a expandirse en la libertad que cada uno sospecha, en la cima de una pasión sexual donde las fantasías se pueden compartir, llega el momento culminante con un tercer personaje que desbaratará la oscura comedia “inconfesable” y, curiosamente, provocará el comienzo de un sorprendente desenlace.

 

Cuerpos divididos.

 

El sexo en palabras contenidas, y en escena un pudor inquietante

Cristina: “No vas a poder hacerlo. No vas a poder. Te vas a hundir. Esto no es lo que tú quieres. Sin embargo, luego empezó a excitarme el hecho de romper mis propios tabús. Hacerlo. Que nos vean. Que nos vean desnudos en nuestra propia casa. Mientras follo con la persona que más quiero. Porque yo y solo yo me lo follo… Nadie más. Nunca nadie más se lo va a follar. Y me encanta la idea, me encanta…”

Uno descubre una necesidad y el otro se atreve a compartirla, pero en el fondo, ninguno de los dos ha dicho toda la verdad porque se la niega a sí mismo.

Lo más interesante de este texto, en buena armonía con la puesta en escena, es que el espectador acepta el diálogo constante, aparentemente anodino, por cotidiano, que va desbrozando un mundo de una carga sexual muy grande, casi desesperada, pero que nunca expresa el menor erotismo en escena, en un contexto pudoroso que se comprende al final, cuando la lectura —por azar— de dos poemas dan la clave de una búsqueda del placer sexual muy intensa, pero que en realidad es la búsqueda desesperada de matar la soledad.

Por un lado, Cuerpo dividido, del poeta peruano Jorge Eduardo Eielson (1924-2006):

Si la mitad de mi cuerpo sonríe

La otra mitad se llena de tristeza

Sonrío y lloro…

Sin saber si son mis brazos

O mis piernas las que lloran o sonríen

Sin saber si es mi cabeza

Mi corazón o mi glande

El que decide mi sonrisa…

Mientras sonrío y sonrío

Mientras sollozo.

Y luego, Afrodita, de la escritora uruguaya residente en España, Cristina Peri Rossi:

Y está triste

como una silla abandonada

en la mitad del patio azul…

Los pájaros la rodean

Cae una aguja

Las hojas resbalan

sin tocarla

 

Y está triste

en mitad del patio

con la mirada baja

los pechos alicaídos

dos palomas tardas

Y un collar

sin perro

en la mano

Como una silla vacía.

 

Estos poemas se leen completos en un momento de alta tensión donde la angustia de la soledad y la posibilidad de enmascararla traza un cuadro de potente riqueza teatral.

 

Los actores y sus personajes

Naiara Murguialday crece entre las asperezas de un personaje al principio muy lineal y poco atractivo, a fuerza de convencional, pero en cuanto “trepa imaginariamente” por el deseado cuerpo de su novio, expande sus alas, sus fugaces libertades, sus angustias fantaseadas y reales en un trabajo minucioso que descuella en el monólogo donde expresa su más tenebroso deseo: el de ser violada por un desconocido.

Miguel Ángel Quirós tiene que entregarse a un proceso mucho más interior con breves momentos de expansión, pero fundamentalmente laborioso por cuanto tiene de drama interior, de padecer una angustia brutal que sólo se expresa en silencios, pocos gestos o la agresividad cuando se siente amenazado.

Rubén Labio en el tercer personaje, breve participación muy bien encadenada: el intruso que domina sus emociones y ha de marcar el camino de la liberación o la prisión eterna de la entrañable pareja que querría estar tan enamorada como sus labios dicen que lo están.

 

Cuerpos divididos

Autor: Raúl Quirós

Dirección: Miguel Ángel Quirós

Intérpretes: Naiara Murguialday, Miguel Ángel Quirós, Rubén Labio.

Producción: Los sueños de Fausto

Lugar: Sala Bululú2120, Madrid.

Fechas y horarios: Domingos 11, 18 y 25 de agosto a las 20.30h.

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