¿Qué nos queda? (2012), de Hans-Christian Schmid

 

Por Jaime Fa de Lucas.

¿Qué-nos-queda-1«Hasta las mejores familias esconden secretos»… Película basada en un guión de Bernd Lange que relata las turbulencias de una familia alemana de bien. Uno de los hijos, como vía de escape a los problemas de su relación sentimental, visita la casa de sus padres el fin de semana y se encuentra con una situación bastante complicada. Sus padres y su hermano pasan por momentos difíciles y su llegada, inofensiva en un primer momento, acabará siendo el detonante que lo ponga todo patas arriba.

Film sobrio, serio, frío, alemán, donde Hans-Christian Schmid demuestra que tiene el pulso firme y la habilidad necesaria para que todo transcurra higiénicamente, pero sin conseguir apartar la maleza de un guión que es mediocre hasta la saciedad. La historia no da para mucho, no hay colores, la monotonía lo absorbe todo, hasta las situaciones cuyo fin es desgarrar ese aburrimiento no tienen el impacto que deberían. Dirección correcta para un guión demasiado flojo.

Uno de los errores principales del metraje es su desplazamiento de pataleta en pataleta. Hay un conflicto principal y alrededor se le han adosado otros tantos que en la mayoría de los casos rozan la nimiedad. La película en sí misma es plana, no hay variedad de acontecimientos ni nada que sobresalga en especial. Parece que el motor de la película son las diferentes discusiones que van teniendo los miembros de la familia –de oca a oca y tiro porque me toca–, como si lo importante fuera inundar al espectador de energía negativa para que éste se agite en su butaca, ya que a falta de un contenido enriquecedor o de algo verdaderamente estimulante, cualquier sensación es buena.

Otro detalle que se ha pasado por alto es la magnitud de los problemas en relación con la clase a la que pertenece la familia. Muy sencillo: un hijo es escritor, el otro dentista, el padre tiene una editorial y la madre ni trabaja; y por supuesto, tienen una casa con una cocina que es tan grande como mi piso. Dinero no les falta. Si ahora mismo a un español, con la crisis que hay, le quieres vender como drama que el hijo dentista no tiene clientes en su propia clínica y que su padre le tiene que poner dinero para mantenerla, probablemente se ría de ti. Esta película pasa por alto lo que sucede en el mundo a día de hoy. Es obvio que el film intenta transmitir que los ricos también tienen problemas, pero no es consciente de que los conflictos que plantea, dentro del contexto actual de crisis, no tienen impacto alguno.

Por mencionar algo positivo, creo que el director ha conseguido que una historia poco brillante avance sin demasiados chirridos. El guión tiene muchas limitaciones, pero a pesar de ello, tanto el desarrollo como el resultado final no desentonan tanto –no es una aberración cinematográfica–. Los planos y los movimientos de cámara en algún momento me recordaron, salvando las distancias, a las primeras películas del colectivo Dogma 95 (Festen, Vinterberg, 1998; Idioterne, von Trier, 1998). Aunque si nos ponemos estrictos, el director también tiene la culpa de elegir un guión que no cumple las expectativas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *