¿A quiénes encontramos en Eurovisión? Ayer y hoy de una transformación cultural

Por: Daniel Arrébola 

André Claveau -Representante de Francia en 1958. FUENTE:eurovision-spain.com
André Claveau -Representante de Francia en 1958. FUENTE:eurovision-spain.com

Desde su creación en 1956, el Festival de la Canción de Eurovisión, ha ido transformándose desde los componentes de un evento sobrio y prestigioso (orquestas musicales, crooners trajeados o en americana, mujeres vestidas por los mejores modistas de la época -el diseño de Salomé en 1969 correspondió a Pertegaz-, representantes de reconocido prestigio en sus respectivos países) hasta acabar recogiendo con la llegada e incremento de los nuevos socios (ex-repúblicas del Este, micro- Estados) todo un cocktail de planteamientos vanguardistas que huyen, precisamente, de esa alcurnia

reputada de los orígenes.

Y es que en efecto, en esta transformación social, no podemos obviar que Eurovisión en los años 50, 60 y buena parte de los 70, suponía un evento en el que sólo participaban gente de piel blanca, una gran mayoría de rubios o castaños y lo más guapos o fotogénicos posibles (Isabelle Aubret, Sandie Shaw, Cliff Richards, Karina o Raphael).

Representante de Polonia 2014. FUENTE: youtube.com
Representante de Polonia 2014. FUENTE: youtube.com

De esta manera, y en el perímetro de los contenidos que más nos interesan en la comunicación intercultural, encontramos actualmente en este macro-evento, participantes de todas las etnias posibles integradas en Europa. Sin ir más lejos, la reciente ganadora de esta edición, la representante de Austria Conchita Wurst, pertenece a la colonia de sudamericanos -en este caso colombiana- que migraron a Centro-Europa en los últimos años del siglo XX. Este mestizaje cultural, ha ido incrementando con el paso de los años a raíz sobre todo, de las participaciones de países limítrofes con el continente europeo como Israel, Armenia, Turquía o Azerbaiyán que presentan en sus habitantes unas etnias bastante alejadas de las que presentaban aquellos primeros países fundadores del festival en 1956. Tan honda y dinámica ha sido esta metamorfosis que la paradoja en estos años es ver en Eurovisión a un cantante trajeado, con voz grave y sin imperfecciones faciales o corporales. Así que actualmente encontramos en el Festival a todas las etnias y componentes sociales que nos podamos imaginar: desde participantes negros, mulatos u orientales, hasta incluso pasando por más showmans humorísticos que cantantes profesionales como tales y mujeres desprovistas en gran cantidad de ropa que atraen por sus encantos anatómicos en lugar de por sus dulces voces.

El “frikismo” como alteridad

El cineasta Tod Browning filmó en 1932 La parada de los monstruos título traducido de su original Freaks. Este término anglosajón, representaba -tal y como muestra el filme- a todo un colectivo de personas “diferentes” en su aspecto físico: enanos, gigantes, tullidos y amputados, que supuso un punto de inicio de la implantación social del término en el mundo occidental, hacia todo aquello que se comportaba de manera disfuncional, que se salía del establishment. El festival de Eurovisión se convirtió, a partir de la última década del siglo pero sobre todo a partir de 2003 con la participación del austriaco Alf Poier, en uno de los mejores escaparates de la atracción por lo “freaky”.

Alf Poier, representante de Austria en 2003, supuso el inicio de lo freaky como sistémico. FUENTE:eurovision.tv
Alf Poier, representante de Austria en 2003, supuso el inicio de lo freaky como sistémico. FUENTE:eurovision.tv

El evento ya había mostrado anteriormente tendencias de destape como la de los alemanes del grupo Dschinghis Khan que sorprendieron en 1979 por su extravagancia o como la victoria de la transexual Dana International por Israel en 1998 pero fue a partir de la entrada al nuevo siglo cuando el Festival se desnudó por completo de cualquier atadura moral impostada. De esta manera, el propio freakismo se ha sistematizado en Eurovisión e incluso perfeccionado con una mezcla de exotismo y calidad musical que no deja de ser “freaky” por su aparente disfuncionalidad con aquello establecido en la industria musical. España tampoco se resistió a esta tendencia por lo extraño y en 2008 (ya con el boom del freakismo muy consolidado) envió como representante de TVE al personaje de Rodolfo Chikilicuatre que, en clave de humor, interpretaba el actor y cómico David Fernández.

Tal ha sido la revolución el éxito y la consolidación del freakismo en Eurovisión, que hoy en día es difícil o, prácticamente imposible, sellarse una imagen como visión común y cultural de este concepto. ¿Ha nacido una nueva etnia social que no entiende de barreras en la Europa audiovisual? No sería desde luego, una conclusión descabellada.

And Twelve points goes to…Conchita Wurst

Mi personaje es una mujer barbuda, creada como una declaración de la tolerancia y la aceptación ya que no se trata de apariencias, es sobre el ser humano”, así definía el cantante austríaco Thomas Neuwirth, su personaje creado al que dio nombre de Conchita Wurst y con el que se proclamó vencedor de la reciente edición del Festival de Eurovisión 2014. El personaje luce una bonita melena oscura y una estudiada barba postiza provocativa y simbólica de los derechos por la paz y libertad sexual. Que Austria presentaba un buen tema no lo discutiremos, pero que la mayoría de países europeos, mediante su televoto y las puntuaciones de los jurados profesionales, se sintieron atraídos por todo el significado que exaltaba esta construcción de personaje, parece algo evidente.

Conchita Wurst, ganadora de Eurovisión 2014. FUENTE: RTVE.es
Conchita Wurst, ganadora de Eurovisión 2014. FUENTE: RTVE.es

El lógico orgullo gay que presenta Conchita Wurst, desató una gran polémica en Austria donde apenas cuatro días después de su elección interna como representante, más de 31.000 personas seguían una página de Facebook titulada “anti-Wurst”. Por el resto de Europa, también llegaron pronto las reticencias a esta apuesta por el ímpetu gay y el Ministerio de Información de Bielorrusia, recibió en el mes de Octubre de 2013, una petición para que la emisora estatal BTRC no emitiese la actuación de Wurst en Eurovisión. Destaca la idea o motivo principal que recogía esta petición: “Eurovisión se podría convertir en un semillero de la sodomía”. Ante una nueva petición similar, en este caso de Rusia, y tras la controversia generalizada, muchos medios y artistascomo Julio Iglesias, Cher o Elton John expresaron su apoyo a Conchita Wurst, además del Consejo de Europa y el obispo católico de Viena.

La victoria de Wurst en cierta medida representa una rotura real de una frontera moral implementada en una determinada identidad colectiva. Un “nosotros” que se irrita ante esta imagen que considera provocativa porque trastoca sus pautas morales recibidas y adquiridas desde la infancia y que, tras el triunfo, queda en evidencia o expuesto a una reformulación identitaria e ideológica.

El estereotipo como forma de romper fronteras interculturales

No sólo el caso de Conchita Wurst ha roto toda una retahíla de premisas establecidas entre una determinada identidad colectiva. A lo largo de la historia de Eurovisión encontramos varios ejemplos de éxitos que, mediante una imagen acentuada y potenciada sobre todos sus componentes definitorios, han logrado reformular aquellos conceptos culturales bien arraigados y presuntamente acordados entre un “nosotros”. Para mostrarlo de manera más amena y menos densa, citaremos estos ejemplos y sus consecuencias en las concepciones culturales en la siguiente tabla:

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Europe’s living a celebration: El día que España se hartó de que Europa acabase en los

Pirineos

FUENTE: porlaquilla.wordpress.com
FUENTE: porlaquilla.wordpress.com

Nuestro país, el cual en sus primeras participaciones (sobre todo en la década de los 60 y 70) se consolidó como una auténtica potencia en el Festival donde obtenía buenos resultados, parece que en los últimos años, donde ha explotado todo este cocktail de vanguardismo que tratábamos al inicio, no ha sabido anticiparse a los hechos o, quizás, no ha mostrado la misma fuerza de interés por el concurso que antaño a pesar de los buenos registros de audiencia cosechados año a año por TVE.

Sin embargo, gracias al éxito indiscutible del programa Operación Triunfo en 2002, la presencia española en el escenario eurovisivo cambió para siempre un elemento cultural innegociable hasta ese momento: el uso del inglés en la canción como componente de atracción hacia Europa. La candidata española Rosa López, salida de esa generación a la que se le bautizó cariñosamente como “triunfitos”, se convirtió en todo un icono de cambio cultural en España, de esperanza en el futuro hacia una integración española en una Europa que se veía demasiado lejos a todos los niveles más allá de los Pirineos. El tema defendido ya presentaba en su título toda una declaración de intenciones: Europe’s living a celebration. Y es que nos encontramos, una vez más en un simple gesto y detalle en este escaparate festivo europeo toda una rotura de las fronteras morales e interculturales establecidas: España quería y de hecho lo consiguió (séptimo puesto de 24 países y 81 puntos obtenidos) convertirse en un país con rol activo y anticipador de las vanguardias culturales y dejar así de ser un país pasivo y rezagado con recetas caducas para la persuasión y seducción de la “Europa conjunta”.

