14, de Jean Echenoz

Maquetaci—n 1

Por Marta Marne de Leer sin prisa. @Atram_sinprisa.

En 14 hasta el título es una declaración de intenciones. 14, no 1914, ni el año de la Gran Guerra ni nada que emplee más de dos caracteres. 14. Así es la novela de Jean Echenoz. Breve, corta, medida. En tan solo 98 páginas el autor sobrevuela la Francia de 1914 a 1918, al igual que esos primeros aviones de combate, esas primeras armas de guerra que lo primero que hacían era tan solo tomar fotografías, inspeccionar el terreno, ajustar líneas de tiro.

 

Cuando la Gran Guerra dio inicio nadie pudo nunca imaginar en lo que se iba a convertir. De hecho, en sus inicios todos esperaban que fuese una simple contienda de 15 días. Ninguno de los reclutados se presentó a filas consciente de que podría morir en el campo de batalla. Las mochilas apenas pesaban, los uniformes eran demasiado llamativos, los cascos no lo suficientemente efectivos. Todo hubo de ajustarse sobre la marcha, haciendo la guerra día a día, sin grandes estrategias en sus comienzos.

 

Para plantear estas cuestiones Echenoz escoge 5 personajes, 5 protagonistas que no son tales. Simplemente son un recurso narrativo para que pongamos cara y voz a determinadas situaciones. Como las de todas las viudas que creó la guerra. Esas mujeres que quedaron en casa, en ocasiones embarazadas, esperando cartas censuradas de sus maridos en las que les decían que todo iba bien. Mujeres que debieron tomar las riendas de su propia vida y suplir a los hombres en muchos trabajos que quedaron desiertos por toda la gente que fue a luchar por su país. Niños que tuvieron que dejar el colegio para ocupar el lugar de sus hermanos mayores, en una edad en la que no eran lo suficientemente mayores para matar a un igual, pero que debían serlo para mantener a sus familias.

 

Esos soldados, que no estaban preparados para lo que se les vino encima, que tuvieron que disparar contra otro ser humano, arrebatarle la vida, que debieron acostumbrarse a caminar durante horas, a dormir en los pueblos que quedaron abandonados, que aprendieron a cavar y asentar trincheras. Hasta los animales perdieron su lugar, siendo utilizados algunos para la guerra y otros siendo encontrados en los lugares más inverosímiles debido al abandono de sus dueños de las granjas donde estos estaban. Y los peores, los animales que se dedican a hacer su vida aún peor: pulgas y ratas que les atacan por doquier.

 

Muchas familias quedaron mutiladas, al igual que pasó con el cuerpo de los contendientes. Brazos y piernas ausentes que seguían doliendo y sintiéndose, casi tocándose mentalmente, tratando de realizar gestos con esas extremidades que no estaban como si el raciocinio se negase a aceptar lo vivido.

 

La I Guerra Mundial trastocó todos los estratos de la sociedad. Europa y sus gentes no volvieron a ser las mismas. Las ciudades, los trabajos, la forma de vida. Todo cambió. Y eso es lo que Echenoz logra transmitirnos a base de anécdotas, de pinceladas, de situaciones muy vívidas. Una novela muy corta pero no por ello poco relevante. Una historia de esas que se quedan latentes en tu mente, que te hacen recapacitar y que logran tocarte.

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