Barba Jacob y Asunción Silva: en un diálogo sobre la vida poética (I/II)

poetas colombianos

Por: Juan Camilo Parra

El Escritor antioqueño Fernando Vallejo en su libro sobre el poeta José A. Silva-Almas en pena, chapolas negras-, escribió: “Colombia no tiene perdón ni redención. Esto un desastre sin remedio”. Desde su querido México, el escritor colombiano no ha parado de lanzar críticas sobre Colombia y sus problemáticas, hace más de diez años que escribió esta biografía y aún sus palabras resuenan fuertemente en los oídos de aquellos que lo hemos leído.

Los grandes escritores son grandes no porque aquí se les reconozca, sino que han tenido que partir, salir corriendo del infierno en el que se vuelve este país del sagrado corazón. Las oportunidades para los poetas colombianos siempre han sido en otros lugares menos en su patria, es como sí allá afuera se vieran cosas que nosotros no alcanzamos a captar y por eso, deciden partir y luego volver y luego salir y así, como un circulo, como un infinito.

En ocasión del día mundial de la poesía ya celebrado días atrás,  se siente la necesidad de hablar de los dos poetas más grandes que ha tenido Colombia. El primero es José Asunción Silva, conocido en todo el mundo, sus escritos son mágicos y especiales. El segundo no es nadie más ni nadie menos que el hombre de mil nombres, o mejor el hombre de mil seudónimos: Porfirio Barba Jacob. Dos poetas de gran reconocimiento y con unas vidas que fueron bastante extrañas. ¿Pero qué tienen en común estos dos escritores? Bueno, en el transcurso del texto sabremos sus afinidades acerca de la muerte.

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tomado de: biografiayvidas.com
tomado de: biografiayvidas.com

Sin querer y sin saber, Barba Jacob se cruzó con Silva finalizando el siglo XIX. Pero decir que se cruzó, es metafórico, ya que, cuando nuestro poeta Silva en 1896 en la madrugada de un domingo, día del señor, tomaba su revólver y se disparó justo en el corazón, y mientras su cuerpo caía desplomado en la cama, Barba Jacob asistía a la escuela en Santa Rosa de osos, por allá en Antioquia. “El tiro eterno, ineludible, del revólver viejo, debió de sonar enmohecido, apagado, porque en la casa nadie lo oyó: ni la madre, ni la hermana, ni la criada…”, diría Fernando vallejo. Y se fue

para las profundidades de Hades, con su tristeza y su dolor, con nuestro dolor y el de la literatura. “Silva se mató un domingo que llovía. Lo enterraron un lunes con sol. Los misterios que vamos a contemplar hoy son lluviosos. Domingo lluviosos, lunes luminosos, martes dolorosos”. Y mientras Bogotá andaba en esas, Barba Jacob se instruía sobre la gramática de aquel tiempo, escribía versos, frases sueltas, palabras al aire.

Así fue él, Ricardo Arenales, un papel en el viento, o mejor un versos en el viento que voló y voló, de aquí para allá, de allá para acá. De aquí de Colombia, para allá en Nicaragua, de México hasta El Salvador, de El Salvador hasta Perú. Y así de arriba pa` bajo y viceversa, anduvo por este continente inaugurando periódicos, criticando presidentes, escribiendo poemas, viviendo en la miseria y fumando marihuana hasta el fin de sus días. Y es que a Barba Jacob, o mejor a Ricardo Arenales, lo quisieron como nunca en Guatemala, pues hizo que el periódico Imparcial tuviera una gran acogida gracias a sus escritos. Mejor que lo cuente Vallejo en la biografía del poeta antioqueño: El mensajero.

“Antes de la llegada de Arenales en Guatemala sólo había gacetillas de literatura ampulosa, que los intelectuales del país llenaban de suficiencia y pedantería con sus crónicas a la Gómez Carrillo. El periódico era un cuerpo inerte y sus redactores no admitían indicaciones ni consejos”. Y más adelante expone: “En El Imparcial se burló de todos y les enseñó a trabajar. A su director y propietario Alejandro Córdova lo trató de ignorante y mercachifle, y un día en que le reclamó por haber mandado al bote de la basura un artículo suyo en que destruía a un contrincante, le dijo: <<sus querellas personales no le interesan a nadie. Si quiere que yo haga de El Imparcial un periódico de primera me va a dejar entera libertad para elegir lo que se publique>>”.

