«Mañana todavía», doce distopías para el siglo XXI

¿Y si los móviles se rebelaran? ¿Y si las redes sociales acabaran de atraparnos? ¿Y si los políticos borraran a ciertos ciudadanos, si la maternidad acabara siendo una forma de condena, si el medio ambiente no resistiera al final nuestra agresión? ¿Y si nuestro mañana fuera como pinta, o aún peor, pero hubiera esperanza pese a todo?

Mañana todavía.
Mañana todavía.

Actualidad editorial:

«El 11-S o la crisis económica fueron distopías que se hicieron realidad. ¿Cuáles podrían ser las próximas?». Desde la certidumbre de que el cultivo de la distopía es hoy, más que una moda, una necesidad social y literaria, los continuadores españoles de la línea marcada en su día por 1984, Un mundo feliz y Fahrenheit 451 demuestran por qué el género es la mejor ficción para entender la crisis. Ya sea desde el humor, desde la denuncia política o desde el homenaje literario, Mañana todavía (Fantascy, 2014) es una obra que trasciende la ciencia ficción para convertirse en narrativa de ideas de la máxima ambición. Con ese afán, autores de calidad y la popularidad de José María Merino, Rosa Montero, Laura Gallego, Elia Barceló, Javier Negrete, Marc Pastor, Emilio Bueso, Juan Miguel Aguilera, Rodolfo Martínez, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Félix J. Palma y Susana Vallejo, han aceptado el reto de sumarse a las doce distopías de este volumen, el primero de sus características en la historia del género.

Durante la presentación hace unos días del libro, Ricard Ruiz Garzón, encargado de la edición, afirmaba que “las distopías no se proponen adivinar el futuro, sino conjurarlo”. Cinco de los autores de esta docena de relatos distópicos estuvieron también presentes en la misma. José María Merino llamó la atención sobre el hecho de que un vocablo, distopía, que resultaba solo familiar a los lectores de la ficción científica haya terminado por convertirse en un término de uso común, hasta el punto de que será incluido en la próxima edición del diccionario de la Real Academia Española: “Se ofrecerá con la definición de representación imaginaria de una sociedad futura con características negativas que son las causantes de alineación moral”. Merino afirmó que las distopías literarias no son más que “proyecciones en el futuro de los aspectos más sombríos del presente que ya vivimos”. Rosa Montero retomó esa idea: “Siempre se escribe, con independencia del género, desde la insatisfacción del presente”. Y se mostró sorprendida por las prevenciones que las obras fantásticas despiertan entre los lectores: “Se debe a un malentendido, a que confunden la ciencia-ficción con un género esotérico que no tiene nada que ver con la realidad presente”. Sin embargo, en opinión de la escritora, “el género ofrece una herramienta metafórica poderosísima para hablar de la condición humana” y, en ese sentido, recordó Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin. “¿Qué es? ¿Una distopía? No lo creo. Es un libro que analiza el corazón de lo que somos”.

Juan Jacinto Muñoz Rengel también lanzó una pregunta al auditorio: “¿Y si esto que vivimos ya es una distopía?”. Rengel confesó tener la sensación de que cualquier distopía imaginada “se ha acercado en el tiempo y parece factible en un futurible inmediato”. Emilio Bueso admitió que su relato era tal vez el más oscuro de toda la antología: “Porque estoy convencido de que estamos al borde del colapso, de la extinción como especie; estamos sentados sobre bombas de relojería en las que nos hemos acomodado. Hemos cruzado varios puntos de no retorno y es probable que no tengamos ningún futuro si no cambiamos. Ya estamos viviendo en una distopía y lo que viene ahora es la debacle”. Javier Negrete, autor de la novela corta que cierra el volumen Mañana todavía, destacó el recurso del humor en su texto: “Trato el tema de lo políticamente correcto y, ante sus expresiones, mi reacción oscila entre el enfado y la hilaridad”.

En la introducción del libro, Ruiz Garzón comenta que “las distopías están de actualidad. Por un lado se ha producido un boom del género en su vertiente juvenil. Por otro, la crisis económica y la desafección política han alimentado una mirada pesimista y admonitoria que encaja perfectamente con las bases del género. ¿Cómo luchar contra semejante estado de ánimo? ¿Cómo enfrentarnos a unos poderes que parecen superarnos? Una de las respuestas sería, quizá, mirar la forma en que lo hacen los antihéroes distópicos: en entornos aún peores, luchan, pelean, tratan de resistirse. Suelen perder, pero después de haberlo intentado. ¿No deberíamos hacer lo mismo nosotros, antes de que sea tarde?”. Ruiz Garzón (Barcelona, 1973) es escritor, periodista literario y asesor editorial; también colabora en distintos medios de prensa, radio y televisión como El Periódico de Catalunya, El País, Cadena SER, RAC 1 y Time Out.

.

Mañana todavía.  VV. AA.  Edición de Ricard Ruiz Garzón.  Editorial Fantascy, 2014.  496 páginas.  17,90 €

.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *