Cuestionario literario: Marina Sanmartín

 

informe 2Hace apenas unas semanas, la periodista y escritora Marina Sanmartín definía su literatura como una literatura de ficción no pura: “ninguna de mis ficciones es pura”, escribía Sanmartín refiriéndose, en concreto, a su último trabajo novelístico Informe sobre la víctima (Principal de los libros). Pero, ¿qué entiende Sanmartín con una ficción no pura? Y, sobre todo, ¿en qué sentido Informe sobre la víctima es una ficción (im)pura? Cabe confesar que una aborrece bastante la cuestión de la pureza, seguramente uno de los términos que más se han abanderado a lo largo de la historia literaria para luego, afortunadamente, traicionarlo y es que gran parte de los más excelsos ejemplos literarios y artísticos –el impresionismo o las vanguardias como ejemplos paradigmáticos- no son más que contestaciones a la supuesta pureza y corrección estilítico-formal e, incluso, moral exigida desde los patrones academicistas y de la crítica oficial -¡ay esa Academie française que expulsó que renegó de Manet y compañía o esa crítica de alto copete que se escandalizó frente el Ulises de Joyce. Sin embargo, dejando de lado el tedio que dicho concepto supone y retomando lo dicho por Sanmartin, la autora Informe sobre la víctima aludía  a la ausencia de pureza de sus ficciones en tanto a que dichas ficciones no son “completamente ‘mentira’”. Si bien es cierto que el término mentira rechina al ser referida a la literatura, por mucho que haya autores que estén construyendo su literatura en contra de la mentira novelesca –ay si leyeran Mentira romántica y verdad novelesca de René Girard-, lo cierto es que la propia Sanmartin, consciente de la impostura del término mentira, pone entre comillas dicho término aludiendo a una vertiente experiencial de la literatura. Se trata de una vertiente que, sin duda, subyace en su literatura, pero que no se explicita o, por lo menos, solo se explicita a través de la gran variedad temática y formal de la obra literaria de Sanmartín, variedad que, como la propia autora señalaba, está motivada de que cada obra responde a un determinado momento contextual y temporal. En efecto, Informe sobre la víctima tiene mucho de la presente narrativa y, en concreto, del interés creciente por trasladar las ficciones en tiempos futuros que, en más de una ocasión –todavía no sabemos si necesariamente o por un exceso de repetición de cliché- son definidos como apocalípticos o post-apocalípticos –queda pendiente descubrir si ya hemos vivido el apocalipsis o no. Asimismo, Marina Sanmartín construye una novela que se inscribe, en parte, en el género negro, sin duda el género en boga en estos momentos –aquí somos mucho de burbujas, ya sean inmobiliarias como literarias- y, por último, configura una novela en la que la reflexión acerca de la escritura y, en concreto, acerca de la escritura y (re)escritura de un pasado, común e individual a la vez, que requiere ser recuperado, aunque dicha recuperación implique su reconfiguración que prevé en sí misma el rescate de la veracidad de los hechos y la impostura intrínseca de toda interpretación. Informe sobre la victima tiene estos tres elementos y, sin embargo, por contradictorio que pueda parecer, carece de ellos en cuanto los niega en un proceso de inscripción y de fuga: Marina Sanmartín conoce el contexto literario en el que se enmarca, pero es consciente del agotamiento que prevé toda repetición de modelos. Y es precisamente esta consciencia la que la lleva a hacer de Informe sobre la víctima un movimiento de fuga o de desviación, negando o distorsionando el género negro, negando y renegando de los clichés de la distopía novelesca o del encuadre temporal en el futuro y elaborando una novela donde lo que prima es el mecanismo de resolución y dilucidación del crimen. De ahí que  Sanmartín incorpore el propio informe acerca de lo sucedido, el informe de la víctima es un texto más dentro del texto narrativo, un texto que pone en cuestión la propia construcción del relato, un texto que se ofrece como prueba y a la vez como refutación de lo sucedido. Ya no solo la polifonía, sino la pluralidad de relatos cuestionan la posibilidad de una solución del caso, cuestionan la posibilidad de hallar una verdad, un sentido único. La novela, en definitiva, es en sí misma un informe que, como tal, no de ja de ser la exposición de posibles, la notificación de datos, en definitiva, hipótesis de un relato posible.

