Frances Ha (2012), de Noah Baumbach

 

Por Miguel Martín Maestro.

frances haEsta película es una delicia, es una divertida comedia llena de momentos dramáticos, es una de esas películas que, quizás, no podrían prosperar sin la existencia de un actor/actriz concreto que de vida a un personaje tan atrayente como el de esta Frances HaHa porque no cabe su apellido en el rótulo de su buzón, pero que da sentido a una persona incompleta, en constante búsqueda y realización personal.

Escrita a cuatro manos entre Noah Baumbach (sí, el de Una historia de Brooklyn y Margot y la boda) y Greta Gerwig, no resulta difícil pensar en una historia plagada de referencias personales de los creadores, y si no, en una historia plagada de realidad y de anécdotas procedentes de realidades cercanas.

Ver una película buscando referentes cercanos o lejanos de lo que vemos es cansado, y a la vez una muestra de esnobismo, además siempre habrá alguien que te descubra un referente más antiguo o más acertado al que uno da, pero no puede uno dejar de sentir que esta Frances parece beber mucho del Woody Allen de Manhattan, del Truffaut de Jules et Jim, de una nouvelle vague reformada y modernizada a la década de los 2010, donde los referentes existencialistas y la impronta comunista ha decaído.

Frances es una joven, todavía, de 27 años, que vive anclada en una edad que ya no le corresponde, los años de la loca juventud han pasado y la realidad le da de leches a diario, a los 20 puedes arriesgarte a perder trabajos, pisos, relaciones, a los 27 esa situación se torna desesperada si careces de perspectiva para mejorar. Frances quiere unas cosas pero la vida sólo le ofrece parte, y se niega y resiste a aceptar que la vida es renuncia y conseguir pequeños logros insatisfactorios por lo general.

Por eso en estos meses que retrata la película deberá buscar su sitio en una vivienda propia y una vida propia no compartida. De compartir piso con su mejor amiga pasará a compartir piso con dos chicos, luego deberá aceptar un minijob veraniego en su antigua facultad para tener techo y comida, buscará que una ex compañera de trabajo le permita utilizar una habitación unas semanas, y finalmente, madurará, aceptará que su futuro no pasa por convertirse en bailarina, porque le faltan actitudes y le sobra aptitud, y aceptará un trabajo de oficina en la compañía de danza que le permitiría hacer coreografías. En ese punto, Frances habrá alcanzado la madurez, un sentido de estabilidad que, probablemente, va a matar su ingenuidad y su optimismo forzado.

frances ha luchaEn ningún momento vemos a Frances desfallecer, y mira que tendría razones si se parara a pensar seriamente en su realidad cotidiana. Una vuelta a casa por navidad no le resta ánimos, vuelve a Nueva York convencida de lo que quiere, recuperar a Sophie para seguir compartiendo piso, lo que le llevará a otra desilusión que ayudará a la maduración y conseguir ser contratada como bailarina profesional, abandonando su condición de meritoria.

Baumbach retrata con afilado y vitriólico sentido las falsas apariencias de los amores familiares, dispuestos a saltar por los aires en cuanto el viento sopla en contra, pues no hay nada más frágil que lo que se mantiene por afectos impostados, ahora con Frances Ha, a ritmo de música optimista nos ofrece un retrato cercano a la desolación de una mujer incansable en su propósito pero destinada al fracaso absoluto si no cambia de rumbo, a tiempo lo consigue, pero por el camino ha podido perder todo, Frances no desfallece, pero no todos somos Frances, hasta tener que acortar su nombre no la acongoja ni la deprime, es una solución, y ante un problema todo tiene solución, como en la escena de la búsqueda de un cajero mientras su invitado a cenar espera, y desespera, en el restaurante. Frances es como un Cándido de Voltaire moderno, no obstante no deja de ser la chica que anda como un tío, a cualquier problema le llegará la solución, ante todo no renunciar al objetivo inicial, porque la vida ya nos pondrá en nuestro sitio.

Que el cine de Baumbach haya desaparecido de nuestras pantallas no es sino síntoma del panorama actual de nuestras empresas distribuidoras, de su riesgo y de su capacidad de adaptarse al nuevo público y sus necesidades. Probablemente nunca se ha consumido tanto cine alternativo, off sistema, de autor, y probablemente nunca ha sido tan difícil verlo en pantalla grande. Al tiempo que proliferan las apuestas comunitarias, creando plataformas de distribución y exhibición, la mayoría gratuitas para el cine español, más recalcitrante es el sector industrial para proporcionar al espectador un tipo de cine que hasta hace medio lustro llegaba sin problemas a nuestras salas. Se ha optado por el camino fácil, cine de alto consumo y bajo nivel para espectadores sin pretensiones, sin ganas de pensar, sin ganas de honduras ni retratos de la realidad.

Por el camino gente como Baumbach deja de estrenarse en España, y da lo mismo que gane premios, que las críticas sean laudatorias o que la propuesta sea fresca y excepcional, lo que cuenta es la forma de hacer dinero hasta que el invento reviente definitivamente, no educar al espectador porque éste se ha dado por perdido, y mientras tanto la cartelera languidece y los que buscamos apuestas distintas debemos abrir otras puertas, aunque en el camino perdamos parte del mensaje.

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