Fernando Cayo/Príncipe de Maquiavelo: «Somos los mismos que hace 3000 años»

 

Por Yolanda Moreno

 

Spanish actor Fernando Cayo performs "El Principe"

Fernando Cayo es uno de los actores más completos del panorama nacional. Cine, televisión y teatro: tres vías interpretativas que compagina con una intensa actividad tras más de 25 años de trabajo. En la gran pantalla le pudimos ver en El orfanato o Pájaros de papel, y ahora lo podemos hacer en El Desconocido, recientemente estrenada. En televisión hemos podido disfrutar de sus personajes en series como Adolfo Suárez, 7 vidas o Manos a la obra, y actualmente en Antena 3 en Mar de Plástico.

En teatro ha desarrollado una extensa carrera que abarca títulos como Rinoceronte, Los hijos de Kennedy, De ratones y hombres o La caída de los Dioses, entre una larga lista. Y ahora, precisamente en el terreno teatral, asegura afrontar todo un reto protagonizando El Príncipe de Maquiavelo , de gira desde este verano y que estará en los Teatros del Canal de Madrid del 16 de octubre al 8 de noviembre.

¿Qué nos encontramos en esta obra teatral?

El Príncipe de Maquiavelo es una inmersión en el cerebro de Maquiavelo, en el cerebro de ese pensador y filósofo del siglo XVI que es fundamental en la historia del desarrollo de la política y de la sociedad humana. Le veremos en su despacho en privado elucubrando El Príncipe y otras obras suyas. Le vamos a ver en ese momento en el que el creador, el filósofo, está dando a luz sus pensamientos, y al mismo tiempo el espectador verá sus reflexiones sobre su vida privada, porque le veremos ya en su etapa del exilio. Y sobre todo es una sensación de voyeur, de estar observando un momento privado de Maquiavelo, en el que reflexiona sobre su vida, su pensamiento. Le vamos a ver en un momento secreto en el que él habla con los personajes de la historia, a los que consulta, y con los que comparte sus opiniones sobre política, que es lo que hacía realmente. Yo creo que el gran acierto de Juan Carlos Rubio al hacer esta versión es que ha sabido combinar la correspondencia privada de Maquiavelo, en la que da datos de su vida personal, con fragmentos de su pensamiento, no solo de El Príncipe, sino de El arte de la guerra también, de Los discursos de la República de Tito Livio e incluso de La mandrágora, su obra de teatro. Todo esto narrado y contado con mucho sentido del humor, porque Maquiavelo era un tipo muy irónico y sarcástico, utilizaba mucho el humor negro en sus relatos políticos. Y con mucha emoción, porque hay una parte de la historia que corresponde a su etapa del exilio en la que está realmente frustrado, se sabe un genio de la política pero no puede emplear su sabiduría y eso le produce mucha infelicidad.

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Tu mirada en el cartel impone un poco… ¿veremos sangre en el escenario?

En el escenario veremos sangre, sudor y lágrimas (risas). No sé si literalmente, pero sí. Primero por el esfuerzo que supone hacer esto. Sangre porque se habla mucho de la práctica de la violencia en la política, y sudor porque es todo un tour de force durante una hora y diez minutos con seis miuras encerrados en el escenario. Así que hay eso: sangre, sudor y lágrimas.

En algún momento de la obra lleva una máscara, ¿qué significado tiene?

Maquiavelo fue más conocido en su tiempo como dramaturgo, por La mandrágora, que fue una obra maestra que tuvo mucho éxito en su tiempo, que como filósofo político. El Príncipe lo escribe en 1513 y se publica en 1531, y no es un libro difundido hasta mucho más tarde. Así que la máscara corresponde a la faceta teatral de Maquiavelo. La mandrágora es una obra que tiene mucho que ver con la comedia del arte. Yo estudié en Italia comedia del arte y digamos que las máscaras en general son herramientas que me son muy familiares y muy queridas. De repente aparece la posibilidad de usarla en el espectáculo, y ahí está, narrando la historia de Oliverotto da Fermo que asesina a su tío para quedarse con el poder de la ciudad de Fermo, todo contado con la ironía y el sarcasmo de Maquiavelo.

Spanish actor Fernando Cayo performs "El Principe"

Cinco siglos después de que Maquiavelo escribiera El Príncipe, su discurso se puede extrapolar a la sociedad actual. ¿No hemos aprendido nada?

Seguimos siendo los mismos. Nosotros creemos que por avanzar mucho con la tecnología, o con las facetas externas de nuestra civilización, somos mejores, pero no, somos los mismos. Yo creo que somos los mismos que hace 3.000 años. La historia de los griegos y nuestra historia es absolutamente la misma, nada más que han cambiado las formas exteriores y un poco la tecnología, las herramientas. Pero el comportamiento político… Si hablamos de esclavitud, no hay esclavos como tales, pero hay obreros en muchas partes del mundo que están trabajando por sueldos míseros. ¿Eso no es esclavitud? Si hablamos de violencia, ahora no tenemos emperadores romanos que van conquistando el mundo, pero tenemos multinacionales que con su poderío económico van absorbiendo países enteros sin ningún problema. En fin, busquemos el aspecto que busquemos, seguimos siendo iguales. Si lo pensamos bien, la Segunda Guerra Mundial hace un paso que terminó. Si cogemos y miramos las cosas con un poco de perspectiva nos damos cuenta de que seguimos siendo los mismos. Por eso las ideas de Maquiavelo sirven absolutamente, no solamente para la política, sino para la sociedad. Él habla de la sociedad humana y de cómo interaccionamos los unos con los otros.

¿Cómo ve Fernando Cayo el panorama político actual, y cómo cree que lo vería Maquiavelo?

Pues igual. Siempre ha habido luchas intestinas. Maquiavelo estaba enfrentado en ese momento a una Italia absolutamente dividida en pequeños principados, en pequeñas ciudades estado. Y ahora mismo estamos viviendo también procesos de este tipo, de disgregación. Al final son luchas por el poder, y por el poder económico sobre todo. Yo creo que eso no ha variado. Y si analizamos la política veremos que al final solo hay luchas económicas. Buscar preponderancia por parte de unos, conseguir el monopolio de los medios de producción… Al final en esta historia de la civilización humana casi todo lo que hay detrás es económico.

Volviendo a la obra, ¿cuál es tu momento favorito? ¿Qué parte te gusta interpretar más?

Tengo varios momentos. Muchos, la verdad, porque es un espectáculo que hemos hecho con mucho cariño. Juan Carlos Rubio lo ha dirigido además con una precisión y una ternura exquisita, y hay muchos momentos que me parece que son muy interesantes. Pero por decirte uno, hay un momento en que Maquiavelo utiliza parte de un discurso de La mandrágora para hablar de su propia realidad, y es un momento muy potente que a la gente le impacta bastante. Pero hay muchos. A mí el momento del comienzo también me gusta mucho, que es un momento en el que vemos a Maquiavelo sin hablar, sin hacer nada, en la soledad de su despacho preparándose un café. A mí me encanta. Es el comienzo del espectáculo y está amenizado además por una música de los años 60, porque la estética del espectáculo está ambientada en los años 60. En fin, que es un espectáculo al que quiero mucho, muy delicado, muy complejo, exige mucho del espectador también, porque no se ha querido traicionar de ninguna manera el pensamiento de Maquiavelo para hacer una función de fácil consumo. Es una versión sobre El Príncipe de Maquiavelo con todas sus consecuencias, y aun así la gente, todo tipo de público, durante la gira que hemos hecho de verano de los festivales, se quedan enganchados desde el principio hasta el final, así que estamos muy contentos.

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¿Te gusta interpretar monólogos? No es el primero que haces.

No, este es el quinto ya de mi carrera. Lo considero una herramienta más de mi trabajo, una manera más. Tiene sus dificultades y tiene sus recompensas, como todo. A mí lo que me gusta sobre todo es alternar. No solamente de distintas formas teatrales, pasar de monólogos a espectáculos con más gente. Hace poco hice El Rinoceronte y éramos 13 en el elenco del Centro Dramático Nacional, entonces paso de elencos grandes a un monólogo, y del teatro al cine, y del cine a la televisión, y de la televisión al teatro. Ese tránsito me parece muy divertido y te exige un cambio de registros y de técnicas bastante potente, el tránsito entre una cosa y otra me gusta. El monólogo exige mucha responsabilidad, mucha concentración, quizás es uno de los grandes retos actorales con los que te puedes encontrar, pero al mismo tiempo tienes una recompensa enorme, porque si lo llevas bien consigues palpar la energía de los espectadores en ese diálogo que se establece entre el espectador y el actor. La presencia de la energía del espectador es muy grande y es muy bonito vivir eso. Es una sensación casi meditativa, mística y de fusión con el espectador.

Dentro de tu extensa trayectoria, ¿qué significa para ti el personaje de Maquiavelo?