 

marina
¿Cuál es su idea de felicidad perfecta? 

Me gusta estar sola y me gusta mucho mi casa; también las películas basadas en hechos reales. Estos tres elementos combinados casi siempre se traducen en algo muy parecido a la felicidad. Si le sumas un sofá y una manta (no importa la estación), entonces es muy probable que alcance el éxtasis. Soy más bien de gustos sencillos.

¿Cuál es su gran miedo? 

El miedo a volar.

¿Cuál considera que es la virtud más sobrevalorada?

La sinceridad.

¿En qué ocasiones recurre a la mentira? (en el caso que confiese mentir).

Me encanta mentir, lo hago constantemente, incluso con los que me conocen muy bien y me pillan todo el tiempo. Menos mal que, aparte de conocerme, también me quieren.

¿Se muerde la lengua antes de expresar determinadas opiniones por temor al qué dirán?

No suelo morderme la lengua, pero sí creo que hay un momento perfecto para decir según qué cosas. A veces merece la pena esperar.

¿Cuándo fue la última vez que tuiteó o publicó algún comentario en las redes sociales con plena libertad?

Esta mañana.

¿Qué es para usted la libertad?

No sé muy bien cómo definirla pero creo que empieza por tomar decisiones siendo honesto con uno mismo. A veces no traicionarse cuesta. Ser libre implica ser valiente.

¿Siente que el ser una persona reconocida públicamente le resta libertad con respecto a la persona anónima?

No tengo la sensación de ser una persona reconocida públicamente.

¿Hablar y expresar públicamente opiniones políticas o silenciarlas?

No tengo mucha idea de política, pero me relaciono con gente que sí la tiene, que vive en ese mundo, y siempre me dejan hablar.

¿Activismo público o compromiso privado?

El activismo público es un fraude si no somos capaces de comprometernos en nuestra vida privada, con las situaciones pequeñas, y actuar en consecuencia.

¿Informarse o ser informado?

Me encanta que me cuenten las cosas, hasta el final de las películas. Luego no me creo nada.

¿Qué es para usted y qué valor tiene la información?

La valoro porque, si la tengo, puedo relacionarme mejor con los demás; aunque no me obsesiona.

marina 1La cultura, ¿cuestión de esnobismo o conocimiento transversal?

Conozco a muy poca gente culta y a muchísimos esnobs.

¿Todo es cultura? O, mejor dicho, ¿qué no es cultura para usted?

Yo desprecio muy pocas cosas. No creo que haya nada de malo en ver “Sálvame” y luego cambiar a La Noche Temática. Hay que estar preparado porque nunca se sabe con quién te vas a quedar encerrado en un ascensor.

¿Sus referentes culturales son literarios, musicales, artísticos, cinematográficos…? Principalmente literarios y cinematográficos. Cuando hablo de mis gustos musicales suelen mirarme con condescendencia, así que prefiero callar.

¿Un autor para releer?

Kundera.

¿Un autor recién descubierto?

Patrick White.

¿Una película, una obra de teatro o un espectáculo recientemente visto y que no olvidará?

“La juventud”, de Sorrentino, y la expo de Munch, en el Thyssen.

La creación, ¿un arte, una pasión o un ofició que se puede aprender?

Creo que es un juego. Aprender a jugar es posible para todos; lo difícil es ser el mejor jugador.

¿Todos podemos escribir un libro?

Mal, todos.

¿Todos podemos publicar?

Ahora mismo sí, cada vez hay más canales.

¿Todos podemos ser artistas?

Todos podemos creer que somos artistas. Desconfío mucho de los que nos recuerdan cada cinco minutos que lo son.

El éxito, ¿personal o profesional?

Soy muy mala a la hora de compartimentar mi vida. Trabajo en lo que me gusta y eso contribuye a que no haga distinción.

El éxito, ¿fama, dinero, reconocimiento o no necesariamente?

No necesariamente.

¿Cuál considera que es su gran logro?

No haberme rendido en las situaciones difíciles. Agachar la cabeza, aunque sólo sea una vez, es muy peligroso.

¿Cuál es su lema?

No tengo ninguno.

 

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