Caída Libre (2013), de El Tornillo de Klaus

 

Por Miguel Ángel Martín Maestro

 

“Los cines se han convertido en casas de putas en cuarentena”

 

El tornillo de Klaus, formado por un cuadrúpedo de cuatro patas, Mickey, Pablo, Carlos y Alicia, debe su nombre a una de las genialidades, o boutades, porque de las dos tiene, de Werner Herzog. Werner Herzog llamó “el tornillo de Klaus” a la manera que tenía Klaus Kinski de enroscarse alrededor de la cámara y entrar de forma desconcertante en el plano. Se forma así una relación especial entre el actor y la cámara, entre Kinski y Herzog, un baile de opuestos, porque Herzog y Kinski se odiaban y asimismo dependían el uno del otro. Sus películas son la celebración de esa relación destructiva, de esa ira, entre la amistad y el odio, y de aquí surge el nombre de este colectivo.

CAIDA LIBRE Carlos Cristóbal como TOP MANTA
Caída Libre (2013), de El Tornillo de Klaus

Caída libre es un vuelo sin motor, un aterrizaje forzoso desde las cumbres del éxtasis hasta las simas del olvido, la costumbre y el desamor. Caída libre es un corto rodado por un grupo de guerrilleros del cine dispuestos a hacerse oír aunque en el camino queden los cadáveres de los sueños, las esperanzas, los triunfos pero se mantengan los de la dignidad, el buen trabajo, la resistencia. Narrada como una especie de fotonovela de los 70-80 pasada por la noche londinense de Winterbottom en Wonderland y maquillada con un poco de luz hongkonesa marca Kar Wai, Caída libre es el encuentro y desencuentro de dos parejas a las puertas de los desaparecidos cines Roxy de Madrid, en el que la selección de la película a ver es una metáfora del desencuentro de los componentes de cada pareja. El suburbio de los sentimientos sale a la luz pero sólo de forma mezquina y cobarde, en forma de voz interior incapaz de mostrarse al otro, a sabiendas de que esas relaciones han acabado hace tiempo.

Alrededor de los protagonistas un conjunto de fantasmas de la gran urbe, un puñado de desheredados, de falsos alegres en medio de la obligada feliz navidad, la sociedad del consumo barato y de los sueldos baratos, del cine barato y de la crisis barata que nos arrebata hasta la capacidad de ser amable. Dos miradas que se cruzan y la esperanza de algo mejor, miradas traidoras en busca de un sustituto que permita saltar de una relación a otra sin tiempos muertos, porque, pese a todo, más duro es estar solo que mal acompañado, parecería que rumian los protagonistas del corto.

foto 11 alicia y pablo en CAIDA LIBRE
Caída Libre (2013), de El Tornillo de Klaus

En el crudo invierno no queda ni calor, ni rescoldo para avivar unas brasas que se han dejado consumir, el cine ya no es cine pero es cine, y el amor ya no es amor pero sigue existiendo. La belleza en el tratamiento de las imágenes y la selección de la música envuelve el trabajo del colectivo inundando de melancolía y derrota las imágenes y el texto. Podía haber sido un poema visual pero han decidido transformarlo en crítica personal y social. Mejor, mucho mejor, en este país y en este momento no estamos para sentimentalismos sino para sentir desde las tripas y mezclar amor con cine sólo produce una caída libre.

Según este grupo de artistas, El Tornillo de Klaus “es un proyecto pasional, en donde muchas de nuestras inquietudes temáticas podrían acogerse perfectamente bajo el mismo paraguas: el desencanto: desencanto hacia los circuitos artísticos mercenarios, desencanto hacia las verdades religiosas o morales que dimos por supuestas, desencanto hacia la pasividad de una sociedad que permite ser utilizada por unos cuantos ladrones, y desencanto, en efecto, hacia lo que nos han enseñado a llamar «amor» pero que viene a ser una forma mezquina, posesiva y alienante de relacionarse, donde son ignoradas las múltiples realidades de nuestra personalidad”.

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