Dejar pasar el tiempo

Por Víctor F. Correas. Es lo que tiene no visitar a los viejos amigos y hacerlo una vez pasado el tiempo. Mucho tiempo.Te enteras de cosas, de sus desdichas, de alegrías si las hay, y te marchas con la sensación de que, a lo mejor, hubiese sido más provechoso no saber de ellos. Total, amargarte la vida más de lo que ya la tienes. En eso piensas. Y ahí sigue el pensamiento, perenne.

Es lo que me ha ocurrido cuando he vuelto a visitar esta bitácora que tenía olvidada en los últimos tiempos por diversas razones que no vienen al caso. Y lo primero que he hecho es revisar las entradas previas, e incluso los comentarios. Y, créanme, una sonrisa se ha paseado por mi cara durante unos instante. El placer de saber que hay alguien detrás de estas  letras, anónimos amigos -en la mayoría de los casos- que las leen porque tienes algo que contarles. Y por eso he vuelto, por el placer de volver a contarles cosas. Cosas interesantes, tanto para mí como para ellos.

Decía que cuando llevas tiempo sin ver a los amigos y lo haces, te sumerges en un mar de aguas turbias y llenas de remolinos; la personalidad de cada uno impulsa sus propios temporales, y si se  quiere salir indemne de esas aguas lo mejor es aguantar el chaparrón, bajar la cabeza y decir a todo que sí. Lo mío es contar historias, cosas del día a día, asuntos triviales si se me permite. Nada de Ley del aborto, el chorizo de turno o el golfo que se ríe de los demás desde su lujosa atalaya mientras espera que el viento del olvido se lleve los pesares de aquellos a los que arruinó. Que su augusta madre los aguante, que a mí tres narices me importan sus cuitas y arreglos. Lo mío es contar cosas de verdad, de las que nos reconcilian con la naturaleza humana, con ese ser al que igual queremos como odiamos.

Por eso he decidido volver por estos lares para ver pasar el tiempo en compañía de ustedes. Así que, si gustan, aquí volveremos a encontrarnos cada semana, o cada quince días. Según. Porque los amigos, pase el tiempo que pase, siempre tienen cosas que contarse. Y si son buenas, mejor.

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