El 62 Festival de San Sebastián encumbra a «Magical Girl» y Carlos Vermut

 

Por David Garrido Bazán.

Magicasl Girl Mejor Director Carles VermutLo contábamos ayer en nuestras previsiones: no había en el certamen una película más original e innovadora que Magical Girl y al final resultó que el Jurado tuvo un grado de consenso mucho mayor de lo esperado –pese a los numerosos rumores sobre sus supuestas desavenencias internas– y no contentos con darle la Concha de Oro a la Mejor Película de esta 62 Edición, reforzaron aun más la figura de su brillante director, Carlos Vermut, concediéndole la Concha de Plata a la Mejor Dirección. Algunos dirán que dos galardones y además de tanto peso en un Palmarés que solo reparte siete premios puede resultar algo exagerado. Yo no. No solo porque defiendo la brillantez de Magical Girl hasta tal punto que, si la carrera de Carlos Vermut prosigue por los caminos que tanto promete, algún día podremos decir que asistimos a la edición en la que se le encumbró no ya como un valor emergente del cine español, sino como una realidad. Además, soy muy partidario de la idea según la cual un Festival puede tener directores “propios” a los que en cierta forma “descubre”. Sea cual sea el futuro de Carlos Vermut, hay un antes y un después de Magical Girl y esta edición del Zinemaldia. Solo cabe desear que este doble premio ayude a la carrera comercial que la película inicia en los cines el próximo 17 de Octubre. Iba a arrancar con solo 30 copias, un estreno limitado a grandes ciudades y proyecciones especiales. La película merece más y, con un poco de suerte, encontrar a su público. Ojalá que así sea.

La isla mínima protagonizó la otra gran alegría de la noche para un cine español que se ha mostrado, en conjunto (y si obviamos las dos películas que iban fuera de concurso) como la filmografía más potente de esta edición. La soberbia película de Alberto Rodríguez, una trama atmosférica de secuestros y misterios ambientada en las marismas del Guadalquivir en la España convulsa de 1980 no inventa nada, cierto. Pero qué placer da disfrutar de un buen cine de género ejecutado con tanta maestría. El premio a la Mejor Fotografía para Alex Catalán –que sucede al de Pau Esteve de Caníbal del año pasado, lo que da buena prueba del excelente nivel de nuestros profesionales del sector– es indiscutible, como también el concedido como Mejor Actor a Javier Gutiérrez, un maravilloso trabajo que debería servir para descubrir de una vez la versatilidad de este fantástico actor de cine y teatro algo encasillado por sus trabajos televisivos y su pertenencia casi exclusiva al género de la comedia. Quizás el Jurado podría haber optado por hacer un ex aequo con su compañero Raúl Arévalo, algo que quedó patente cuando éste recibió el galardón mientras Gutiérrez estaba en las tablas de un teatro en Bilbao, a pocos kilómetros. Su trabajo también es muy meritorio. Pero lo de Javier Gutiérrez tiene mayor capacidad de impacto. Y nos alegramos por él.

Nos pilló con el paso cambiado el Premio a Mejor Actriz a la esplendida Paprika Steen por su papel de controladora hermana mayor en Silent Heart. Pero nadie se atrevió a discutírselo. Al fin y al cabo fue la forma que encontró el Jurado de recompensar la notable película de Bille August y evitar así que se fuera de vacío y de paso reconocía el talento de una mujer cuyo rostro, casi siempre presente en terribles dramas de profundo calado, se nos ha ido haciendo cada vez más familiar con el paso de los años. Podemos sentirlo por la Hadas Yaron de Félix y Meira o por Nina Hoss en Phoenix, ambas muy superiores en sus composiciones a las películas en las que desplegaban su talento, pero quizás ese sea el elemento decisivo: Silent Heart sí es una película sólida y bien resuelta. No cabe pues demasiado espacio para la protesta.

Más discutible resultó la concesión del Premio Especial del Jurado a Vida salvaje de Cédric Kahn, el único premio que fue recibido con algunos pitos en la Sala de Prensa. No era para tanto: esta historia de padre muy alejado de la sociedad convencional que decide obligar a sus hijos a una vida de clandestinidad en sintonía con la naturaleza es un drama potente y bien llevado al que quizás le falta algo de mordiente y le sobra una elipsis donde podría esconderse toda otra película acaso aun más interesante. Me gustó Vida salvaje, pero reconozco que el Premio Especial del Jurado, entendido como ese galardón que suele premiar a aquellas películas que juegan con los formatos, experimentan o innovan de alguna forma en el campo del lenguaje cinematográfico, le viene demasiado grande. Sobre todo a causa de algunas de las ausencias que comentaremos luego. Pero no es un premio grosero ni que moleste demasiado.

Nos falta el Mejor Guión, que recompensó al consagrado novelista Dennis Lehane (ya saben, el de Mystic River o Adiós pequeña, adiós entre otras) por The Drop, otra de las propuestas notables que más habían convencido a su paso por San Sebastián. El guión de esta historia que gira en torno a un barman más despierto de lo que parece a simple vista, su peculiar historia de amor con el cachorro al que salva de una muerte segura y sus peripecias con el crimen organizado que utiliza el bar que regenta James Gandolfini como buzón para su dinero negro está espléndidamente escrito y aún mejor resuelto, sin cabos sueltos. Tampoco podemos discutir demasiado, salvo que alguno tenga la tentación de que se ha premiado al nombre antes que al trabajo en sí. Personalmente no estoy de acuerdo con esa afirmación: si un guión es bueno lo es y punto. Es más: si hubiera sido para cualquier otro, ahora estaríamos quejándonos de que se hubieran olvidado de Dennis Lehane y dejado The Drop fuera del Palmarés.

Y para terminar las ausencias: todos los periodistas, vascos o no vascos (quizá incluso más éstos últimos) lamentamos la ausencia de la conmovedora Loreak en el palmarés, si bien el equipo está increíblemente satisfecho con el cariñoso recibimiento de una película sencilla, hermosa y conmovedora sobre el dolor y cómo lidiar con la pérdida. Nadie recuerda ya el detalle de que estuviera hablada en euskera en su totalidad. Porque es eso: una anécdota. Loreak se estrenará en breve en los cines comerciales españoles. Vayan a verla, dejen los prejuicios de cualquier tipo en la puerta y permitan que les seduzca con su historia. Algunos citan Eden de Mia Hansen Love o incluso Haemoo, la propuesta más de género de la competición, como otras ausencias destacables de los premios. Pero a diferencia de ediciones anteriores, creo que el Palmarés de este año ha encumbrado lo mejor de lo que hemos visto esta semana. Todo no cabe, ya lo sabemos: señal de que ha debido ser una buena edición si las echamos de menos. Personalmente, yo me siento más que satisfecho con lo visto y vivido. Y espero que hayan disfrutado estas crónicas tanto como yo escribiéndolas para todos ustedes

¡Zorrionak Donosti Zinemaldia y hasta el año que viene!

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