Las últimas palabras de algunos famosos escritores

¿Cómo se han enfrentado a la muerte los escritores? Como todo ser humano, de las más diversas maneras. Irónicos, temerosos, inconscientes del momento…

Emily Brontë

Si llamáis al doctor, ahora sí que estoy dispuesta a verle.”

La autora de ‘Cumbres borrascosas’ (1818-1848) no pudo disfrutar mucho tiempo de su éxito ya que su salud, que siempre había sido delicada, empeoró a causa de la tuberculosis, que finalmente se la llevaría la edad de 30 años. No quiso ser visitada por el doctor, y cuando se vio realmente enferma, ya fue demasiado tarde.

D.H. Lawrence

María, ¡no me dejes morir!”

A finales de 1917, D.H. Lawrence (1885-1930) fue obligado a dejar Cornwall debido al constante hostigamiento de las autoridades militares, que pensaban que el autor era un espía de los alemanes. La pobreza le obligó a cambiar frecuentemente de domicilio, y terminó contrayendo la tuberculosis. En los últimos momentos de su vida, el autor de ‘El amante de Lady Chatterley’ imploró a su mujer que le salvara.

Anton Chejov

Hace mucho que no tomo champán.”

El célebre escritor y dramaturgo ruso (1860-1904) tenía otra profesión: la de médico. Se sospecha que la tuberculosis que le llevó a la tumba fue contraída de un paciente. Justo antes de su muerte, le sirvieron una copa de champán, que había pedido expresamente. La bebió a pequeños sorbos, pronunció esta frase, dejó la copa en la mesilla de noche y expiró.

H.G. Wells

Vete… Estoy bien.”

El novelista británico autor de ‘La guerra de los mundos’ tuvo dos esposas y numerosas amantes, lo que no fue obstáculo para que su última esposa, estuviera a su lado hasta el día de su muerte, en su casa de Regent’s Park, Londres.

Gabriele d’Annunzio

Me aburro”.

Uno de los poetas italianos más reconocidos del fin de siglo, D’Annunzio terminó una carrera de cuarenta años en la que dominó el panorama literario de su país con la sombra de haber abrazado el fascismo de Mussolini. Éste le nombró presidente de la Academia de Italia en 1937, como reconocimiento a sus méritos durante el régimen.

Emily Dickinson

…la niebla está subiendo.”

Fue una de las poetisas más admiradas y prolíficas de Norteamérica, pese a que publicó muy pocos poemas en vida. Sus últimos años estuvieron marcados por su reclusión. Cuando murió su sobrino, su salud se deterioró rápidamente. Murió a los 56 años tras haber pasado varios días inconsciente. Su hermana descubriría más tarde más de 800 poemas inéditos en su habitación.

Sigmund Freud

Querido Schur, seguro que recuerdas nuestra primera charla. Prometiste ayudarme cuando ya no pudiera continuar. Es una tortura, y no tiene ningún sentido.”

El fundador del psicoanálisis y autor de obras fundamentales como ‘La interpretación de los sueños’ era un fumador empedernido. En 1923 se le diagnosticó cáncer. Cuando no pudo aguantar más el dolor, pidió a su médico que le administrara una sobredosis de morfina. Entró en coma y murió al día siguiente.

Lord Byron

Me voy a dormir. Buenas noches.”

Uno de los más famosos poetas de su época, tuvo que marchar de Inglaterra por sus deudas y una relación escandalosa con su cuñada. En 1823, cuando ya estaba pasando por un mal momento, se vio atrapado en una tormenta. Regresó a casa con una fiebre muy alta; el tratamiento no surgió efecto y entró en coma. Recuperó la conciencia el tiempo justo para decir estas palabras.

Heinrich Heine

Escribir… lápiz… papel…”

Heine (1797-1856) fue un poeta alemán que pasó sus últimos años en París. En 1845 contrajo una enfermedad que le postró en la cama. Poco antes de morir dijo “Dios me perdonará, es su profesión”. Pero al parecer murió sin poder dejar por escrito su último mensaje.

J.W. Von Goethe

Abre la otra ventana… para que entre más luz.”

El famoso autor romántico fue el más destacado autor del movimiento Sturm und Drang. Murió en 1832, le había precedido su esposa en 1816 y su hijo en 1827. Está enterrado junto a Friedrich Schiller.
 
Fuente | ‘El libro de los finales’, de Albert Angelo (Ed. El Aleph)
 

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