Los escritores que más han tardado en publicar la continuación de sus novelas

Canción de Hielo y Fuego
Canción de Hielo y Fuego

Por Alejandro Gamero (@alexsisifo)

Hace unos meses George R. R. Martin publicaba en su web un nuevo capítulo de su próxima novela, un acontecimiento que provocaba el frenesí en infinidad de lectores repartidos por todo el mundo. Lectores que están dispuestos a esperar durante años, llenos de entusiasmo, a que salgan los libros de sus autores favoritos, a pesar de sus continuas y amargas quejas acerca de la lentitud con que son escritos. El caso de Martin es especialmente llamativo no solo porque sea lento ‒el primer libro de Canción de hielo y fuego fue publicado en 1996‒ sino porque suele incumplir los plazos de entrega previstos y el hecho de que la serie de televisión haya adelantado ya a los libros ha supuesto un duro golpe para muchos de los lectores que prefieren leer primero los libros y temen que la serie pueda revelarles spoilers. Pero Martin no es el único caso; sino, que se lo digan a los lectores de Patrick Rothfuss, que llevan años esperando la tercera entrega de la trilogía Crónica del Asesino de Reyes.

Los motivos que pueden llevar a un escritor a retrasar tanto la secuela de una de sus novelas son muy variables. No se trata solo de la lentitud de la escritura, pueden ocurrir un sinfín de variables, desde que se vayan cruzando otros proyectos por el camino hasta que en un primer momento no tuviera pensado hacer una continuación. Desde que publicara Tormenta de espadas en el año 2000, George R. R. Martin ha tardado una media de unos cinco años en lanzar la secuela. Quizá por eso los lectores están tan impacientes, porque su última novela, Danza de dragones, fue publicada en 2011 y ya se van cumpliendo los cinco años. Ahora bien, los plazos de Martin o de Rothfuss no son nada comparados con el tiempo que han tardado algunos escritores en continuar sus novelas.

Para quitarnos un poco de encima la angustia que nos produce la demora de estos escritores haremos un repaso por algunos de los autores que más han tardado en publicar secuelas. Aviso que entre ellos hay alguien que ha tardado 55 años en publicar la continuación de una novela. Vamos, que lo de Martin es una minucia.

El Hobbit y El señor de los anillos
El Hobbit y El señor de los anillos

J. R. R. Tolkien: 17 años desde El Hobbit (1937) hasta El señor de los anillos (1954)

Cuando Tolkien empezó a crear el mundo de El señor de los anillos lo hizo para su propio deleite, el de su familia y el de su círculo más íntimo, no para llegar al gran público. De hecho, el autor escribió El Hobbit para sus hijos, sin intención de publicarlo, pero el manuscrito pasó de mano en mano hasta llegar a Susan Dagnall, que trabaja en la editorial londinense George Allen & Unwin y que se entusiasmó tanto con el libro que decidió enseñarlo a su jefe, Stanley Unwin. Este último se lo dejó a su hijo pequeño para que lo leyera y la historia le gustó tanto que decidieron publicarlo ‒una historia muy parecida a la de Harry Potter de J. K. Rowling‒.

Si Tolkien escribió El señor de los anillos, que se puede considerar como una secuela de El Hobbit, es por la continua insistencia de Unwin para que continuara la historia. Si el escritor tardó tanto tiempo en publicar el libro fue por su altísimo grado de perfeccionismo y por su obsesión por crear un mundo entero hasta el más mínimo detalle, como puede comprobarse en las cerca de 1.000 páginas que tienen los apéndices. Tolkien escribía y reescribía cientos de páginas de los libros, ayudado en muchas ocasiones por C. S. Lewis, que daba su punto de vista acerca de los borradores.

Lo de considerar El señor de los anillos como la secuela de El Hobbit hay que hacerlo con algunos matices. Es cierto que la historia es correlativa, pero el estilo y el tono de los libros es muy distinto. En lugar de hacer de nuevo un cuento para niños, Tolkien se decidió por una historia más oscura y seria, más para un lector maduro, y fue precisamente esta decisión la causa de gran parte del éxito del libro. Muchos de los lectores que leyeron El Hobbit cuando eran niños se reencontraron con ese mismo mundo 17 años después, ya siendo adultos, y con una Guerra Mundial de por medio. El libro reunía las condiciones necesarias para que se volvieran a enamorar de la historia. Curiosamente, esta estrategia de ir volviendo la saga cada vez más oscura a medida que avanza la edad de los lectores iniciales fue también retomada por Rowling para Harry Potter ‒una nueva coincidencia‒ y es uno de los factores que explica también su éxito.

