Un festín de sobresaltos con el público de coprotagonista

Por Horacio Otheguy Riveira

Entre números artísticos tradicionales y otros insólitos, un terror nacido en España y reclamado mundialmente. Para mayores de 10 años. Prorrogado hasta el 12 de enero.

El circo de los horrores ha vuelto. Vamos a resucitarlo. Con este lema comienza un espectáculo que despierta nuestros temores más profundos y, al mismo tiempo, con sorprendente habilidad, las sonrisas más inesperadas. Es uno de los espectáculos más impactantes de la escena circense nacional, que ofrece una mezcla emocionante de sustos, asombro y humor con una constante interacción con el público.

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Continua búsqueda de la poética del terror

Todo comienza en una gélida noche de tormenta en un cementerio. A lo lejos se acerca un tren que se aproxima entre silbatos, vapor y el chirriar de los frenos. De este vehículo desciende un singular pasajero con su maleta en mano. Comienza la aventura de este personaje, que será perseguido por las bestias del circo de los horrores que buscan convertirlo en una de ellas. Este es el argumento base de un montaje de grandes dimensiones que combina teatro, circo y cabaret, no recomendado para menores de 10 años —humor libidinoso y lenguaje adulto—, envuelto en una cuidadísima puesta en escena que nos transporta a múltiples universos terroríficos y nos invita a descubrir fantasías y el humor negro en la poderosa atracción del terror, a través de la belleza del circo.

Espectáculo brillantemente dirigido por Suso Silva, quien también dirigió el presente Circo de las Navidades en el Price (en un ambiente opuesto, muy familiar y para todos los públicos), y que a su vez protagoniza este Circo de los Horrores interpretando dos personajes; Nosferatu, el simpático y sarcástico maestro de ceremonias, y el forastero que visita el pueblo maldito con la intención de rodar una película muda.

 

Circo de los horrores

 

Un viaje entre muertos y carcajadas

La clave está en la inmersión en un recorrido por diferentes fantasías, perversiones y universos terroríficos que sorprenden gracias a una puesta en escena que cuida hasta el más mínimo detalle; ambientación sonora, selección musical, iluminación y caracterización de cada uno de los casi treinta artistas que componen la compañía.

 Nos transportan a la tenebrosa atmósfera de un cementerio gótico, perdido y medio abandonado de principios del siglo XIX, a una jungla africana donde un demonio perdido practica magia negra para resucitar a unos acróbatas poniendo a prueba su resistencia contra el fuego, el sadismo irónico y divertido de una vampira, las  proezas de los Hombres de Transilvania, las perversiones de dos niñas poseídas en un magnífico número de contorsionismo…

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Números fantásticos como el de acrobacia sobre patines con ruedas inspirado en el cine romántico de vampiros, “la viuda negra” que se desliza por las telas en un precioso número aéreo, malabares de guerreros celtas que se inspiran con una coreografía de percusión virtuosa, la niña que busca entre el público alguien con quien jugar a la pelota con la cabeza de su madre, y muchas otras sorpresas que aguardan en un universo riquísimo en personajes y situaciones teatrales, durante dos horas que sobrevuelan con la permanente intriga de cuál será el siguiente golpe de efecto.

El gran impacto visual conseguido se ha creado mirando hacia el pasado, tal y como se demuestra en su temática, su puesta en escena y su guión. Inspirado en el cine en blanco y negro mudo con películas como Nosferatu de Murnau, y luego con clásicos del siglo XX como La Momia, El fantasma de la ópera, El exorcista o Poltergeist, estupendamente ambientado con una muy elaborada banda sonora.

Un viaje que atrapa desde el comienzo y con una intensidad que no decae en ningún momento, con matices en la emoción entre número y número, gracias al humor negro de los payasos muertos interactuando con el público, destacando siempre los recursos del maestro de ceremonias interpretando sin palabras, en números de mímica, al inolvidable y pícaro forastero en busca de la chica de sus sueños, del rodaje de su película muda, y del terror que se esconde tras el cementerio donde bailan los vampiros.

El baile de los muertos ha empezado, la fiesta de la oscuridad espera, y la gran familia no puede ser más «apetitosa»: Devora, la vampira; Nosferatu, el maestro de ceremonias; Munkhtuya y Orgonbajar, las niñas poseídas; Bellcebú, el demonio; La monja carnicera, La esposa muerta, El loco, El payaso asesino, El enterrador, La viuda negra, Las almas perdidas, La momia putrefacta… y el único mortal, Enric Clown, sobre el que recaen las miradas de los seres infernales dispuestos a todo para convertirle en uno de ellos.

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Una advertencia de amigo: el ambiente siniestro comienza en la entrada, y continúa mientras te ubican en tu butaca, y más allá también, y en todo momento… con una serie de elementos sorprendentes que provoca muchos sofocos al público desprevenido.

Para todos los buscadores de emociones fuertes esta es, sin duda, una experiencia imperdible. La cita se prorroga hasta el 12 de enero en el Escenario Puerta del Ángel de Madrid, próximo a la Casa de Campo

 

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