Marga d’Andurain: la condesa espía

Por Silvia Pato

@SilviaP3

Podría decirse que la vida de Jeanne Amélie Marguerite Clérisse, más conocida como Marga d’Andurain (1893-1948), y quien siempre presumiría de sus antepasados vascos, daría para hacer varias películas. Se cuenta que su carácter, ya de niña, era tal que su familia la hizo exorcizar en la catedral de Bayona, ciudad donde nació.

Casada con su primo Pierre d’Andurain a los 18 años, con quien tendría un hijo, Jacques, decide aprovechar la fortuna heredada tras el fallecimiento de su padre para poner rumbo a Egipto, con la idea de abrir un salón de belleza en El Cairo. Según la leyenda, detrás de aquella tapadera, se escondía el hecho de que Marga había empezado a trabajar para el servicio de inteligencia británico. Así las cosas, antes de partir, el matrimonio se sacó de la manga un ficiticio título de condes para utilizar en aquellos territorios, esperando que, de alguna forma, les salvaguardara de tener problemas con la policía.

El salón de belleza Mary Stuart fue un éxito. A él acudía la flor y nata de la sociedad. Un día, la baronesa Brault la invitó a realizar un viaje con el mayor W. F. Sinclair, jefe del servicio de inteligencia británico en Haifa (Palestina). Ambos se hicieron amantes, él se suicidaría meses después, y ella descubriría el que sería su nuevo destino: Palmira.

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FUENTE: Tripadvisor

Cuando regresó de aquella escapada, convenció a su marido para mudarse a Palmira, donde compró un hotel con vistas al conjunto arqueológico. Entre 1927 y 1936, regentaron el hotel Zenobia. Las reformas que Marga realizó y el ambiente que creó en él hicieron que fuera uno de los destinos elegidos por viajeros como Agatha Christie y su esposo Max Mallowan.

Aunque continuaron viviendo juntos, Pierre y su mujer se divorciaron. Y entre los retos que se propuso esta aventurera encabezó su lista ser la primera europea en entrar en la Meca. Al parecer, nada impedía a Marga cumplir sus objetivos. Así, se casó con un beduino, Soleiman el Dekmari. Sus planes, sin embargo, no salieron bien. Fue arrestada en Yidda y recluida en un harén. Entonces, fue acusada de asesinato, al descubrirse que su marido había muerto en extrañas circunstancias, por lo que la trasladaron a los calabozos y la condenaron a muerte por lapidación. El cónsul francés Roger Maigret intervino en su defensa, y Marga se libró de tal fin.

En 1934, Marga publicó en el diario Le Courrier de Bayonne una serie de artículos bajo el título La increíble historia de una vasca prisionera y condenada a muerte en Arabia. 

Pero las vicisitudes de su biografía no acabaron ahí. El conde d’Andurain fue asesinado en las cercanías del hotel Zenobia. Ella abandonó para siempre Palmira.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Marga y Jacques vivieron en el París ocupado por los nazis, donde se ganaba la vida traficando con opio, mientras que su hijo se convertía en un héroe de la Resistencia.

La azarosa vida de Marga tuvo una muerte tan impactante como el resto de su historia. El 5 de noviembre de 1948, con 55 años, la condesa fue asesinada, arrojada por la borda de su velero, el Djeilan, en Tánger. Se disponía a traficar con oro del Congo. Su cuerpo nunca apareció.

 

 FUENTE: El Mundo, Mujer Hoy

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