«Limbo», un espectáculo con carretera por delante

Por Abel Farre

 

Tras el éxito del año pasado, vuelve la obra Limbo al Teatre Gaudí de Barcelona. Un montaje multidisciplinar capitaneado por la compañía Les Impuxibles de las hermanas Ariadna y Clara Peya.

Basado con los textos del dramaturgo Marc Rosich, se nos presenta una puesta en escena en donde se mezclan la danza, el teatro y la música en directo, consiguiendo que las mismas se unan en una misma fuerza, que toma el nombre de Transexualidad.

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Tal vez no por definición pero sin por intención, en el teatro uno lucha para hacer llegar un mensaje a cada uno de aquellos que suponemos impacientes por imaginar nuevas emociones. A menudo es un trabajo arduo el del director y el del intérprete para que cada una de aquellas palabras o movimientos nos lleguen a transmitir el mensaje por el cual actúan.

Cuando se toma tan sólo una disciplina,  como puede ser el teatro, uno tal vez puede tener menos herramientas de representación que cuando se opta por presentar un espectáculo multidisciplinar donde la música y la danza jueguen al mismo nivel.

2Pero la complejidad llega en el momento en que tenemos que unir estas disciplinas y direccionarlas hacia un mismo fin, sin que las mismas se vayan quedando difusas por el camino o que, por el contrario, en un afán de uso de herramientas, lleguemos a un atosigamiento del propio espectador.

Limbo, bajo la dirección de Míriam Escurriola consigue tomar lo necesario de cada una de estas disciplinas para ofrecernos un espectáculo en perfecto equilibrio; consigue acercarnos de forma ejemplar el colectivo transexual.

Un colectivo que se encuentra silenciado una vez más por una sociedad cruel que no acepta la liberación sexual, para acabar tachándola de enfermiza; porque según parece no es normal cuando la misma se escapa de las libertades ficticias creadas por aquellos que parecen regentar la verdad inamovible de lo que es lo normal.

Con ello, gracias a Limbo nos vamos cuestionando cada uno de aquellos muros que interpone la sociedad a este colectivo, y lo que es más importante, nos deja vivir en primera persona los pensamientos de los seres humanos que se encuentran en esta situación.

Por una parte la actriz-cantante Mariona Castillo, quien adopta el papel de Berta/Albert, según el prisma con el que se mire. Berta/Albert es el personaje principal de la obra, ese personaje que se encuentra pegado a un cuerpo que no le pertenece.

Lo importante de la interpretación de Mariona Castillo es que nos consigue transmitir una total veracidad de los hechos, gracias a su naturalidad en escena. Tal vez se escapa algún punto en el momento del canto, pero son hechos puntuales, ya que no hay que dudar de la profesionalidad de quien ya a los 21 años acompañaba a Nina en el espectáculo Mamma Mia! en el Lope de Vega de Madrid.

Pero hay que dejar claro que no se trata de un monólogo ni nada por el estilo, al mismo nivel de la actriz se encuentra un piano desnudo, que desde buen principio se ve en escena.

Es la directora musical Clara Peya quien toma las riendas de esas teclas blancas y negras para dejarnos sin aliento en las butacas del teatro. Con la misma intensidad salen las palabras de la boca de Mariona Castillo como del piano de Clara Peya. Sinceramente un elemento, la música, que nutre de una fuerza intensa al conjunto de la obra.

Sus subidas, sus bajadas, sus graves, sus agudos; cada una de las notas parecen haber estado medidas con la misma intención en que juntamos silabas para formar palabras. Así  que hay que realzar la figura de Clara Peya, ya no sólo por creación musical, sino por ejecución de la misma.

Y detrás de todo esto hay quien danza al mismo ritmo de la historia, es quien teatraliza mediante movimientos cada uno de los hechos que se van presentando. Este es el papel que juegan Tatiana Monells y Ariadna Peya.

Al principio de la obra tal vez a uno le cuesta  avanzar con el mismo sentido; cuando juegan al mismo1 nivel la música el texto y la danza. Pues tal vez la danza queda un poco difuminada en cuanto a significado.

Pero a medida que avanza el espectáculo, toma sentido el hecho de que la danza esté presente entre nosotros, ya que la misma se acaba convirtiendo en una acción necesaria para entender el conjunto de la obra.

Como si de una simbiosis se tratara, a medida que avanza el espectáculo uno se da cuenta que todo va hacia una misma dirección, y que la falta de alguno de los elementos haría balancear el proyecto.

En definitiva, un espectáculo que le queda mucha carretera por recorrer.

Limbo

Teatre Gaudí – Del 4 al 28 de febrero

Una creación de Les Impuxibles
Idea original Clara Peya, Ariadna Peya y Míriam Escurriola

Dirección: Míriam Escurriola

Letras y dramaturgia: Marc Rosich

Intérpretes
Mariona Castillo
Tatiana Monells
Ariadna Peya
Clara Peya (piano)

Fotografías: Kiku Piñol

Espectáculo en catalán.

 

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