La amistad definida por grandes filósofos y escritores

A un nivel, las amistades son muy simples. Son lazos entre personas que disfrutan de la compañía del otro. Pero si vamos un poco más hondo, no existe consenso sobre su significado. Procuramos a nuestros amigos por simple y profunda afinidad de espíritu, sin importar qué características tengan distintas a las nuestras; “todas las diferencias pueden confluir en la amistad y la literatura”, diría Francisco Hinojosa. Los amigos dilatan nuestro territorio mental y lo hacen con ese desprendimiento exclusivo de la familiaridad.

Pero hablar hoy en día de la amistad es aún más abstracto.

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices
por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar,
mas otras apenas vemos entre un paso y otro.
A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

Esto lo escribió Jorge Luis Borges mucho antes de que la palabra “amistad” se expandiera y dislocara para también referir a la lista de nombres que coleccionamos en redes sociales (que ni siquiera nos “hacen felices por la casualidad de haberse cruzado en nuestro camino”, sino que existen en algún lugar amorfo donde ni las vemos ni las tocamos y a veces ni cruzamos palabra con ellas). Pero resulta innecesario repetir lo que tanto se ha dicho acerca de los espejismos de nuestras relaciones virtuales, porque la mayoría de nosotros sabemos que la amistad es otra cosa que el ir y venir de opiniones y críticas. Es estar junto a otro ser humano por elección y establecer una serie de pactos y lealtades. Sabemos también que, al igual que el Internet no reemplazará a los libros físicos en un futuro cercano, tampoco remplazará a nuestros amigos cercanos.

Lo que es preciso es detenerse a separar las cosas. Hay muchas clases de amigos, como bien dijo Borges, y una de ellas es precisamente la de los autores literarios. Aquellos escritores que una vez que leemos llegamos a admirar y querer, y entonces decidimos conservarlos muy cerca de nosotros. Cada lector va formando su familia literaria, su legión de fantasmas con quien sostiene conversaciones y entrevistas a lo largo de su vida. “Nuestros poderes intelectuales y activos aumentan con nuestro afecto”, dijo Ralph Waldo Emerson en su ensayo sobre la amistad. Esa clase de amigos es producto tanto de la suerte de haberlos encontrado como de la elección de tenerlos cerca y está formada, arbitrariamente, por las mejores y más admirables mentes de la historia.

Quién mejor que ellos, nuestros amigos íntimos de la literatura, para separar esa sorprendente virtud de la amistad de todo lo demás que sucede en torno a esa palabra en nuestros días. Los siguientes son algunos fragmentos sobre el tópico de la amistad, que además de reforzar la importancia de tener un buen amigo, vienen de voces que también lo son.

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Cada amigo representa un mundo en nosotros, un mundo que posiblemente no nace hasta que ellos llegan, y es solo en este encuentro que un nuevo mundo puede surgir. – Anaïs Nin

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Tenemos mucha más amabilidad que la que se ha hablado alguna vez. – Ralph Waldo Emerson

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El único servicio que un amigo puede realmente prestarte es el de sustentar tu valentía al sostener un espejo frente a ti en el que puedas ver una imagen noble de ti mismo. – George Bernard Shaw

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Un verdadero amigo te apuñala de frente. – Oscar Wilde

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Sé lento al entrar en una amistad, pero cuando estés dentro, continúa firme y constante. – Sócrates

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La amistad es ciertamente el más fino bálsamo para los golpes de un amor decepcionado. – Jane Austen

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No camines detrás de mí, puedo no guiarte. No andes delante de mí, puedo no seguirte. Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo. ––Albert Camus

 

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