Inquietante atmósfera creada por Sergi Belbel en «Una hora en la vida de Stefan Zweig»  

Por Abel Farré

De nuevo Sergi Belbel se pone al mando para dirigir una obra del joven autor canario Antonio Tabares. Tras el éxito de La punta del iceberg, presentada la temporada pasada en el Teatro de la Abadía de Madrid, Sergi Belbel estrena en Barcelona la historia narrada por el canario sobre los últimos momentos del escritor Stefan Zweig. La hora previa a su suicidio junto a su segunda esposa y secretaria Lotte Altmann, en su exilio en Petrópolis (Brasil).

[Crítica sobre el estreno en Barcelona en 2016. La función llega a Madrid al Teatro de la Abadía del 17 al 27 de mayo 2018]

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Con una escenografía nuevamente de Max Glaenzel —quien mide con perfecta meticulosidad cada uno de los elementos que la conforman— se nos presenta una puesta en escena en la cual los espectadores rodean a los protagonistas, consiguiendo hábilmente que los mismos lleguen a formar parte de la historia.

Por una parte nos encontramos con Stefan Zweig, protagonizado por un Roberto Quintana que emula desde buen principio el carácter del escritor austriaco, mostrando sólo con su aspecto y mirada, un hombre envejecido y agotado física y moralmente.

Desde el inicio de la obra, momento en el que se encuentra sentado en una mesa pupitre de redacción ante la carta que significa su adiós a la humanidad, su adiós a una vida que no le sigue a la palabra esperanza, Roberto Quintana nos ahonda en una atmosfera de sufrimiento y tristeza contenida que no nos abandonará hasta el final de la obra.

Lotte Altmann, su joven segunda esposa es interpretada por Celia Vioque. La misma nos transporta a una figura de aspecto frágil pero con un cierto temperamento contenido, que a medida que avanza la obra, mediante sus hábiles cuestionamientos, nos desgrana poco a poco la personalidad de Zweig.

El último interprete que forma parte de la obra es el personaje de ficción Samuel Fridman, de quien Antonio Tabares se sirve para dar a luz algunos de los temores e inquietudes que acompañaron al escritor austriaco, como pudieron ser de la existencia de los monomaníacos (Fridman y su obsesión por el poeta y pintor William Blake) y la decadencia de Europa producto del nazismo que acabó obligándolo a exiliarse en tierras lejanas.

El personaje de Samuel Fridman nos seduce a través de la magnífica actuación de Gregor Acuña-Pohl. (En Madrid, interpretado por Iñigo Núñez, en la imagen) El personaje de Fridman arrastra un cierto carácter bipolar que viene determinado por una bondad en torno al ser humano y por una locura contenida provocada por su pasión por la obra de William Blake. De manera que Gregor Acuña-Pohl consigue acercarnos a este personaje de forma clara, hasta dejarnos dejar sentir su propia rabia en nuestro interior.

 

Los personajes de Stefan y Lotte son algo más lineales, dicho esto sin discutir en ningún momento su buena interpretación, ya que los mismos nos ayudan con o sin palabras a acercarnos en esa atmósfera depresiva, que imaginamos que acompaña a los momentos previos de un suicidio.

La verdad es que lo que nos acaba sorprendiendo más gratamente es Samuel Fridman, porque en el fondo es el que nos ayuda a crear ese hilo conductor entre los otros dos personajes, dando aun más fuerza a la obra.

Así pues esta coproducción de la Fundació Sala Beckett/Obrador Internacional de Dramaturgia, Excéntrica Producciones y Una hora menos destaca por varias razones.

Por una parte por el hecho de ver ejecutada nuevamente una obra de Antonio Tabares, ya que con la misma redescubrimos su capacidad de seducirnos gracias a sus sólidas intrigas suscitadas; en este caso gracias a un texto cargado de alusiones que nos transportan ricamente a la situación de Europa en 1942 y la de sus exiliados.

Por otra parte por acercarnos hábilmente a la personalidad de Stefan Zweig y a sus coetáneos; de manera que cualquiera que no conozca la obra del escritor austriaco, una vez salga de la sala irá rápidamente en busca de “Carta de una desconocida” en la primera librería que encuentre abierta; al momento que buscará por Internet con el mismo desespero que Samuel Fridman, los dibujos de William Blake.

Y por último destacaría no sólo el trabajo de cada uno de los intérpretes, sino la atmósfera que se crea con cada uno de ellos, ya que con la misma se crean unas sinergias que nos hacen llegar como he ido repitiendo en varias ocasiones, al estado de ánimo que envolvía esa casa de Petrópolis, donde tras un último paseo por el jardín y el cierre de luces, dos personas perdían o mejor dicho dejaban de vivir, por voluntad propia.

Una hora en la vida de Stefan Zweigde Antonio Tabares – Sala Beckett

Sala Beckett – Gràcia. Del 17/12/15 al 10/01/16

Dirección: Sergi Belbel

Intérpretes:

Stefan Zweig: Roberto Quintana

LotteAltmann: Celia Vioque

Samuel Fridman: Gregor Acuña-Pohl

Fotografía: Sala Beckett

Teatro de la Abadía. Sala José Luis Alonso. Del 17 al 27 de mayo 2018.

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