Mi vida ahora (2013), de Kevin Macdonald

 

Por Miguel Martín Maestro.

mi vida ahora cartelLas alas rotas no son exclusivas de los pájaros, ni las alas rotas suelen curarse solas. Mi vida ahora habla de alas rotas en medio del caos y de la barbarie. Entre enemigos sin identificar, algo que acompaña nuestro deambular diario, una película que podría haber caído fácilmente en la cursilería, se debate con cierto tono sereno y ajustado entre el drama romántico de amor por encima de todas las cosas, el apocalipsis digno de McCarthy en En la carretera y la podredumbre moral que Cuarón retrató en Hijos de los hombres.

Una joven abandonada por su ser más cercano y al que más protección y dedicación debe, su padre, es aparcada con la familia materna en pleno campo de Gales, rodeada de adolescentes y niños, entre unos primos expectantes por intimar con la prima americana y que se sienten decepcionados por su aparente carácter sociópata, entre juegos y escapadas, manteniendo un rito veraniego alejado de la amenaza latente, esa que nunca pensamos que puede explotar al lado de tu casa. Daisy, o como quiere ser llamado el personaje que interpreta la fotogénica Saoirse Ronan, arrastra un pasado de dolor, de medicamentos, de tratamientos psiquiátricos, de desidia familiar una vez que su madre murió sin que Daisy llegara a conocerla, para Daisy llegar a la granja y conocer a su primo mayor Eddie es todo un golpe profundo, la electricidad estalla entre ambos sin atreverse a mirarse porque se reconocen en su recíproco carácter especial, oír voces en el interior, tener visiones o sueños proféticos no es muy habitual.

El drama romántico quedaría muy cojo si la única trama de la película se ciñera a la historia de amor adolescente entre dos jóvenes introvertidos, inseguros, doloridos, aplastados por el pasado. La historia entre ambos, la soldadura de sus alas rotas se ve dificultada por el estallido de una guerra contra el terrorismo global que implica la invasión del Reino Unido, el desencadenante de la destrucción es tan rupturista de la historia que marca un punto de inflexión bello y terrorífico a las imágenes. El aparente idilio en ciernes se ve truncado por la aparición de una guerra tan absurda como imposible de prever, no conocemos al enemigo pero el enemigo puede estar en todos los sitios. El camino y la promesa de reencuentro invitan a Daisy a enfrentarse a sus miedos, a sus defectos, a sus taras y a sus desequilibrios. Es la primera vez, y quizá la última, en que su vida puede tener cierto sentido, mantener la esperanza y la expectativa de reencontrarse con Eddie le permite reencontrar una razón para vivir, incluso cuando más improbable es sobrevivir si no se mantiene cierta fortaleza.

Las guerras dejan huellas imborrables una vez terminadas, las alas rotas pueden ser menos graves que las mentes rotas, finalmente todas las rupturas confluyen en un rayo de sol que calienta un rostro, una mano, una gota de sangre. Repetir un gesto puede despertar una mente adormecida, el futuro de Saoirse no va a ser fácil, pero ha recuperado las ganas de vivir y relacionarse. Ha dejado de ser una adolescente consentida, rebelde e ignorada, ha pasado a la madurez sin etapas previas. How I Live Now, o como se ha titulado en España, Mi vida ahora, congratula porque, siendo una pequeña propuesta, encierra interesantes reflexiones que separan la película del tópico adolescente, sin olvidar que la historia procede de una novela de éxito en el mundo anglosajón destinada a esa franja de edad. No se hagan grandes expectativas, pero el producto no es desechable, ni mucho menos.

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