TIEMPOS MODERNOS

Por Inmaculada Durán. El diccionario de la lengua española define como moderno/na, en su quinta acepción, a “La persona que vive en la actualidad o ha vivido hace poco tiempo”. Dicho esto, todos los que vivimos en este momento podríamos considerarnos modernos. Pero, no. Quien lo crea está muy equivocado. Hoy, ser moderno es otra cosa. Y que conste que me cuesta definirlo porque no alcanzo a comprender el concepto en toda su amplitud.

Lo digo sin sarcasmos. De hecho, me preocupa que los tiros vayan por el viejo problema del salto generacional, ese que cuando identificamos claramente en nuestros padres, hace unos veinticinco años, pensamos que jamás podría afectarnos a nosotros. En cambio, nos encontramos, antes siquiera de darnos cuenta de nuestra edad real, de que no conocemos ni uno solo de los libros que ha leído el nuevo compañero de trabajo –mucho más joven que tú- de la sección de diseño. Porque los modernos son creativos y por tanto se dedican a profesiones donde expresar esa creatividad, como el diseño, la música, la moda… Hasta aquí todo bien. El problema viene cuando en las conversaciones comienzas a percibir cierto desprecio hacia ti, y tú, además, empiezas a tambalearte seriamente porque llegas a creer de verdad que te estás quedando atrás. Por ejemplo, volviendo a la literatura, no sólo te preguntas qué está fallando para que no conozcas ni una sola de las novedades editoriales que mencionan, sino que empiezas a sentir pánico porque, de repente, te estás enterando de que lo más importante de la literatura pasa por ciertos autores japoneses que, menos tú, parece ser que ha leído medio mundo.

Y no hablemos de la música. Para empezar, si admites que te gusta una canción que escuchaste en Los 40 Principales estás muerto. Evidentemente no entiendes nada de nada y te mereces que te miren por encima del hombro. Este es el momento en el  peso de la ignorancia te aplasta como una losa y comienzas a darte cuenta de que eres inferior, ¿cómo, si no, te suenen a chino nombres como Kraftwerk, Max Richter o Lorenzo Senni cuando oyes hablar de ellos como si fueran tan famosos como Frank Sinatra? En este apartado –el musical- suma puntos haber estado en festivales como el Primavera Sound, el Sonar o el Fib, o decir que has estado. Aunque no creo que sea tu caso. Y si por casualidad, a lo largo de la conversación, ellos mencionan algún grupo conocido, lo más probable es que se hayan equivocado.

Llegados aquí, y puesto cada uno en su sitio, para que ni siquiera te consideren, falta muy poco. Y si no te han mirado mal aún, te miraran, al menos, de arriba abajo. Desde luego, si llevas un calzado y ropa formales, quizá porque acabes de salir del trabajo, has perdido cualquier tipo de credibilidad, y no importa que debas atenerte a ciertos registros por cuestiones laborales, ellos jamás lo harían. Son libres y no se sienten cautivos de ninguna norma. En cambio, tú, sencillamente, eres un pobrecillo que se ha dejado doblegar y que, además, vas como todos (esto ocurre si no llevas gafas de pasta, zapatillas, vaqueros, camiseta y sudadera -si lleva rallas en las mangas, mejor-, de colores tirando a grises o, en general, indefinidos). Y aunque, en un momento de lucidez, percibas la falta de estilo o elegancia, terminarán convenciéndote de lo contrario porque cada cosa que llevan, que a ti te parece de lo más normal, es de un diseñador que no conoces y, además, carísima.

Conclusión: ¿Te ocurre esto y piensas que te estás haciendo mayor? Pues está en lo cierto. Ahora hay que conseguir no volverse loco en la cadena de montaje.

 

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