El marqués de Sade y «Justine o las desgracias de la virtud»

«Es cierto, por tanto, que la prosperidad puede acompañar la peor conducta, y que en el mismo centro del desorden y de la corrupción, cuanto los hombres denominan la felicidad puede esparcirse sobre la vida; pero que no nos alarme esta cruel y fatal verdad; que el ejemplo de la desdicha, persiguiendo por doquier a la virtud, como no tardaremos en ofrecer, no atormente más a las personas honradas».

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Vuelve a las librerías una cuidada y flamante versión de Justine o las desgracias de la virtud (Navona Editorial), la controvertida obra del marqués de Sade. Esta obra subversiva, repleta de escenas sexuales explícitas, intercaladas con reflexiones filosóficas en torno a la moral y a la inexistencia de Dios, es un clásico de la literatura universal que no deja indiferente a quien se adentra en ella. Grandes de la literatura no dejaron en su momento de opinar sobre la obra: “Sade fue la última palabra del cristianismo”, comentaba Gustave Flaubert; “Sade quiso devolver al hombre civilizado la fuerza de sus instintos primitivos, pretendió liberar la imaginación amorosa de sus propios objetos. Creyó que de ahí, y sólo de ahí, nacería la verdadera igualdad”, decía sobre ella Paul Éluard; “El espíritu más libre que haya existido jamás”, sentenciaba Guillaume Apollinaire; “Una de las más grandes virtudes poéticas de esta obra es la de situar la pintura de las iniquidades sociales y de las perversiones humanas en la luz de las fantasmagorías y de los terrores de la infancia”, revelaba André Breton.

«Ante el grito de sorpresa y de horror que suelta la señora de Lorsange, la joven se gira, y deja ver junto al más bello talle del mundo, el rostro más noble, más agradable, más interesante, todos los atractivos en suma más placenteros, hechos mil veces aún más excitantes por la tierna y conmovedora aflicción que la inocencia añade a los rasgos de la belleza»

Cuando pierden a sus padres siendo todavía muy jóvenes, las hermanas Juliette y Justine se ven obligadas a buscarse la vida en un mundo malvado y cruel. Ante este hecho, las actitudes que adoptan son diametralmente opuestas: la morena Juliette carece de escrúpulos para prostituirse y halla cierto placer en unirse a viejos acaudalados de cuyas haciendas se acaba apoderando, mientras que la rubia y piadosa Justine elige el imposible camino de la virtud. Rodeada de personajes depravados y perversos, en un intento de salvaguardar sus preciados principios, Justine padecerá todo tipo de vejaciones, humillaciones, abusos e incluso torturas, hasta caer irremediablemente en la degradación. Mientras que la rectitud de su conducta será injustamente castigada, los personajes corrompidos con quienes se cruza saldrán siempre indemnes.

«—Los servicios de una criatura como tú son poco útiles en una casa —me contestó Dubourg—. No tienes edad ni constitución para colocarte como pides. Mejor harías en ocuparte de gustar a los hombres, y de trabajar en encontrar a alguien que quiera ocuparse de ti. Esta virtud que tanto exhibes no sirve de nada en el mundo; por mucho que te arrodilles ante sus altares, su inútil incienso no te alimentará. La cosa que menos halaga a los hombres, aquella a la que prestan menos atención, la que desprecian más soberanamente, es la decencia de vuestro sexo: aquí sólo se aprecia, hija mía, lo que beneficia o lo que deleita. ¿Y qué beneficio puede significar para nosotros la virtud de las mujeres? Son sus desórdenes los que nos sirven y nos divierten, pero su castidad es lo que menos nos interesa».

Donatien Alphonse François de Sade, conocido por su título de marqués de Sade (París, 1740-Charenton-Saint-Maurice 1814), fue un aristócrata francés y escritor maldito. Lector de los filósofos de la Ilustración, estuvo comprometido con el activismo revolucionario. Su estilo de vida licencioso no estuvo libre de escándalos y polémicas, que en muchos casos lo llevaron a la cárcel. Pese a que su obra, que ha suscitado opiniones encontradas a lo largo de los siglos, tuvo una importante influencia en la literatura francesa del siglo XIX, permaneció parcialmente inédita hasta principios del siglo XX, cuando Apollinaire y los surrealistas la rescataron. Algunas de sus obras más populares sonLas 120 jornadas de Sodoma, La filosofía en el tocador, Historia de Juliette o las prosperidades del vicio, Aline y Valcour o la novela filosófica y La marquesa de Gange.

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Justine o las desgracias de la virtud.  D.A.F. de Sade.  Navona Editorial, 2016.

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