Mark Twain: 18 años desde Las aventuras de Tom Sawyer (1876) hasta Tom Sawyer en el extranjero (1894)

Hay quien dice que Las aventuras de Huckleberry Finn es la continuación de Las aventuras de Tom Sawyer, y eso ya nos dejaría un margen de 9 años entre una y otra ‒la de Huckleberry Finn fue publicada en 1885‒, pero no falta quien afirma que el simple hecho de compartir personajes no es suficiente para considerar a la primera secuela de la segunda porque difieren en otros aspectos esenciales. Otra posible secuela, mucho menos conocida, es Tom Sawyer en el extranjero, donde Twain hace una especie de parodia de Julio Verne y coloca a Sawyer, a Finn y a Jim en un viaje en globo por el continente africano. También es muy poco conocida la precuela de 1896 Tom Sawyer, detective.

El club de la lucha 2
El club de la lucha 2

Chuck Palahniuk: 19 años desde El club de la lucha (1996) hasta El club de la lucha 2 (2015-16)

Como le ha ocurrido a R. R. Martin, gran parte de los motivos de que El club de la lucha se haya convertido en un icono de la cultura popular los ha tenido su adaptación a la pantalla, en este caso con la película que el director David Fincher hizo en 1999. El novela, cuya trama es de sobra conocida, nos cuenta la historia de un narrador sin nombre que conoce a un polémico personaje, Tyler Durden, con el que decide crear un grupo de apoyo muy, el «club de lucha», para reconectar con sus instintos más primarios. Ahora, 19 años más tarde, el narrador ‒del que ya sabemos que se llama Sebastian‒ se vuelve a reencontrar con Durden, a quien los medicamentos no han podido mantener a raya. Ahora bien, Palahniuk apuesta ahora por el formato de novela gráfica, mucho más visual y probablemente más atractivo para que siga calando en la cultura pop.

Bret Easton Ellis: 25 años desde Menos que cero (1985) hasta Suites imperiales (2010)

Menos que cero, la primera novela de Bret Easton Ellis donde se narraban las andanzas de un grupo de adolescentes en Los Ángeles en la década de los ochenta, se convirtió en un libro de culto desde su publicación. Más de dos décadas después Easton Ellis retoma las vidas de aquellos autodestructivos adolescentes en Suites imperiales. A pesar de haber transcurrido cinco lustros los personajes no han cambiado mucho ‒el autor los conoce demasiado bien‒. Precisamente ahí es donde está el problema de Suites imperiales. En el amplio período de tiempo que transcurre entre la primera y la segunda novela novela han ocurrido muchas cosas pero los personajes, ya cuarentones, parecen no haber aprendido la lección y caen una y otra vez en los mismos errores y miedos. Sus motivaciones son un tanto adolescentes y, por tanto, poco creíbles.

Isaac Asimov: 29 años desde Segunda Fundación (1953) hasta Los límites de la Fundación (1982)

Escrita 29 años después de la publicación del último libro de la Trilogía de la Fundación, Segunda Fundación, y 32 años después del primer relato de Fundación, con Los límites de la Fundación Asimov vuelve a una de sus sagas más conocidas. Debido a la cantidad de libros que escribió, se podría pensar que Asimov es el tipo de autor que se embrolla fácilmente en otros proyectos que pudieron alejarle de la ciencia ficción. Pero según admite el propio escritor en el prólogo de Fundación y Tierra de 1986, «los aficionados […] me pidieron que continuase la serie. Les dí las gracias, pero seguí negándome. […] Pero Doubleday se tomó aquellas peticiones con mucha más seriedad que yo». Es más, la editorial le ofreció un contrato con un anticipo diez veces mayor que el acostumbrado, pidiéndole que elaborara una novela que fuera el doble de extenso de lo acostumbrado y el triple que cualquiera de sus relatos individuales. Para escribirla Asimov tuvo que releer la Trilogía de la Fundación.

