Edmundo Díaz Conde a propósito de «El hombre que amó a Eve Paradise», Premio Ateneo de Sevilla 2015

«Antes de comenzar la sesión, la niña había expresado su compromiso con la tarea pintándose una palabra en la frente con un carboncillo: MAGIA. Entonces él pasó una mano por delante de sus ojos y, con una suerte de estremecimiento, rozó las letras sin que la expresión de la niña se alterase».

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El hombre que amó a Eve Paradise, de Edmundo Díaz Conde.

Llega a las librerías El hombre que amó a Eve Paradise (Editorial Algaida) el nuevo trabajo de Edmundo Díaz Conde, relato de amor y violencia en el Chicago de la Ley Seca, con el que el escritor gallego se hizo este año con el XLVII Premio de Novela Ateneo de Sevilla. Una clásica novela negra que sin embargo revela aspectos inéditos sobre el primer asesino en serie —anterior a Jack el Destripador— o la casi desconocida emigración española a Estados Unidos a principios del siglo XX.

Edmundo Díaz Conde nació en Orense en 1966. Se licenció en Derecho y ha trabajado como asesor editorial y colaborado, entre otras publicaciones, con El Correo de Andalucía y la revista cultural Mercurio. Residió en Orense, Santiago de Compostela, Madrid y, actualmente, en Sevilla. Su primera novela, Jonás el estilita, mereció el III Premio Ciudad de Badajoz. Su siguiente obra, La ciudad invisible, se alzó con el finalista del XXXIII Premio Ateneo de Sevilla. A éstas le siguieron: El club de los amantes, El veneno de Napoleón (finalista del Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio 2008, que ha sido publicada en Rusia), y El príncipe de los piratas en el año 2013.

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El hombre que amó a Eve Paradise.  Edmundo Díaz Conde.  Ed. Algaida, 2015.  496 páginas. 20,00 €

La famosa actriz de cine mudo Eve Paradise ha tenido poca fortuna en el amor: en los últimos cuatro años todos sus amantes han sido truculentamente asesinados. Su pesadilla parece terminar cuando es detenido Amós Zambrano, un oscuro emigrante español que trabaja en un espectáculo de variedades. Además, el juicio también sacará a la luz buena parte de su vida anterior: el rodaje de la última película muda en Chicago verdadera meca del cine hasta que la industria se trasladó a Hollywood, sus indecentes relaciones con muchachos jóvenes, su escandalosa participación en el show del hipnotizador Donovan o su vinculación familiar con Ritchie Sandino, un mafioso en la órbita del mismísimo Al Capone.

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P.- ¿De qué trata El hombre que amó a Eve Paradise?

Me gusta referirme a ella como a una historia de «crímenes y besos». Supongo que nada la define mejor como un dulce y cargado cóctel de intriga, violencia y erotismo. En el Chicago de los años 20, un asesino en serie avant la lettre, se dedica a matar de manera truculenta a chicos jóvenes. La investigación del caso afecta emocionalmente a la estrella de Hollywood, Eve Paradise, hermana de un afamado gángster, y que jamás se había enamorado perdidamente hasta la llegada de un hipnotizador y su show de hipnosis a Chicago.

Precisemos que un asesino en serie es quien mata a tres o más personas, en un período de treinta días o más, y con un período de enfriamiento en cada asesinato. El más popular fue, como sabemos, Jack el Destripador, que cometió sus fechorías en el Londres de 1888. Ahora bien, cinco años antes, en 1885, John Frank Hickey, también llamado «El Asesino de la Tarjeta Postal», inició sus actividades criminales en Nueva Inglaterra. En su diabólico perfil está basado el criminal de El hombre que amó a Eve Paradise.

P.- En la novela encontramos un tema no apto para escépticos: ¿qué importancia tiene la hipnosis en su novela?

La hipnosis es una gran desconocida y, por tanto, una actividad subestimada; sin embargo, poco a poco ha ido mereciendo la bendición de la ciencia. Los escáneres demuestran que la sugestión hipnótica afecta a la actividad cognitiva en áreas muy específicas del cerebro, y que la intervención de una voluntad poderosa puede alterar procesos como la memoria o la percepción del dolor. En El hombre que amó a Eve Paradise, la hipnosis como terapia, como riesgo, como sospecha mortal y también como tentación tienen una enorme importancia.

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Edmundo Díaz Conde.

P.- En su obra aborda el tema de la emigración de un grupo concreto de españoles a Estados Unidos vía Hawai entre 1900 y 1913.

Todo surge en el proceso de documentación. Dicha emigración, que, por desgracia, tiene un paralelismo evidente con la que se está dando en nuestro país ahora mismo, hizo virar un poco la biografía de algunos personajes.

La emigración española al continente americano se trata de un fenómeno tristemente olvidado. El nuestro es un país con poca memoria. Algunos la llaman la emigración invisible. Durante los 13 años que van desde 1900 a 1913, 8.089 españoles, oficialmente, emigraron a Estados Unidos, vía Hawai, huyendo de las penosas condiciones de vida que les brindaba su tierra, y también de la guerra que intermitentemente enfrentaba a España con Marruecos. Los plantadores de caña de Hawai necesitaban mano de obra barata, y tanto estos como el gobierno hawaiano publicitaron en Galicia y en Andalucía el viaje al Nuevo Mundo. Incluso corrían con los gastos del pasaje. Los barcos zarparon desde Vigo, Málaga y Gibraltar. La mayoría de ellos, estimulados por unas condiciones de trabajo que poco tenían que ver con lo que prometía la publicidad, dieron el salto a California; otros se quedaron a vivir en Hawai. Actualmente, muchos descendientes de aquellos emigrantes rastrean sus raíces con nostalgia. Yo mismo he tenido la fortuna de que algunos contactasen conmigo.

P.- El cine mudo juega un papel protagonista en la novela. De hecho, Eve Paradise es la gran diva de un arte que agoniza en beneficio del cine sonoro…

Eve Paradise es una estrella cuya luz percibimos desde el otro lado del tiempo. Es una hermosa reliquia, pues, en 1928, año en que se desarrolla la intriga, el cine mudo ya está condenado. Me parece justo decir que mi protagonista es una más entre las pioneras de la industria del cine, aquellas intrépidas mujeres que fueron actrices, guionistas, productoras y directoras, hace nada menos que un siglo, y cuyos nombre no han sido suficientemente reconocidos, como Lois Weber, Dorothy Arzner, June Mathis o Mae Murria.

P.- Una novela negra con buena carga de investigación histórica y una romance de por medio.

Habrá que preguntárselo a todos los públicos; pero, mi mayor deseo sería que la disfrutaran mujeres y hombres, chicas y chicos por igual. Desde luego, el gran desafío era hacer de una historia negra ubicada en los años veinte, un artefacto tan masculino como femenino. Buscar un espacio en donde las emociones, el amor, la investigación de cinco crímenes y la atmósfera gansteril compartieran protagonismo.

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