Uno de los retos más difíciles que he podido asumir. Yo creo que es un espectáculo de madurez, en el sentido de que ya llevo una trayectoria de más de 20 años de trabajo en este mundo de la interpretación y me siento con cierta tranquilidad, con ciertos recursos, con cierta experiencia. Me he encontrado con un creador de primer nivel como es Juan Carlos Rubio y con un texto y un pensamiento tan potente como el de Maquiavelo, y esa correlación de fuerzas hace que sea un espectáculo muy especial, de madurez. Yo creo que es una joya para mí en mi vida profesional, en mi carrera.

Habéis estado en diversos festivales de teatro clásico de nuestro país donde fuisteis muy bien recibidos.

Sí, la crítica ha sido excelente hasta ahora y sobre todo hemos tenido el teatro lleno, que es algo bastante complejo cuando estás hablando de un espectáculo sobre El Príncipe de Maquiavelo, pues no estás haciendo una obra ligera. Ir al teatro lleno en casi todas las plazas en las que hemos estado es un auténtico privilegio. Y luego además que un público de todos los niveles culturales pueda asumir y desde luego hay gente llega a más o que llega a menos, que es capaz de asimilar más contenidos del espectáculo que otros, pero en cualquier caso la atención y la magia que se produce siempre es muy bonita. Así que estamos contentos.

Después de Madrid, ¿dónde iréis?

Tenemos plazas en el resto de España, después haremos una pausa y continuaremos posiblemente durante el otoño del año que viene. Nosotros continuaremos con este espectáculo durante años. Hay muchas peticiones y continuaremos haciendo gira, lo que pasa es que a finales de noviembre estrenamos Páncreas, un texto de Patxo Tellería dirigido también por Juan Carlos Rubio, un texto en verso contemporáneo, en coproducción con el Centro Dramático Nacional. Entonces engancharé con Páncreas y estaremos de gira gran parte del año que viene, por lo que seguiremos haciendo El Príncipe pero más adelante.

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Y de Páncreas, ¿qué nos puedes adelantar?

Las aventuras en verso con tema contemporáneo son absolutamente rara avis, así que es un reto muy especial. Es una historia de tres amigos con una donación de páncreas de por medio (risas) y es un texto muy divertido de Patxo Tellería, y con una diversión muy cargada, porque se habla sobre la soledad, la amistad, la desilusión de la vida… Habla sobre la necesidad de amor que tenemos los seres humanos, sobre los celos y la envidia. Pero todo esto está hecho con muchísimo sentido del humor, y yo creo que eso le da todavía más profundidad. Estaremos en escena Santiago Ramos, Alfonso Lara y yo, dirigidos por Juan Carlos Rubio.

Ahora podemos verte en el cine con El Desconocido, en la televisión son la serie Mar de Plástico¿En qué otros proyectos te encontraremos?

La verdad es que estoy teniendo unos años de bastante actividad. El Desconocido está siendo un éxito arrollador, con una crítica excelente y una recepción del público extraordinaria. Es un thriller de acción impresionante, con un equipo de actores maravilloso, y estoy muy contento de cómo está funcionando. Más adelante se estrenará Palmeras en la nieve, de Fernando González Molina, el año que viene estrenaré otra película: La punta del iceberg, basada en una obra de teatro dirigida por David Cánovas, con Maribel Verdú y Carmelo Gómez, un maravilloso thriller de empresa rodado con una elegancia brutal. Y bueno, ahora estreno en la Seminci, a mediados de octubre en la Semana Internacional de Cine de Valladolid, uno de los festivales de cine de autor de más prestigio del país, La decisión de julia, de Norberto López Amado, una película maravillosa fotografiada en blanco y negro por Juan Molina. Estamos Marta Belaustegui y yo contando una historia sobre la muerte, el amor y el recuerdo, una película maravillosa que recomiendo a todo al mundo, porque es muy especial, muy bonita y emocionante.

Ahora mismo lo tuyo es un no parar…

Bueno, todas estas cosas son el producto de varios años de trabajo. Quiero decir que las películas que se estrenan ahora se terminaron hace un año y medio. Entonces se juntan ahora las cosas, pero ahora mismo estoy más implicado en la gira de El Príncipe de Maquiavelo. Aunque también empezaré El Caso, una serie para televisión sobre el periódico sensacionalista de los años 60, y acabo de terminar una colaboración con El Ministerio del Tiempo también para Televisión Española interpretando a Napoleón.

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