Técnicas de iluminación (Eloy Tizón) – II

 

Por Sonia Aldama

 

Eloy Técnicas

 

Técnicas de iluminación, Eloy Tizón.

Editorial Páginas de Espuma, 2013. 

Páginas de Espuma publica Técnicas de iluminación, el tercer libro de relatos de Eloy Tizón, que ya nos deslumbró en el 92 con Velocidad de los jardines, un libro de culto, de referencia en la literatura, llegaron después tres novelas: Seda salvaje, Labia y La voz cantante que consolidaron a Tizón como uno de los grandes narradores de la literatura contemporánea, regresó al relato en 2006 con Parpadeos, un libro asombroso con imágenes envueltas en luces que ya presagiaban su retorno, por fin en 2013.

Cuando te enfrentas a la lectura de Técnicas de iluminación, sientes pudor al escribir sobre una forma de narrar que te golpea abofeteándote la cara, y al mismo tiempo la acaricia, te rozan las palabras, no sabes por dónde empezar a contar la belleza con la que Eloy dibuja la literatura, pero comienzas, porque Tizón es un escritor imprescindible y valiente que reivindica la escritura: la pureza, el lirismo, la plasticidad, y por supuesto, el oficio de escritor. En cada uno de los diez relatos que componen el libro desmenuza las palabras para girarlas, reconstruirlas, da otro significado a través de imágenes y ensoñaciones envidiadas por cualquier escritor y compartidas con asombro por los lectores. El hilo que une cada frase te araña, te trastorna, deja una marca en la piel que no quieres que se borre por dolorosa que haya sido la introspección, tan necesaria por cierto para afrontar la lectura. Tizón es elegancia y desvelo, sus palabras desembocan en un mar de relatos luminosos, táctiles y finitos.

La luz está presente en cada historia. Cuenta Tizón en el libro que las chicas llevan sol en el pelo y la paciencia del protagonista es luminosa; también nos adelanta en una entrevista (publicada el 8 de octubre en abc.es Cultural) lo hipnótico de esta manera de narrar: «Tiene una doble lectura. Una, la literal, tiene que ver con la luz como elemento físico; pero luego alberga un sentido metafórico, en el sentido de iluminación del personaje que recibe una revelación que le ayuda a entender quién es, dónde está, o como es el mundo que tiene alrededor».

Y así es, en las palabras del autor y en los diez relatos, cuando la luz se filtra en la boca incrédula del lector y también en los ojos, que no quieren parpadear porque, de manera irremediable, tienen que pararse en cada párrafo, leer en voz alta, regresar a las palabras para permanecer en ellas: imagino a un lector que recuerda pasajes del libro mientras el semáforo se pone en verde, sus manos sujetan el volante, ahora son páginas, suenan pitidos y los conductores le increpan, pero arranca y recuerda una imagen exquisita del primer relato, “Fotosíntesis”: era tan hermosa que uno no sabía por donde empezar a quererla, o una de las frases de “El cielo en casa”: (…) Porque a estas alturas las historias deben de estar hartas ya de que todo el mundo las cuente (…). Los personajes de Eloy Tizón parece que nos advierten: ¡qué importa dónde esté ahora, te lo voy a decir, pero qué importa, mira lo que hago, cómo lo hago y sabrás por qué. Sufre, camina conmigo!

El autor nos da de nuevo una pista en la entrevista de ABC, nos descubre cómo respiran las historias: «Cada historia pide un formato determinado. Creo que es mala idea estirar un cuento de diez a ciento cincuenta páginas, y se suele notar, y tampoco puede recortarse una novela y dejarla en una narración breve. En mi caso, es un proceso bastante intuitivo, hay algo casi respiratorio. Al escribir la primera página, sé que pueden ser diez o doce páginas, o si necesitaré más espacio porque esa historia tiene posibilidades de ramificarse, si hay por ejemplo personajes secundarios a explorar. Novela y cuento tienen alientos distintos».

Los personajes de Tizón también saben hasta donde pueden llegar, se marginan, observan la realidad desde otra orilla, pero la atraviesan, derriban fronteras hasta llegar a la certeza. La lectura de Técnicas de iluminación consigue que puedas escapar del ruido, da igual si escuchas palomas en el tejado, taladradoras o canciones de unos niños en el patio, ya nadie puede interrumpir nuestra lectura: vamos a leer a Eloy Tizón.

 

 

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