Nuevo premio para la narrativa colombiana

Juan G. Vasquez

Por: Juan Camilo Parra

La semana pasada se le otorgó al colombiano Juan Gabriel Vásquez el premio Casa de las Américas en Portugal. Su novela Las reputaciones fue escogida como una de las mejores por su estilo y composición.  Este premio que también lo ha ganado el escritor paisa: Héctor Abad Fasciolince, solo demuestra el poder de la pluma que tienen los escritores colombianos y la recepción de su obra en otros idiomas.

El premio fue otorgado por unanimidad con 4.000 Euros. La novela que ya había recibido el premio de la Real Academia Española en el 2014, se fortaleció como el buen vino que con los años, se hace mejor. Juan Gabriel Vásquez que terminó hace unos días su participación en la Feria Internacional del Libro en Bogotá, sigue en la presentación de su última novela: La forma de las ruinas. Novela que estuvo como finalista en el premio Vargas Llosa en Perú.

De Juan Gabriel Vásquez solo se puede hablar de reconocimientos por cada una de sus novelas, desde  Los informantes  pasando por el premio Alfaguara con El ruido de las cosas al caer, hasta las reputaciones con los dos premios anteriormente mencionados. Es una de las plumas más ricas y novedosas de la literatura colombiana y si se quiere, de Hispanoamérica.

Las reputaciones es una novela que tiene como elemento dos aspectos importantes: la ética y el poder. El personaje principal,  Javier Mallarino, es una leyenda viva de las caricaturas satíricas de Colombia. Hace alusión al ya fallecido Ricardo Rendón quien fue uno de más importantes críticos y caricaturista de los años cuarenta en Colombia. Así que Vásquez abre esa puerta para traer a la memoria a Ricardo en la voz de Javier quien después de veinte años, en su momento de mayor esplendor y reconocimiento en el país, es interceptado por una mujer que quiere encontrar respuestas, soluciones a un momento trascendental de su vida y que él, Javier, fue un testigo directo.

Las reputacionesTodo sucedió una noche, en una celebración en la casa de Mallarino que sin querer, se convertiría en el momento más importante de su carrera y en la vida de un político. Después de esa noche, la vida del caricaturista, del político y de aquella mujer, nunca volvería a ser la misma. Es como si el mundo se hubiese dividido en dos, en un antes y un después que destruiría una vida, a la otra le generaría gloria y a la última, un mar de incertidumbre. El juego del pasado, de ese laberinto de recuerdos que muchas veces creemos haber olvidado, pero que claramente siguen ahí, latentes, punzando fuertemente nuestra memoria. Así que Vásquez juega con ello, con los recuerdos de Mallarino y del país, busca respuestas, juega con la memoria y con la sensación de olvido, con la tristeza y desconsuelo. Como lo diría el mismo autor trayendo a colación un fragmento del libro: Alicia en el país de las maravillas: “Es muy pobre la memoria que solo funciona hacía atrás”.

El escritor Bogotano quien nació en Bogotá en 1973, ha intentado realizar en sus escritos un ejercicio casi desmedido, de buscar en los recuerdos, en los misterios del pasado la verdad que encierra el presente. Pues somos hijos y herederos de una historia que necesita ser narrada y entendida, no sobrevalorada y creída como un asunto que no se puede cuestionar. Abrir espacios en el tiempo, como un juego de física, es una tarea ardua que ha llevado a que el escritor bogotano demore entre dos a tres años en la construcción de sus novelas que hoy en día, son reconocidas como pequeñas obras de arte que tienen mucho que decir a diferentes generaciones de colombianos y de lectores que tengan la necesidad de cuestionar su existencia no como algo miserable sino como un elemento cargado de hechos que puya sin cesar.

Una novela de la realidad colombiana y de todo lugar en donde la ética del periodista o del caricaturista está en constante juego. El poder, un lugar privilegiado se ve trastocado hasta el punto en el cual el columnista o aquel que tiene de cierta forma una voz para denunciar, trasciende el campo en donde su ética se pierde para darle paso a la denuncia sin medir consecuencia. El poder del lenguaje gráfico o escrito toma una fuerza mayor cuando se trata de destruir la imagen de una persona. Las reflexiones y análisis sobre este caso es otro de los aspectos que el escritor bogotano pone de antesala en una historia que a simple vista, parecía sencilla, pero que se va complicado hasta el punto de no tener control sobre ella.

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