Las (desnudas) heridas del viento

Por Fernando J. López. Desnudos.

El escenario. El texto. Los intérpretes. Incluso el director.

Desnudos en un escenario -el hall del madrileño teatro Lara- que se viste de palabras y de miradas. De emociones que obligan al espectador a sumirse en el viaje emocional de los dos protagonistas. Porque de la ausencia del artificio nace la urgencia de adentrarse en una historia donde somos un personaje más. Testigos del viaje emocional de dos seres que se buscan en las cicatrices de su soledad y que, entre sus silencios y sus verdades a medias, nos abren -con implacable contundencia- nuestra propias grietas.

La interpretación de Kiti Mánver y Dani Muriel es implacable en su eficacia. No hay un solo instante de la función en que den tregua al público, guiándonos a través de un tortuoso laberinto en el que, más allá de la anécdota, queda la esencia de un viento donde habremos de reconocernos. Porque su desgarro y su verdad son tan desnudas como los recuerdos que todos atesoramos, como las heridas que nos causa el tiempo, como los reflejos y ecos que desata este dueto de actores en estado de gracia.

No resulta fácil encontrar apuestas tan valientes. Recorridos emocionales (de ida y sin vuelta) que devuelven el teatro a su esencia y que nos recuerdan que este género, para ser, solo precisa del actor. De su palabra. Palabras que, en este caso, nacen de un texto cargado de lirismo de Juan Carlos Rubio. Una obra en la que el verbo es tema y, a la vez, instrumento. Cartas, frases, destinatarios y remitentes. Un texto de textos, una vida de vidas.

El juego escénico no decae en ningún momento. La trayectoria de ambos personajes, dibujada con emoción y solvencia en el texto, cobra una dimensión elegante y, a la vez, apasionada gracias a sus actores. Y es que ante tanta -y tan necesaria- desnudez solo cabe la admiración por la temeridad. La osada decisión de despojar al escenario de su artificio al igual que los personajes habrán de deshacerse de sus máscaras.

Bajo sus ensayados disfraces nacerá la verdad. Bajo los focos que los observan, auténtico teatro.

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