Los libros de la isla desierta: Ensayos

Por Óscar Hernández Campano.

EnsayosENSAYOS. Michel de Montaigne. (Galaxia Gutenberg)

En el siglo XVI, un hombre, jurista, político, noble y terrateniente, decidió dejar sus ocupaciones terrenales y aislarse en la torre de su castillo, con la silenciosa compañía de los cientos de volúmenes de los clásicos grecorromanos que descansaban en los incontables anaqueles de la estancia. Allí, Michel Eyquem de Montaigne emprendió una titánica labor que intermitentemente lo acompañaría durante los últimos años de su vida, hasta su muerte en 1592. Montaigne sintió el impulso de plasmar por escrito sus reflexiones, sus opiniones, sus anécdotas personales y cientos de citas de los maestros del pasado que ilustran los Ensayos. La muerte de su íntimo amigo Éttiene de la Boétie en 1563 causó una herida profunda en el alma del magistrado de la Montaigne, y aunque aún tardaría casi dos décadas en comenzar su magna obra, el recuerdo y la inspiración de su amigo impregnan los Ensayos.

Montaigne fue educado en latín. Su padre, Pierre Eyquem, decidió que su vástago aprendería el latín como lengua de uso y para ello contrató a tutores que hablaban al pequeño en esa lengua. Su esposa y él mismo, aprendieron frases en ese idioma para que el pequeño Michel tuviera la lengua de Séneca o Virgilio como idioma materno. Así, la lectura y comprensión de los clásicos no tuvo secretos para el futuro señor de Montaigne. Su educación humanista le permitiría desarrollar un espíritu crítico y observador que rezuma en cada ensayo, sorprendiendo al lector con una modernidad en muchos aspectos, que alcanza la mentalidad de nuestros días.

Ciento siete ensayos escritos en francés (lengua que aprendió de más mayor y que sustituyó al latín en su vida diaria), divididos en tres libros y redactados desde 1580 a 1588, con numerosas correcciones del mismo Michel de Montaigne y póstumamente, organizados por su amiga Marie de Gournay, quien preparó la edición más completa y editada, la de 1595.

Este corpus humanista, reflexivo, crítico y complejo, bucea en la historia, en la política, en la antropología, en la religión, en el amor, en el sexo, en la ética, en la moral, en los vicios, en el alma humana en general, buscándose a sí mismo, como admite el autor en numerosas ocasiones. Montaigne escribe para que se le conozca, aunque en primer término, como dijo el maestro de maestros, Sócrates, para conocerse a sí mismo.

Los temas son muchos y variados, la vanidad, la experiencia, la crueldad, el sexo, la política, la guerra, las conquistas, la amistad, la vejez… Y sin obviar nada, Montaigne esquivó la censura religiosa en una Francia asolada entonces por las Guerras de Religión que enfrentaban a cristianos de diversas escuelas dogmáticas entre sí. Montaigne supo decir lo que quiso, a veces en sus palabras y a menudo usando las de los antiguos: Plutarco, Platón, Cátulo, Séneca, Lucrecio, Horacio, Virgilio, Ovidio, Juvenal y tantos otros acompañan a Montaigne es esa búsqueda del conocimiento de la verdadera naturaleza de uno mismo que son los Ensayos.

Esta obra supuso el origen del género ensayístico en la literatura occidental. El mismo nombre indica los intentos de alcanzar conclusiones o si no, reflexiones que ayuden a entender mejor el mundo en que vivimos. Su estilo, agudo y concreto a veces, reflexivo y disperso en otras ocasiones, lleva al lector de la mano a través de los temas que analiza el autor, saltando de uno a otro con agilidad y sorprendiendo a menudo por su capacidad de cerrar los argumentos permitiendo siempre que el lector tenga elementos de sobra para plantearse cuestiones terrenales y también trascendentales. Montaigne criticó las consecuencias de las conquistas de América y defendió la vida e integridad de los animales, por ejemplo, adelantándose a otros, incluso en siglos.

Es este un libro de consulta, para leer poco a poco, para disfrutar de unas pocas páginas y dejarlo reposar a fin de volver a él cuando el alma así lo requiera. Un libro, que en la edición bilingüe de Galaxia Gutenberg, profusamente anotada además, permite escuchar al señor de la Montaña en el idioma en el que lo escribió.

Nos llevamos los Ensayos a la isla desierta para estar en compañía de los sabios de la antigüedad que Michel de Montaigne reunió y con los que conversó en su obra.

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