Cómo empezar a leer a patrick Modiano, Premio Nobel

En la sombría París de los años 60, el café Condé es punto de reunión de poetas malditos, quienes tienen un mismo objeto del deseo, la enigmática Louki, hija de una trabajadora del Moulin-Rouge.

Esta historia cobra vida en la novela «En el café de la juventud perdida», la mejor puerta de entrada a la literatura del francés Patrick Modiano, ganador del Premio Nobel de Literatura 2014, opinaron el escritor Rafael Pérez Gay y el editor del suplemento Laberinto de MILENIO, José Luis Martínez.

«Nos lleva por todos los lugares emblemáticos de esta ciudad (París) y al mismo tiempo va construyendo un misterio, un enigma que después se desentraña», comentó Martínez.

La obra de Modiano se caracteriza por un tono directo pero de gran belleza; atiende a la memoria histórica, pero también a su historia personal; y tiene en el París de la Segunda Guerra Mundial no solo escenario para sus historias, sino un personaje principal.

«Hay un París sombrío, a media luz. La ciudad es un personaje principal» en la obra de Modiano, destacó Pérez Gay. Apuntó además que su prosa es de «tono directo, pero al mismo tiempo inspirado».

Sus textos son breves y en ellos siempre hace «un ejercicio de memoria, de una memoria trasladada a la ficción», señaló Martínez.

Además de «En el café de la juventud perdida», Pérez Gay recomendó para leer a Modiano «Un pedigrí», «El horizonte» y «Villa triste». Martínez señaló también «Calle de las tiendas oscuras» y «La hierba de las noches».

El escritor Benito Taibo se refirió a «La plaza de la estrella», novela debut de Modiano, sobre el año 68, en la que habla de la Francia ocupada por los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

«Me resultó de atmósferas verdaderamente densas, situaciones límites, aburrido, lo digo con todas sus palabras», dijo.

Modiano, un desmitificador de Francia

Patrick Modiano muestra con sus libros la historia semioculta de la época oscura de Francia durante la ocupación y el nazismo, afirmó Julio Patán, y en ese sentido «es un autor desmitificador».

«Francia pasó a la historia como una de las fuerzas aliadas que enfrentaron al nazismo heroicamente, y en realidad había una historia semioculta, que es la real, la de una Francia que en muchos casos estuvo muy cerca del nazismo, que apoyó al capitán Peten en más casos de los debidos, que no presentó la suficiente resistencia, esos son los temas de Patrick Modiano», dijo.

El escritor mexicano dijo que esa es la razón por la que Modiano se convirtió en una figura intelectual importante en Francia, pero que, en su opinión, hay otros autores cuya obra subraya «el peso humanista y de cuestionamiento a la historia» y han sido ignorados por el comité de los premios Nobel. Cita a Philip Roth, de Estados Unidos, y en otro rango a Amos Oz, en Israel.

Un premio sorpresivo

El nombre de Modiano no figuraba entre los favoritos para llevarse el Nobel de Literatura, y en ese sentido resulta una sorpresa que le hayan otorgado el galardón.

El escritor Benito Taibo se dijo sorprendido por la decisión ya que «casi no se conoce».

Consideró que el galardón se debe a que es un escritor que ha ganado los premios más importantes en su país como el Premio Goncourt, y dijo que como es un premio de trayectoria seguramente tiene una vasta obra que lo respalda.

Para Rafael Pérez Gay el galardón a Modiano no es una sorpresa, ya que «es un buen autor y un autor que merece el premio», aunque «sigo pensando que Philip Rodd es mi eterno candidato para ganar el Nobel, ya va a pasar a la historia como el que no ganó».

Julio Patán señaló que comparte emocionalmente que el francés haya sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura por el «estatus moral, ético, y de revisión histórica de Modiano, pero me cuesta mucho compartirlo en términos literarios».

José Luis Martínez opinó, sin embargo, que «(la Academia Sueca) hace justicia a un autor que durante mucho tiempo ha cultivado una escritura de una gran belleza».

Taibo calificó como una conicidencia que en tan poco tiempo se le otorgara en Nobel a dos franceses, pues apenas en 2008 lo recibió Jean-Marie Gustave Le Clézio.

Pero reconoció que el Nobel «a veces sirve para llevarnos estas maravillosas sorpresas, de conocer gente que ha andado ahí toda la vida y no conocíamos».

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