Decidme europeos míos…¿Hay alguien que vista mejor que yo en todo el continente?

Domenico Modugno. Italia 1958. FUENTE: eurovision-spain.com
Domenico Modugno. Italia 1958. FUENTE: eurovision-spain.com

La vestimenta siempre ha sido en el festival, un elemento indispensable para lograr el poder de atracción del público eurofan. Desde los primeros trajes archi-elegantes correspondientes a aquellas voces masculinas maravillosas (Domenico Modugno, Raphael, Udo Jurgens) y vestidos de noche de mil y un encantos diseñados por los mejores modistas de la época para las guapas y carismáticas (Salomé, Gigliola Cinquetti. Frida Boccara), Eurovisión más que conectarse a la misma, ha ido anticipándose a la moda y en los últimos años, las candidaturas de los respectivos países han ideado complementos en sus ropas estratégicamente pensados como poder de influjo para la victoria final.

Lordi, ganadores de Eurovisión 2006. FUENTE : eurovision.tv
Lordi, ganadores de Eurovisión 2006. FUENTE : eurovision.tv

Desde las máscaras monstruosas del grupo finés de heavy metal Lordi, pasando por la puesta en escena en calzoncillos de los moldavos Zdob si Zdub, encontramos todo un abanico de telas y colores impostados a cada participante en una muestra de la importancia cultural que como estímulo de afecto y simpatía otorga la ropa. El armario es hondo y dinámico: largos vestidos de cola que toman vida con el “efecto ventilador”, cintas extra-largas para alargarse en el escenario (Victoria de Sertab Erener con Turquía en 2003), vestidos que simulan de manera exacta a un volcán (Islandia 2010), ropajes que nos transportan a la Edad del Fuego (Ucrania 2004) y un largo etcétera.

También los complementos materiales de las candidaturas han creado toda una idiosincrasia difusa y compleja destinada al agrado de los eurofans. De esta manera, entre la mezcla de los instrumentos como atracción por lo exótico encontramos en los últimos años: banjos, gaitas, acordeones, violines, cítaras, xilófonos, voces a capella.

¿Y si no tengo suficientes vecinos…qué hago para conquistar? Suecia como ejemplo del uso del

inglés en la estandarización del Festival

Todo empezó con la victoria de ABBA en 1974. Ese Waterloo cantado por el grupo sueco más famoso de la historia fue un triunfo que se convirtió en un éxito mundial pero sobre todo, marcó un punto de inflexión en la mirada eurovisiva intercultural: el inglés se impondría definitivamente al francés como idioma “estándar” y sería empleado desde entonces por la mayoría de los países.

FUENTE: lamagiadeabba.com
FUENTE: lamagiadeabba.com

Desde esa victoria de ABBA, hasta la última de Loreen en 2012 con el hit dance Euphoria, Suecia ha logrado hasta en cinco ocasiones ganar el Festival y siempre ha participado usando el idioma inglés en la totalidad de las letras de sus canciones. Es importante recordar que como país fundador que fue en 1956 de la UER y hasta este año tan señalado que decimos de 1974, los nórdicos suecos -pero también los daneses, fineses y noruegos, acudían al festival en sus idiomas autóctonos (sueco, finés, danés, noruego, etc).

FUENTE: eurovision.tv
FUENTE: eurovision.tv

El éxito de ABBA fue transformando de manera rápida y progresiva la visión y estrategia de atracción cultural hacia la victoria y las galas de preselección de las candidaturas suecas, el famoso Melodifestivalen (que no deja de ser por su realización y concepción, una pequeña Eurovisión), fueron llenándose paulatinamente hasta su totalidad de títulos y temas íntegramente en inglés. Hoy en día ya son una minoría rara los países que acuden al Festival sin emplear una sola palabra inglesa (hasta un estado tan potente como Alemania ha necesitado sistematizar el idioma inglés para obtener éxito en el Festival).

Este hecho por tanto, la apropiación y el uso de un idioma universal como lenguaje estándard y de atracción en el Festival de Eurovisión, conforma otro de los puntos claves acerca de nuestra visión común cultural que nos ofrece este evento en el continente.

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