Enemy (2013), de Denis Villeneuve

 

Por Jaime Fa de Lucas.

enemy-poster-1Todos aquellos que vieron Prisioneros (2013), Incendies (2010) o incluso Polytechnique (2009), y salieron de la sala con el corazón agitado, notarán que una fuerza misteriosa les arrastra hacia la butaca aterciopelada más cercana para ver Enemy. Película basada en la novela El hombre duplicado del Premio Nobel de Literatura José Saramago y que trata de un profesor de historia que ve una película y se da cuenta de que un actor es idéntico a él. El argumento es interesante pero el desarrollo flojea. El escritor portugués nunca ha sido santo de mi devoción, pero ése no es el único problema, el guionista, Javier Gullón, tampoco ha sabido subsanar las carencias, incluso ha empeorado el conjunto presentando un desarrollo demasiado simple y un final bastante débil. Eso sí, la dirección de Denis Villeneuve es impecable, exprimiendo al máximo cada instante y consiguiendo que el film salga airoso a pesar de sus claras deficiencias argumentales. Una historia y un guión que se le quedan pequeños al director canadiense.

En primer lugar, hay que destacar la maestría de Denis Villeneuve –sombreros fuera–. Estamos ante un claro ejemplo de cómo una película se puede sostener sólo con la forma. Todo el metraje se mantiene gracias a la atmósfera que genera el director, porque la historia no da para mucho. Muy lograda esa tensión, ese ambiente opresivo, oscuro, que sin demasiadas palabras indaga en la crisis interior de los personajes y la extrañeza de la situación. La combinación de banda sonora y fotografía –gran trabajo de edición– es excelente. Momentos en los que el sonido acompaña a los cambios de plano, otros en los que una melodía siniestra, enfatizando los agudos, acentúa el misterio. Planos picados y contrapicados de los edificios, panorámicas de la ciudad y sus rascacielos, cámaras que intentan penetrar a través de las ventanas para averiguar los misterios que se cocinan en el interior… El cóctel de sonido e imagen es exquisito, de lo mejor que se puede encontrar ahora mismo en el cine actual.

Los contrastes entre la vida de ambos personajes son interesantes: el coche frente a la moto, el soltero frente al casado, ropa marrón versus ropa blanca y negra… El piso del profesor esboza la decadencia de la vida ermitaña dedicada a los libros y la universidad a través de la ausencia de muebles y los colores cálidos. El otro piso resalta el estilo de vida saludable, el éxito, con blancos y negros, muebles modernos, una mujer que va a la piscina, un marido que hace deporte, etc. La mayor virtud de esta dualidad es el solapamiento de bien y mal, pues no se nos presenta claramente que uno de los dos esté más cerca de un extremo que del otro. En este sentido, la película se desmarca del maniqueísmo clásico al que recurren cientos de largometrajes cada año. Y qué decir de Jake Gyllenhaal… sabe moverse más allá del bien y del mal, lo clava. Sólo con la expresión corporal ya sabemos de cuál de los dos personajes se trata –uno camina erguido y el otro con los hombros caídos y algo de chepa–. Todavía me pregunto cómo es posible que no estuviera nominado a los Oscar.

enemy_articleEl principal problema de la película es que la historia resulta algo superficial y las pequeñas pinceladas de profundidad que aparecen pecan de pretenciosidad. Al principio de la película aparece la frase “el caos es un orden por descifrar” que bajo mi punto de vista no es aplicable a lo que vemos. Tendríamos que suponer que el caos está dentro de los personajes, puesto que no hay nada caótico en la película, pero éstos resultan demasiado herméticos y no presentan o exteriorizan evidencias que apoyen la relevancia de dicha frase. También se meten ideas sobre el eterno retorno de la historia, las dictaduras sutiles que controlan la información, etc. No entiendo cómo esto se aplica al film, no sé lo que aporta. La idea de que “la historia se repite dos veces, primero como drama y luego como farsa” podría enlazar con la idea –arriesgada– de que los dos hombres idénticos son el mismo –véase El club de la lucha–, pero sigo sin apreciar las evidencias en la película, no hay elementos que señalen el camino. Habría que hacer un esfuerzo mental bastante exagerado para conectar esas ideas y atribuir significados ocultos a cosas que a priori parecen sencillas.

También es criticable la conducta del actor. Hay un momento en el que el doble piensa “me voy a hacer pasar por el profe y me voy a acostar con su novia sin que se entere ella” y amenaza al profesor y éste le deja. La aceptación del profesor me parece algo falso, pues muestra una personalidad excesivamente pusilánime ya que apenas tiene motivos para decir que sí, la amenaza no tiene fundamentos. Además, esa conducta se salta el proceso psicológico y desencadena en una respuesta demasiado simple a algo tan trascendental. Tiene que haber un proceso psicológico muy serio antes de asimilar que existe una persona que es clavada a ti, y aparte, ese hecho me parece algo tan complejo y tan trascendental que dudo mucho que lo primero que se me ocurra sea intentar beneficiarme a la novia del otro.

Puestos a criticar, hay que mencionar el desenlace. Después de haber estado en tensión durante toda la película –gracias Denis– cuando parece que llega lo bueno, de repente se acaba. Se mantiene una tensión más de una hora para que al final quede sin resolver, todo por culpa de ese final abierto que se deja. Un poco más de desarrollo no hubiera hecho daño. El film es como una nota de piano mantenida –gracias Denis– que no acaba de explotar en melodía –gracias Javier Gullón–.

Para concluir: las arañas. El recurso me parece muy interesante a la par que aterrador. Remarcar la primera escena de la película, la de la ciudad y la del final. La araña tampoco tiene connotaciones claras o permite una interpretación nítida. El propio Denis Villeneuve hizo firmar a sus actores una cláusula para que no revelaran nada acerca del significado de las arañas. Me la juego: las arañas representan el veneno del subconsciente, esa parte peligrosa que todos nosotros llevamos dentro y en cualquier momento puede salir a la luz, aunque hay veces que el propio subconsciente puede asustarse de nosotros.

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