Una del Oeste, de Javier Abasolo

Por Paco G. Escribano. Los lectores de Javier Abasolo estábamos esperando con impaciencia desde que el año pasado publicara su último trabajo «La última batalla» lo nuevo de este autor bilbaíno, seguidor además del Athletic, como mandan los cánones. Con qué nos iba a sorprender era toda una incógnita. ¿Nos obsequiaría con otra entrega de la saga de Goiko? ¿Nos sorprendería con una de esas novelas tan suyas en plan thriller psicológico con diferentes voces narrativas? ¿O quizá retornaría a una de esas novelas negras distópicas situadas en un hipotético futuro en Euskadi?

Pues no, nada de eso. Cuando la editorial Erein anunció el último trabajo del autor ofreciendo además la portada de ese futuro trabajo, yo fui el primer sorprendido al ver que la nueva novela se titulaba «Una del oeste». Y lo primero que pensé fue que quizás Abasolo se había pasado al lado oscuro y se había hecho socio de la Real Sociedad; o que se había dado un golpe en la cabeza y había repudiado los bares y los pinchos del casco viejo de Bilbao.

Pero no, no, nada de eso. Leí, tengo que decir que con algo de desconcierto, la sinopsis que ofrecía la editorial y respiré con tranquilidad viendo que el autor no trataba de emular a Marcial Lafuente Estefanía (¿o sí?) y que se trataba de una nueva novela negra. La historia comienza con un asesinato, el de un charcutero. Un yonqui le dispara en lo que presuntamente parece un atraco a su tienda. El crimen habría pasado desapercibido entre las estadísticas de no ser porque, al parecer, el charcutero es en realidad el escritor de las novelas del Oeste firmadas con el pseudónimo de «Colt Duncan«.

El editor, un avezado hombre de negocios que se ha hecho rico vendiendo las novelas, contrata a un profesor de Literatura para que busque si es que existe la última novela para publicarla, ya que intuye que una novela editada a título póstumo multiplicaría las ventas. Por otro lado, el asesinato cae en manos de un juez novato que acaba de llegar a la Audiencia. Ante las presiones de sus superiores y de su familia política, decide no cerrar las diligencias porque no acaba de ver las cosas claras. Ambas investigaciones terminan por converger en la trama para poder resolver el caso.

Si bien la mayor parte de la novela está compuesta por lo relatado en el anterior párrafo, Javier nos regala la propia novela del Oeste que va intercalando entre los diversos capítulos y la trama y los personajes de esta tendrán mucho que ver a la hora de resolver el asesinato del charcutero. Por tanto, dos novelas en una.

Me temo que «Una del Oeste» es, entre otras cosas, un homenaje a aquellos escritores que en las décadas de los sesenta y setenta escribieron cientos de novelas del Oeste bajo pseudónimo para poder vivir de su profesión. Si lo hacían bajo pseudónimo era por dos motivos: porque un nombre anglosajón vendía más y porque algunos de estos escritores no querían que los críticos los relacionaran con estas denominadas «noveluchas de quiosco». Prueba de ello es que el malo de la novela del Oeste, propietario de un rancho que atemoriza a toda la comarca, se llama Silver Kane, que no es más que el pseudónimo que en su día utilizara Francisco González Ledesma para escribir sus novelas del Oeste. Otro ejemplo es que Javier Abasolo bautiza a otro de los secundarios con el nombre de Lou Carrigan, pseudónimo que utilizara en su día el prolífico escritor Antonio Vera Ramírez tanto para escribir novelas del Oeste como de Ciencia Ficción.

Pero «Una del Oeste» no solo es una historia más. Javier se sirve del género negro para describir esa sociedad bilbaína que conoce tan bien, para hacer, en definitiva, esa crítica social que no puede perpetrarse desde otro género literario. Y para hacerlo le echa sus buenas dosis de humor, humor negro a veces, cosa que el lector agradece.

En las páginas de esta estupenda nueva entrega del escritor bilbaíno nos encontraremos con poetas y narradores estirados, casi divinizados por la crítica y los ambientes académicos que no dudarán en bajarse de sus pedestales y escribir obras más populares a escondidas para ganar ese dinero que no les reportan sus insoportables libros de poemas o sus sesudos ensayos. También vendrán al encuentro del lector esos empresarios millonarios que jamás han leído un libro y que sin embargo montan una editorial para comerciar con ese objeto, sagrado para unos, imperceptible para otros, llamado libro.

La novela está plagada de guiños, tanto a personajes reales como a personajes ficticios, pero que son trasuntos de personajes públicos reconocibles. No podían faltar los guiños a otro excelente autor de novela negra del País Vasco y amigo personal de Abasolo: Jon Arretxe. Ambos autores se hacen esos guiños respectivos en todas sus obras y ya son un clásico que esperamos los lectores. Especialmente desternillante es un pasaje en el que Abasolo califica a Arretxe como «escritor de aspecto patibulario». No quiero desvelar más, pero no es el único guiño a Jon, encontrarán alguno más en la novela.

Un libro, para terminar, muy recomendable, con un estilo impecable, en el que si hay que resaltar algo es que es la novela en la que Javier Abasolo ha vertido más humor. Y no es fácil, nada fácil mezclar el género negro con el humor y la sátira.

Vayan a comprarla.

Me lo agradecerán.

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