Se estrena el corto "Solsticio", de Juan Francisco Viruega

 

Por Rubén Romero Sánchez

 

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El equipo de «Solsticio», de Juan Francisco Viruega

Que Juan Francisco Viruega es una de mis debilidades como amante del buen cine no lo desconoce nadie que se haya tomado tres vasos de agua mineral conmigo. Lo conocí hace casi dos años cuando lo entrevisté para Culturamas a raíz de su segundo corto, Postales desde la luna, con Héctor Tomás, el inmenso actor que lo protagonizaba. Ese día conocí a una persona hipersensible con la que podía hablar tanto de cine como de arte o literatura, o de lo que fuera menester. Una persona con las ideas muy claras con respecto a lo que quiere contar y el modo de hacerlo. Desde entonces, he seguido con mucha atención los pasos que ha dado, los premios que ha ido recogiendo por todo el mundo, la impaciencia con la que el mundillo del cine esperaba su nueva obra.

El año pasado me dejó leer un borrador del guión que hoy ya es película: Solsticio. Me impactó tanto que al acabar lo leí de nuevo buscando las respuestas a las preguntas que planteaba. La obra es tan compleja a la vez que sencilla, tan etérea a la vez que humana, que aún hoy, tras haberla visto varias veces, sigo pensando que la riqueza evocadora de sus imágenes, de su ritmo, de sus silencios, es tal que como espectadores ninguno podremos abarcarla por completo jamás. Y ahí reside, para mí, su mayor atractivo.

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«Solsticio», de Juan Francisco Viruega

El miércoles 20 de noviembre, a las 19.30 horas, en la Academia de Cine, tuve el placer y el privilegio de presentar, ante una sala abarrotada expectante por lo que estaba a punto de ocurrir allí, el nuevo trabajo de este director llamado a ser una de las voces más importantes de la narrativa fílmica de este país. Acudieron con él Pablo Ramos, el productor que todo lo puede, y los actores Javier Botet e Ingrid Rubio, maravillosos en sus complejísimas y matizadas interpretaciones.

No sé qué pensaría el público de lo que vio aquella tarde. Había allí actores y algún director que se me acercaron al final para confesarme lo noqueados que habían quedado con ese corto. A otros los oí, cuando abandonaba la sala para perderme en la oscuridad de mis pensamientos, tratar de desentrañar la simbología de la historia. Lo que sí sé es que Solsticio debe ser el último corto de Juanfran. Ahora viene el largo, del que esta obra no es sino una suerte de prólogo. Dentro de unos años, antes de comprar la entrada del cine para alguna de las películas que dirigirá este caballero, más de uno de los que asistieron el miércoles al estreno de Solsticio recordará que un 20-N, además celebrar un año más de libertad, estuvo en la Academia de Cine y vio, en primicia, el último corto de Juanfran. Quizá alguno también recordará que yo lo presenté, y lo apuesto que era entonces.

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