Y es que hizo lo que quiso en cada uno de los países que visitó, o bueno que vivió. Tan particular fue su vivir, tan especial fue sus relaciones con las personalidades más importantes de los países, que una de las anécdotas más curiosa y contada con picardía y alegría, fue lo sucedido con el filósofo José Vasconcelos, el gran intelectual de México cayó en las manos del poeta colombiano. En principio, Vasconcelos le ofreció un trabajo a Arenales, era supervisor de bibliotecas públicas, allí tenía que pasar a observar el rendimiento de los funcionarios y de la biblioteca. Nunca lo hizo, ni bobo que fuera, y se dedicó por tres o cuatro, quizás cinco meses a cobrar sólo el sueldo, ante dicho acto, el pensador mexicano lo echó de su trabajo y Arenales siguió viviendo en la miseria como siempre., pero el asunto no era ese, como Vasconcelos era ministro de educación en aquella época, decidió volver a buscar al poeta para invitarlo de nuevo a trabajar y se encontró con esto:

Enterado Vasconcelos de qué pluma provenía- unas pequeñas críticas que escribió el poeta colombiano en un diario sobre Vasconcelos- fue al cartucho en que vivía a buscarlo y lo encontró acostado con un muchacho. << ¡Mira quién viene!- le dijo Arenales sin inmutarse al muchacho-¡El dictador de la cultura en México!>> Y con tremendas palabras echó a Vasconcelos del cuarto.

tomado de: emanze.com
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Entre esa y muchas anécdotas se puede contar un poco más sobre Barba Jacob, pero las más interesante, versan sobre su estilo y forma de vida. Una vida miserable, desgraciada y muy bohemia. Llena de marihuana y muy desequilibrada sexualmente, tanto así que se llenó de sífilis mezclada con tuberculosis. Barba Jacob se cruzó con grandes hombre de la historia universal. Nuestro poeta antioqueño murió en 1942 en México, con la cabeza a los pies de la cama, viendo un crucifijo de plata y con una manta sobre la cintura, una cara de esperpento, cadavérica, amarrilla que no daba buenos presagios sobre su continuidad en este mundo.

El primero, decidió morir porque este mundo y este país así lo quisieron. Y el segundo murió hasta que Dio quiso dejarlo. El segundo sufrió más que el primero, el primero tuvo más éxito que el segundo. Bueno, este aspecto quedará en veremos, pues se pueden dividir las opiniones. Sobre el primero Vallejo dice: “Me acuerdo que eran las seis de la tarde, cuando en Medellín oscurece, y que estaba en el vestíbulo de mi casa llorando por él, por sus versos, la milagrosa belleza de esos versos suyos que me inundaban el alma, y porque (sic) se mató, lo matamos, nosotros, Colombia toda que no tiene esperanza ni perdón”. Y del segundo expone: “[…] él despertó en mí el amor a la poesía y al arte. Yo tenía entonces quince años […]”. Las biografías escritas por Vallejo, reflejan más que una investigación, amor, amor profundo y sincero por los poetas, por estos poetas que escribieron versos tan bellos.

2 thoughts on “Barba Jacob y Asunción Silva: en un diálogo sobre la vida poética (I/II)

  • el 25 marzo, 2016 a las 1:00 am
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    Lo que significaron los dos poetas para el mundo literario y en particular para Colombia, quedará en el recuerdo para los que seguimos sus versos y quedará en el recuerdo de quienes los consideraron sin valor en su arte. Barba Jacob fue declarado proscrito porque, dizque, era un pervertido. Silva, por el contrario, tenía el don de saber manejar esa clase hipócrita que caracteriza a nuestra sociedad. Sin embargo el tormento que vivieron fue mucho más grande por lo que representaba para ellos el ser humano, lo que significaba para ellos la vida, el amor y la muerte. Al igual que Fernando Vallejo que le ha tocado vivir el gran tormento de una patria adolorida y destrozada. Por eso también, en él, encontramos el significado de la vida, el amor y la muerte.

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    • el 28 marzo, 2016 a las 2:25 am
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      Sí, tiene toda la razón y le agradezco de antemano por leer y comentar. Lo invito a que lea la segunda parte de este texto y así quizás, pueda responder a este comentario acertado que usted ha hecho. Quizás podamos hablar a profundidad ya con la lectura del segundo texto. Saludos

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