Variaciones sobre una venganza de barrio

Por Agustín Montenegro.

 

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Hay seis actores. Uno habla al público, a nosotros. Presenta a un Sujeto, el sujeto principal de nuestra historia. El Sujeto es el mismo en las tres casas del pueblo: en la casa a la salida del pueblo, en la casa frente a la entrada, y en la casa del medio. Primera posibilidad: cuatro personas entran armadas a su casa. Buscan a Teo para matarlo. Amenazan al Sujeto hasta que dice la verdad. Segunda posibilidad: en la casa al final del pueblo, el Sujeto es visitado por sus vecinos. Quieren armar la resistencia para defender a Teo y al pueblo.

Ahora, ¿quién es Teo? ¿Qué hizo? ¿Por qué lo buscan? Lo que sucede a continuación, en la casa en el centro del pueblo – el centro equidista entre la resistencia y la muerte, entre la pregunta de qué hizo Teo y la certeza de que hay que defenderlo – es la concatenación de hipótesis que responden a esas preguntas. Todo sucede a la misma hora: el tiempo retrocede, los vecinos (dos parejas, es decir, dos hombres y dos mujeres) visitan constantemente al Sujeto de la casa del medio, un Sujeto que al comienzo es dubitativo: no sabe qué pensar de Teo ni de sus vecinos, y que poco a poco va llenándose de las intrigas que sus queridos amigos le traen a la puerta de su hogar.

El argumento es policial: un ajuste de cuentas, un crimen sin condena, la inocencia más allá de toda duda. En las condiciones abstractas de la puesta (personajes sin nombre, casas representadas por líneas cúbicas de madera) sin embargo, se esconde una intriga de barrio. La belleza del teatro es su capacidad de adaptación, su facilidad para convertirse en pura forma: la intriga de La prueba de lo contrario podría encontrarse en cualquier barrio de cualquier ciudad en cualquier país: ¿que Teo está acusado de violar a la hija del farmacéutico, pero no había pruebas?, ¿que nuestro Sujeto, tan probo y leal, tuvo un affaire con la mujer del vecino? ¿Eutanasia, dinero, propiedades, enfermedades? Sí, el texto de Chiacchiari tiende a la abstracción, pero la forma abstracta, como la conciencia del sujeto, va cargándose, poco a poco, con las miserias de su barrio, y las propias. Los vecinos retroceden en el tiempo: para ellos no existe el momento previo (es decir, no tienen la capacidad de hilar la intriga, de relacionar: solo expulsan y hacen catarsis). El Sujeto, sin embargo, es el protagonista justamente por su capacidad de caminar en la línea del tiempo y empujar la trama hasta su última y definitiva hipótesis.

Porque el teatro es pura forma y La prueba de lo contrario tiende a la abstracción, ese final definitivo es independiente de las intrigas, de las cosas mundanas que suceden en la casa del medio. Al final, no importa nada: la casa del final del pueblo estará organizando la resistencia, la casa a la entrada del pueblo estará invadida por los asesinos y Teo, finalmente, no tendrá escapatoria. Las variables del barrio, hipótesis encadenadas, quizás una arqueología del chisme, y nada más.

 

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FICHA TÉCNICA

Director: Melina Marcow

Autor: Olivier Chiacchiari

Actúan: Marcos Ferrante, Javier Pedersoli, Fernanda Pérez Bodria, Eduardo Iacono, Natalia Olabe y Martín Speroni.

Iluminación: Rocío Caliri.

Vestuario: Juan García y Aldana Della Salla

Diseño del espacio: Julieta Potenze.

Asistencia de dirección: Maia Minovich

Dramaturgia y dirección: Melina Marcow

Prensa: Carolina Reznik

Difusión alternativa: Leandro Martínez Depietri

asistente de producción: Ana Orono

Traducción: Margit Schmoll

Fotos: Ana Bárbara Iglesias.

 

EL CAMARÍN DE LAS MUSAS

Mario Bravo 960, CABA

Jueves – 21:00 hs

 

Duración: 70 minutos.

Localidades: general: $ 120

Jubilados y estudiantes universitarios: $ 70 (presentando acreditación)

 

FOTO VIA: mundomerengue.com

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