Los atacantes, de Alberto Chimal

 

Por Pedro Pujante.

PÁGINAS DE ESPUMA, 2015

‘…los monstruos  gustan no solo porque entretienen, sino también porque en el fondo son un consuelo.’ Alberto Chimal.

atacantesA día de hoy existen viejas emociones que la literatura debería aprender a redefinir. Si bien el alma humana no ha variado en siglos, no ocurre igual con el entorno y los agentes externos que la conmueven.

Así, esa antigua emoción que es el miedo ya no solo sucede ante un armario lleno de monstruos o debido a una sombra en el bosque, o por la amenazante presencia de un desconocido a la vuelta de la esquina en la noche. También hay otras formas más sutiles de concebir la amenaza, de vislumbrar aquellos ‘atacantes’ que se acercan y que pueden disponer de nosotros y acabar con nuestro equilibrio.

Alberto Chimal (México, 1970) en estas siete historias apunta en dos direcciones. Por un lado, se acerca a esa zona de penumbra de la que hablábamos al comienzo. Ese interregno en el que lo desconocido y el miedo cohabitan. Pero también muestra un rostro irónico y hace que algunas piezas sean artefactos cargados de diversión, esbozando relatos delirantes que se aproximan a lo grotesco o al absurdo.

Abre el libro Tú sabes quién soy, quizá el cuento más inquietante de todos. Aquí, desde el comienzo sentimos una amenaza a través de una voz que en segunda persona nos va haciendo acceder al paulatino desmoronamiento mental de una chica. Esa segunda persona consigue desestabilizar las categorías, disolver la identidad del narrador/lector/atacante/víctima. De un modo demoledor e insistente la víctima recibe reiteradas veces el mismo acosador mensaje: ‘Tú sabes quién eres.’ Una sentencia en principio inocua pero cuya reflexión implícita respecto a la propia identidad conseguirá de un modo lento pero devastador hacer mella en su víctima. Un relato con un final inesperado, que podría servir de ejemplo para cualquiera que pretenda saber construir una narración breve, equilibrada y  de elevada intensidad.

También saldremos desconcertados tras la lectura de Él escribe su nombre. Un cuento en el que una  pareja en una habitación de hotel será protagonista de un extraño suceso, un episodio inexplicable en el que sus identidades se verán de algún modo suplantadas por la presencia espectral de un asesino y su víctima. Una historia novedosa de fantasmas pero tratada con tal sutileza por Chimal que de algún modo renueva y actualiza el género. Además de contener una puesta en escena sobre los límites del amor y el sexo, en los que el subconsciente es capaz de catalizar lo animal, lo telúrico, lo inefable.

Chimal, también se acerca en Aquí se entiende todo a las leyendas urbanas, historias sobre historias que parecen ocultar una realidad atroz, inconfesable.

Los demás relatos, aunque también recogen algunos momentos de ataque, violencia y terror, están marcados por una ironía desmesurada, llegando algunas veces a la parodia y al esperpento.

En Connie Mulligan asistimos al desastrosos e inevitable episodio de la destrucción de la vida de un empleado en una editorial. Desde que recibe la propuesta de edición de una extraña  Connie Mulligan (e hija) su vida se verá envuelta en una vorágine de absurdo y equívocos que convertirán su existencia en una parodia, en un caos.

Es este un relato de apariencia cómica y desmesurada, pero en definitiva, con distintas lecturas. El acoso, aquí, parece impuesto por una conspiración de locos. Una historia, en definitiva, de apariencias, en la que el lector dudará chimalde todo y nunca sabrá si los personajes carecen de lógica, sufren paranoia o sus destinos están realmente regidos por fuerzas externas y poderosas.

El fin del mundo es confrontado por una doble visión, por parte de los dos últimos supervivientes en Arte, un ejercicio de estilo, que más que destacar por su fuerza narrativa, irradia cierta belleza en su inercia poética, en la acumulación de imágenes yuxtapuestas y en la originalidad de su propuesta.

También nos enfrenta Chimal a otro fin del mundo, esta vez de dimensiones zombie-apocalípticas en el divertido, paródico y literario Los salvajes. Un cuento caustico y delirante en el que un cárter ha decidido volver a la vida a Roberto Bolaño, provocando un caos de dimensiones estratosféricas e insospechadas.

Los vampiros,  actualizados y desde un planteamiento novedoso, están presentes en este volumen: insertos en nuestra sociedad, señores que dominan a sus vasallos de los que aprovechan sangre y sudor en su propio beneficio. La gente buena, título irónico con doble sentido, que el lector podrá apreciar en su justa medida al término de su lectura.

Este volumen, de pequeñas piezas pero dotado con un gusto macabro, oscuro y sardónico, nos acerca a ese lugar fronterizo y penumbroso en el que se cruzan la cordura y la razón, lo real y lo aparente, lo posible y lo siniestro; el interregno en el que coexisten durante unos instantes de incertidumbre el miedo y las dudas, en definitiva, el inestable y necesario clima en el que lo fantástico puede fermentar con total libertad, a pesar de estar cercado por la realidad más inmediata.

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