Tariq Ali: ¿Qué sentido tienen unas elecciones cuando siempre gana «El extremo centro»?

.

extre
El extremo centro, de Tariq Ali.

Actualidad editorial:

¿Qué hacer en el crepúsculo de la democracia? ¿Qué sentido tienen las elecciones cuando el resultado es siempre el mismo: una victoria del “extremo centro”? Desde 1989 la política se ha convertido en una competición para ver quién es capaz de prestar un mejor servicio a las necesidades de los mercados. Pese a este panorama incierto, caldo de cultivo de todo tipo de populismos, el escritor e intelectual comprometido Tariq Ali ve una esperanza en las revoluciones bolivarianas de América Latina, así como en nuevas fuerzas de izquierda que han emergido en los últimos tiempos desde Escocia a Grecia, pasando por España. Así lo cuenta en su último libro El extremo centro (Alianza Editorial) que ya está en las librerías.

Todo empezó hace veinticinco años. Con la caída del Muro de Berlín, la Unión Soviética y el comunismo, cayó la socialdemocracia en Europa occidental. Ante el triunfalista vendaval capitalista que barrió el mundo entero, la socialdemocracia no tuvo ni la visión ni la determinación necesarias para defender muchos de los elementos de sus propios programas sociales de otros tiempos. Este es el momento fundacional, en opinión de Tariq Ali, del extremo centro. En 2000, los partidos socialdemócratas o las coaliciones electorales dominadas por ellos gobernaban la mayor parte de Europa occidental, salvo España. La experiencia ha confirmado que ninguno de esos países ha podido implementar políticas eficaces que mejoren las condiciones de vida de la mayoría de los electores cuyos votos les condujeron al poder. El capitalismo, embriagado por su victoria, y sin desafíos de ningún tipo, no ha sentido la necesidad de proteger su flanco izquierdo a base de conceder más reformas. Incluso ha desaparecido de su agenda una redistribución siquiera marginal de la riqueza a fin de reducir las desigualdades.

En esas condiciones, la socialdemocracia ha resultado superflua. Lo único que ha ofrecido a sus partidarios tradicionales ha sido el miedo, o vacuas fórmulas ideológicas cuya función principal era ocultar la pobreza de cualquier idea verdaderamente progresista: “La tercera vía”, una política “libre de conflictos”, “más allá de izquierda y derecha”. El resultado neto de todo ello ha sido un desplazamiento electoral hacia la extrema derecha o un distanciamiento cada vez mayor de los ciudadanos de la política y de todo el proceso democrático.

Este caldo de cultivo ha propiciado un nuevo tipo de política que no es más que un concentrado de teoría económica. Las instituciones, tanto nacionales, como supranacionales, se han convertido en el comité ejecutivo del capitalismo financiero, dedicándose a fortalecer sus defensas y, cuando ha sido necesario, interviniendo para salvarlo del colapso total, como ocurrió en 2008. Las élites dirigentes de Estados Unidos y Europa, que tan enérgica y desvergonzadamente publicitaron su sistema político para ganarse el apoyo de los pueblos de Europa oriental, ahora están desembarazándose de este sistema. El capitalismo contemporáneo requiere un andamiaje jurídico adecuado para resolver disputas entre empresas, pero en realidad no necesita una estructura democrática, salvo como escaparate.

Los abanderados de extremo centro: Ronald Reagan, un actor de segunda, y el conciliábulo de fanáticos de derechas del que se rodeó, sentó las bases en EE.UU. Bill Clinton demostró ser un defensor ardiente y eficaz de la revolución de Reagan. En Reino Unido, Margaret Thatcher, contó con la ayuda de varios factores, un sistema político poco representativo, gracias al que nunca tuvo que conseguir una mayoría de votos, y un partido laborista dividido internamente, que muy pronto se partió en dos. No obstante, el “Nuevo laborismo” de Toni Blair, ha sido, en muchos aspectos, el éxito más destacable de la contrarrevolución de los años ochenta.

Hoy en día, la simbiosis entre el poder y el dinero ha alcanzado unos extremos difíciles de creer en todas partes. Los políticos timoratos y dóciles que hacen funcionar el sistema son los que Ali llama “el extremo centro”. Viven atrincherados en búnkeres exclusivos, accesibles únicamente a los banqueros y los grandes empresarios, a los periodistas de los medios serviles, a sus propios asesores y aduladores de distinto tipo. Viven en un mundo medio real y medio falsificado, un mundo de dinero, de estadísticas y de grupos de discusión. En esta apremiante y amplia argumentación acusatoria, Tariq Ali pasa revista a las personas y a los acontecimientos que han ido propiciando este momento de suicidio político: la corrupción en el Parlamento británico; los fracasos de la Unión Europea y de la OTAN; el poder blando del Imperio Estadounidense que domina sin ningún tipo de oposición el escenario mundial. Pero este vaciamiento de la democracia no es un proceso que pueda revertirse exclusivamente por decreto parlamentario. Exige también movilizaciones de masas, asambleas populares, la creación de nuevos movimientos y partidos.

Tariq Ali, escritor, cineasta y activista comprometido desde sus años de estudiante, es un referente intelectual de la izquierda mundial. Estudió Ciencias Políticas, Filosofía y Economía en Oxford, ciudad en la que se hizo famoso en 1968 como líder de la contestación estudiantil. Con anterioridad, Ali ya había dado muestras de su compromiso social en Pakistán, organizado protestas en la Universidad de Punjab contra la dictadura militar. Fue marxista militante hasta la década de los ochenta. Desde entonces, es abiertamente crítico con la política exterior estadounidense, así como con la economía neoliberal. Es autor de más de una docena de ensayos históricos y políticos, obras teatrales, guiones cinematográficos y novelas, entre ellas destacan la serie que compone el Quinteto del IslamA la sombra del granado, El libro de Saladino, La mujer de piedra, Un sultán en Palermo, La noche de la mariposa dorada–. Tariq Ali concibió esta serie durante la guerra del Golfo, tras escuchar un comentario en el que se acusaba a los musulmanes de su falta de cultura. Ali se ha remontado a diferentes periodos de la historia para dar a conocer aquellos tiempos en que el conocimiento y la cultura eran sinónimos de Islam, y eran valorados por los cristianos más ilustrados.

.

El extremo centro.  Tariq Ali.  Alianza Editorial, 2015.  272 páginas.  16,00 €

.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *