Furtivos

 

Por Antonio Jorge Meroño Campillo.

furtivos

Dir: José Luis Borau, España, 1975.

Echo un vistazo a filmaffinity antes de ver esta cinta en la dos: hay división de opiniones, desde los que la consideran una obra maestra incontestable hasta los que la encuentran casposa, y muchos afean a Borau que el asesinato del perro llevado a cabo por Lola Gaos fuese real.

Yo me adhiero a los primeros, me parece una absoluta obra de arte. La censura se empeñó en mutilarla, pero Borau se plantó, logró llevarla al festival de San Sebastián, donde se hizo con la concha de oro y logró un gran éxito de crítica y público. Poco después moriría el dictador, y la cinta se llegaría a estrenar con cierta normalidad, siendo por tanto una película puente entre el último cine de la dictadura y el de la Transición.

Drama rural, el pequeño pueblo donde viven unos excelentes Ovidi Montllor y Lola Gaos es un microcosmos de la España franquista, con sus altos cargos ineficaces y corruptos que sólo piensan en cazar y comer las exquisitas calderetas que cocina Martina (Lola Gaos).

Pero una chica escapa del reformatorio y se va a entrometer como elefante en una cacharrería en la nada disimulada atracción incestuosa que Martina siente por su hijo, un alimañero, que ve en la chica la oportunidad de escapar a tan opresivo ambiente, reflejo de la dictadura y su represión.

La violencia es latente, extrema. Se maltrata claramente a los animales, en un freudiano acto fallido, y madre e hijo llegan también a maltratarse física y psicológicamente. A destacar la magnífica escena en la que Lola Gaos desnuda a un empapado Montllor.

Se rompen todas las costuras, ese hogar tan inarmónico va a saltar por los aires hasta llegar a un final que es verdadera culminación y clímax de tanta brutalidad.

Borau filma la mejor obra de una carrera corta e irregular, y Furtivos es sin duda una de las cumbres del cine español.

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