‘Murambi, el libro de los huesos’

Murambi, el libro de los huesos

Boubacar Boris Diop

Traducción de Mireia Porta i Arnau

Wanafrica

Barcelona, 2016

255 páginas

MurambiP

Un europeo viaja a Ruanda, años después de un genocidio a golpe de metal mellado, y tras encontrarse con víctimas y victimarios escribe una crónica, excelente, titulada Una temporada de machetes. Un libro aterrador que Jean Hatfeld sostiene sin que le tiemble el pulso. La visión desde la cómoda casa con alfombra persa y lámpara con bombillas de bajo consumo, no puede si no tener un tinte neocolonial: esta es nuestra herencia, esto es lo que nosotros les hemos dejado, la culpa es nuestra.

Sin embargo, ¿qué ocurre si el que viaja a Ruanda es un Senegalés? Al igual que ha sucedido con las guerras que ha tenido lugar en Europa -pienso, por ejemplo en las de los Balcanes-, los escritores europeos no han podido cauterizarlas con reportajes o documentales. Fue necesario recurrir a la ficción, o a la ficción documental. Inventar. Así es como Boubacar Boris Diop (Dakar, 1946), se enfrenta a las secuelas de la barbarie. En 1998 era un visitante molesto en Kigali. Porque era un hermano africano dispuesto a escuchar. Conmovido y, en la medida de sus posibilidades, daría voz a los asesinados. Para eso tendría que buscar osarios, lugares que algunos todavía visitaban para extraer calaveras con las que jugar al voleibol. Mientras tanto, al siniestro hotel donde se aloja acuden hombres marchitos dispuestos a narrar su historia. Boris Diop se propone descubrir la semilla del odio en cada relato, o la semilla de lo que sea, porque no hay un sentimiento único, a no ser el miedo. Esos seres, le pedían a gritos convertirlos en ficción. Al menos esa sensación era la que le dominaba. Y no quedaba otra estrategia que la de reinventar la literatura. Adiós a la crónica, hola a la novela. No hay otra forma de llegar al corazón de las cosas cuando uno no puede responder con la realidad al porqué de la barbarie. Sin embargo, en Murambi cobra mayor peso los testimonios de los supervivientes que la prestidigitación de la narrativa. Se siguen varias trayectorias individuales, pero en ninguna de ellas el autor y afectado que está el autor se esconde detrás de una voz narrativa.

«El deber de memoria es ante todo un modo de contraponer un proyecto de vida al proyecto de destrucción de los genocidas, y el novelista tiene algo que decir», comenta Boris Diop en el postfactio. Ese saber que ha hecho algo bueno justifica su trabajo.

Tras años de exilio, Cornelius regresa a Ruanda para enfrentarse a una historia personal, trágicamente ligada a la de su pueblo. En torno a la suya se entrelazan diferentes historias de ese pasado con límites precisos entre víctimas y verdugos. Construida como una investigación, con una lucidez extraordinaria,Murambi, el libro de los huesos nos informa sobre el último genocidio del siglo xx.

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