¿Es normal crecer entre locos? Joachim Meyerhoff en “Que todo sea como nunca fue”

«Mucho antes de que un accidente, una enfermedad y la decrepitud hicieran desaparecer a las personas de mi familia que más quería, mucho antes de que tuviera que aceptar que mi propio hermano, mi padre —demasiado joven—, mis abuelos e incluso el perro de la infancia no eran inmortales, y mucho antes de que llegara a mantener un diálogo constante con mis muertos —tan alegre, tan desesperado—, una mañana me topé con un jubilado muerto».

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Que todo sea como nunca fue, de Joachim Meyerhoff.

Actualidad editorial:

Entregado al teatro desde que se licenciara, el actor alemán Joachim Meyerhoff encontró hace unos años en la literatura un filón que ya le ha supuesto diversos reconocimientos. Si con su primera novela, Alle Toten fliegen hoch: Amerika (2011), recibió el premio Franz-Tumler-Literaturpreis y el Bremer Literaturpreis, con esta que ahora llega a las librerías españolas, Que todo sea como nunca fue (2013; Seix Barral, 2015), ha sido finalista en su país del Deutscher Buchpreis y del Ingeborg-Bachmann-Preis. Convertida en un best seller, cientos de miles de lectores alemanes han experimentado ya la montaña rusa de emociones, la risa y el nudo en la garganta que provoca esta novela. Lejos de sorprender, el éxito internacional de Que todo sea como nunca fue hace justicia a una historia y unos personajes únicos, tan divertidos y singulares como graves y conmovedores… «Volví a mirar el reloj de pulsera que me habían regalado por mi cumpleaños, pero que yo no había pedido. Sin embargo, la hora se había convertido en la condición de mi nueva independencia. Faltaban sólo cinco minutos para las ocho. Entonces sí que debía darme prisa».

¿Es normal crecer entre cientos de locos? Para el protagonista de esta novela, el hijo del director de un hospital psiquiátrico de niños y adolescentes, sí. Joachim pasa su infancia peleando con sus hermanos mientras intenta llamar la atención de su brillante y admirado padre. Su sensación de incomprensión le lleva a menudo a estallar en arranques de ira. Sólo es feliz corriendo por los jardines del hospital a hombros de un paciente gigante.

En esta novela autobiográfica, Joachim Meyerhoff nos habla de una familia común en un lugar extraordinario, y de sus esfuerzos por mantenerse unida frente al paso del tiempo. A través del humor y una ternura sin complacencia, Meyerhoff evoca todo un mundo, el de la infancia y su pérdida, la añoranza que persiste y sobre todo la memoria, la única que puede salvarnos y a la que debemos estas páginas locamente entretenidas, vívidas y curiosas… «De camino a la escuela tenía que cruzar el psiquiátrico, y cada mañana siempre me encontraba con los mismos pacientes. En el primer banco con el que me topaba al salir de nuestro jardín delantero estaba sentado un joven, cuya ocupación preferida era fumarse los cigarrillos de una sola calada. (…) Una sola calada ¡y el cigarrillo se había consumido! ¡A continuación escupía la colilla y expulsaba con lentitud todo el humo! Y se quedaba sentado allí, envuelto en una humareda, con la mirada nublada y feliz».

Joachim Meyerhoff nació en 1967 en Hamburg/Saar. Después de licenciarse en la Escuela de Teatro Otto Falckenberg, actuó en varios teatros alemanes. En 2001 se convirtió en miembro de la compañía de teatro Maxim Gorki de Berlín, donde ejerció también como director. En 2012 se trasladó al Deutsche Schauspielhaus en Hamburgo y desde 2005 ha sido parte del Burgtheater en Viena. En su obra de teatro Alle Toten fliegen hoch, aparecía en el escenario como narrador y fue invitado al Theatertreffen en 2009. En 2007 fue elegido actor del año. Ha escrito dos novelas: Alle Toten fliegen hoch: Amerika (2011) y Que todo sea como nunca fue (2013), la cual será publicada próximamente en diez países.

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Que todo sea como nunca fue.  Joachim Meyerhoff.  Editorial Seix-Barral, 2015.  400 páginas.  19,00 €

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