Chris Killip da voz a la clase obrera inglesa

Por Marta Foyedo.

 

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Calle Santa Isabel, 52, Madrid

Hasta el 24 de febrero de 2014.

 

“Sonría por favor”  con estas palabras Chris Killip se recorría como un fotógrafo mercenario las playas británicas en 1964, cuando comenzó su carrera profesional como ayudante de fotografía publicitaria en Londres. Pero pasó poco tiempo hasta que Killip descubrió el abanico de posibilidades que le brindaba la cámara, y empezó a retratar el cambio social de la época.

 

Esta evolución se puede ver en las ocho salas que el Museo Reina Sofía ha destinado a la exposición Chris Killip. Trabajo/work. Donde nos encontramos con más de un centenar de fotografías en blanco y negro que recogen escenas de la vida cotidiana británica entre 1968 y 2004.

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La muestra se organiza por años y momentos, donde el visitante puede adentrarse y conocer de primera mano la situación de la clase obrera de aquellos años. “Su obra se caracteriza por su gran empatía, su profundidad y su observación sensible, y es capaz de transformar todo eso en un lenguaje visual” explica Ute Eskildsen, comisaria de la retrospectiva.

 

Comienza con la serie Retratos y finaliza con Historia, pasando por lugares como Skinningrove, un pueblo pesquero marginal cerca de Newcastle “Me sentí atraído por este pequeño pueblo, rebelde, terco y aislado entre Whitby y Middlesbrough, en la costa nordeste de Inglaterra, debido a sus valores, que giraban en torno a la pesca y el mar – explica Chris Killip-. Había gente que, recelosa del lugar, decía: “Skinningrove, ahí es donde se comen a los niños”.

 

En contraposición a estas imágenes reflejo de la precaria condición de la clase obrera, nos encontramos con la serie Costa (1975-1977), repleta de instantáneas de esos mismo trabajadores de vacaciones en el mar. Al haber dado sus primeros pasaos como fotógrafo en las playas, Killip  se declara atraído por lugares, que como estos, muestran a las personas tal y como son, fuera de rutinas y presiones. Además comenta “tengo aversión a pedir a la gente que pose”.

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A lo largo de toda la exposición se puede sentir la cercanía y empatía del artista con los sujetos  que fotografía, pero esa conexión se hace más latente en las instantáneas: la huelga de mineros del carbón (1984), donde Killip retrató la desesperación de los trabajadores de los pueblos del norte de Inglaterra.  “La huelga convocada fue inusual porque los mineros no hacían huelga por un aumento de salario sino que luchaban por su derecho a trabajar” aclara Chris.

 

Este fue un momento relevante para una época que Killip ha sabido transmitir a la perfección en cada una de sus instantáneas. “En cierto modo, me veo a mi mismo como un historiador, pero no de la palabra. La historia suele escribirse desde la distancia, casi nunca desde el punto de vista de aquellos que la padecieron” estas palabras de Killip, recogidas en uno de los textos cierra la exposición que podrá verse hasta el 24 de febrero en Madrid.

 

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