La osadía del arte clásico

Por Carlos Gamissans

Una escuela que reivindique la tradición artística, sin perder las conexiones con el presente ni la capacidad de innovar: es lo que pretende ser la Academia de Arte de Barcelona, que se inauguró en pasado mes en la Calle María Auxiliadora, en el barrio de Sarriá.

El director e impulsor del proyecto, Jordi Díaz Alamà, es un joven pintor y dibujante que ha ganado ya premios de relevancia. Entre ellos, el concurso Figurativas 2011 organizado por la Fundación de las Artes y los Artistas y el Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM), que también ha contribuido en la fundación de la escuela.        

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La academia está concebida para estudiantes que sientan la llamada del arte como algo vocacional, no como un simple pasatiempo. De hecho, el curso completo tiene una duración de tres años y pretende erigirse en alternativa a los estudios universitarios de Bellas Artes. Se trata de una iniciativa novedosa en España que ha atraído a alumnos y profesores de otras partes del mundo. Se impartirán lecciones sobre dibujo, pintura y escultura (tanto tradicional como digital), además de una amplia variedad de seminarios y cursos más breves. Las clases comenzarán el 30 de septiembre en un ambiente lleno de arte, ya que cuadros, esculturas y dibujos de estilo clásico (muchos de ellos obras de profesores) enmarcan los pasillos de la escuela. También se pretende que el espacio funcione como exposición y sirva para impulsar la carrera de los estudiantes.    

La filosofía sobre el arte que se transmite es una apuesta por el realismo “que siempre vuelve, mientras otras modas pasan”, asegura Jordi Díaz. Ahora bien, también puntualiza que el objetivo no es “ser academicista ni repetir a los maestros porque los motivos cambian”. Uno de sus cuadros expuestos en la escuela materializa muy bien sus palabras. En él se autorretrata ataviado de manera muy clásica, con un libro antiguo en las manos y una bolsa de comida rápida y una lata de refresco a sus pies. El contraste provoca perplejidad en el espectador y mueve a reflexionar sobre el modo de vida contemporáneo.

El espíritu también lo resumió Terra Chapman, otra de las profesoras, al afirmar que ellos enseñarán “la gramática del arte”, para que el alumno pueda decidir por su cuenta lo que desea expresar, ya que no tiene sentido “transgredir las normas sin conocerlas”.  También componen el profesorado Roser Masip, Xavier Dènia, el propio Jordi Díaz y el ilustrador Conrad Roset, entre otros.

Al acto de inauguración asistió el director del MEAM, José Manuel Iniesta, que destacó la vigencia de la metodología renacentista y del taller como centro de investigación y experimentación. Por ello le resulta paradójico que la apuesta por los orígenes del arte se haya vuelto un modo de ir en contra de la norma. Aseguró que “los maestros de los artistas que empiezan siguen siendo pintores como Caravaggio”, lo que explicaría la juventud de los profesores y alumnos que protagonizarán la actividad de la academia.

El Conseller d’Empresa i Ocupació, Felip Puig, fue el representante institucional en el acto. Ensalzó “la valentía de emprender” del equipo y la intención de trabajar en las aulas “con disciplina y método, sin olvidar el futuro representado por el mundo digital”. Aunque no pudo prometer ayudas económicas, sí declaró que contarían con “apoyo sentimental” por parte del Govern.     

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La inauguración congregó una asistencia notable. En el ambiente había una mezcla de efervescencia juvenil y cansancio por todo el trabajo que ha costado poner en marcha la academia. Las botellas y las bandejas se vaciaron rápidamente mientras el público descubría las diferentes estancias de la escuela. Su éxito deberá medirse con la perspectiva del tiempo, pero ilusión, talento y juventud no le faltan a este proyecto para  asociar todavía más intensamente el arte con la ciudad de Barcelona.  

 

 

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