De cómo la tentativa se convirtió en un simple Selfie – “La tentativa de lo imposible – René Magritte”

Por Abel Farre

 

Nuevas historias para obras de arte

«Pinta los nuevos escenarios de obras pasadas; porque por mucho que pase el tiempo, los personajes se siguen repitiendo. Se buscan nuevas formas de reproducción plástica para dar imagen a mis palabras. Ahora te toca a ti imaginar.»

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Se encontraba en una habitación cerrada buscando su propio referente, aquel que tal vez tan sólo se realizaba en su propio pensamiento. Por falta de expresión propia, sólo podía conseguir su propio reconocimiento al momento que hacia una nuevo “click” con ese artilugio que reproduciría una sonrisa de holograma, con fondo de nuevas imágenes que intentaban no convertirlo en un analfabeto de sus deseos.

 

Su intención era poder ver estampada su propia imagen, para poder pensar así que su creatividad no se estaba ahogando, o al menos poder pensar que algo de ella aún podía estar presente. Pues tal vez era más lo que soñaba que lo que creía ser o de lo que le hacían creer que era; pues en lo que parecía ser, tenía un juez y en lo que realmente era, nadie lo juzgaba.

 

Vivía en una sociedad, donde el miedo a expresar todo lo que sentía lo ahogaba en la ignorancia, la ignorancia de no conocer todo aquello que podía llegar a sentir como ser humano y tal vez sólo aquellos auto retratos fotográficos lo libraban de ello. Había perdido tanto la conexión con el mismo que cada una de aquellas imágenes se traducía en formas oníricas en donde todo aquello que no era lógico, le valía.

 

Sí, esas formas oníricas que barrían por suerte las cárceles de su intelecto. Al observarse al él mismo era cómo si viviera dormido durante un tiempo para poder perder con ello la conexión material con la felicidad y conocer así su sensación real. De la misma manera que como diría Aristóteles, el invidente era el único que podía hablar de la belleza en su estado puro; él se mantenía ciego con ojos abiertos sin conocimiento de la misma.

 

Así que teniendo en cuenta como dicen algunos; que la manera más profunda de sentir una cosa es sufrir por ella, seguiría sufriendo por sus sueños y extendería así día tras día su brazo para un nuevo “Selfie”.

 

De esta manera despertaría aunque fuera por unos momentos en una nueva vida con la que enamorarse; aunque ello le llevara al dualismo no puro de la sensación de felicidad o tristeza a partir de la intoxicación de la ganancia o la perdida como única forma de valoración.

 

O tal vez esperaría despertar un día en que pudiera dormir despierto…

 

Allí estarían aquellos impulsos profundos que le ayudarían a encontrar un pensamiento ausente de todo control ejercido por la razón y fuera de todas las preocupaciones estéticas o morales que le acechaban día a día.

 

Tal vez de buena mañana extendería el brazo para un nuevo “Selfie”, pero tras el paso por cualquier espejo no sabría quien había al otro lado.

 

“Y sino una nueva obra de arte siempre nos quedara para aquello que sin palabras y sin poder explicar, soñaremos que entre pinceles permanecerá escrito, ante los ojos del que se crea que no ha muerto”.

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