Ira Levin: 30 años desde La semilla del diablo (1967) hasta El hijo de Rosemary (1997)

La semilla del diablo tuvo tanto éxito porque explotó dos de los miedos más grandes de la década de los 60: el satanismo o ocultismo por una parte y el embarazo y la crianza por otra. Mezclando ambos componentes logra una combinación muy potente sobre el pánico que sienten los padres sobre cómo proteger a sus hijos y sobre cómo el embarazo puede afectar a la mujer. El hijo de Rosemary, sin embargo, aporta más bien poco tres décadas después. Alude a los mismos miedos pero sin conseguir igualar la tensión. Innecesariamente enrevesada en la trama, la secuela cuenta cómo Rosemary despierta del coma treinta años después y la inquietud que tiene al saber que su hijo es el Anticristo. El hijo de Rosemary es la confirmación de la máxima que dice que segunda partes nunca fueron buenas. ¿Por qué no se hizo una secuela de la película basándose en el segundo libro? Simplemente porque era un mal libro.

Joseph Heller: 33 años desde Trampa 22 (1961) hasta La hora del recuerdo (1994)

Trampa 22, una crítica a la ética militar estadounidense llena de humor negro y absurdo, se convirtió en uno de los libros de cabecera del movimiento pacifista en la década de los sesenta, coincidiendo con la Guerra de Vietnam. Está protagonizada por el aviador Yossarian, un personaje que permite a Heller criticar el patriotismo mal entendido: el personaje pretende alegar demencia para escapar del servicio militar pero esta situación produce una paradoja, puesto que las autoridades entienden que no querer llevar a cabo misiones aéreas es precisamente una señal de que está cuerdo. En La hora del recuerdo Heller retoma alguno de los personajes de Trampa 22, entre ellos Yossarian, que va relatando sus recuerdos de la decadente Nueva York de comienzos de los noventa. El tema del miedo a la muerte está presente en ambos libros.

El resplandor y Doctor Sueño
El resplandor y Doctor Sueño

Stephen King: 36 años desde El resplandor (1977) hasta Doctor Sueño (2013)

El resplandor, tanto por el libro de Stephen King como por la adaptación cinematográfica de Stanley Kubrick, se ha convertido en una de las grandes historias de terror moderno, penetrando en el imaginario colectivo y proyectando su sombra sobre muchas obras posteriores. Hacer una continuación que estuviera a la altura era una apuesta arriesgada y King lo sabía. A partir de 2009 a el escritor empieza a rondarle la idea de escribir una continuación para El resplandor así que a finales de ese mismo año publicó una encuesta en su página web oficial para que sus lectores votaran qué libro debería escribir, si esa continuación, titulada Doctor Sueño, o la siguiente novela de La Torre Oscura. Por unos cuantos votos de diferencia ganó Doctor Sueño y en 2011 confirmó que estaba trabajando en el proyecto. En Doctor Sueño King retoma el personaje de Dan Torrance, hijo de Jack Torrance en El resplandor, para describir cómo a lo largo de décadas ha terminado siguiendo los pasos de su padre, convirtiéndose en un alcohólico para mitigar el don que demostró tener en el primer libro.

Walter M. Miller: 37 Años desde Cántico por Leibowitz (1960) hasta San Leibowitz y la mujer caballo salvaje (1997)

Surgida como consecuencia del miedo a una guerra nuclear que existía en la sociedad estadounidense durante la década de los cincuenta y de los sesenta, Cántico por Leibowitz es una novela postapocalíptica que se hizo con el premio Hugo a la mejor novela de ciencia ficción en el 1961. Y, de hecho, es la única novela publicada por Miller en vida, ya que San Leibowitz y la mujer caballo salvaje publicada en 1997, un año después de la muerte del autor, y además fue terminada por el escritor Terry Bisson, que también se considera coautor del libro. La segunda parte no está, ni de lejos, a la altura de la primera.

Ray Bradbury: 49 años desde El vino del estío de (1957) hasta El verano de la despedida (2006)

El vino del estío relata las vacaciones de verano, en 1958, de un niño de doce años llamado Douglas Spaulding en la ciudad imaginaria de Green Town, en Illinois. Lo cotidiano se va mezclando con lo fantástico de forma que la realidad queda teñida de ciencia ficción, conformando una suerte de autobiografía surrealista del escritor. Casi medio siglo después Bradbury publica El verano de la despedida, cuya acción se desarrolla durante el verano del año siguiente, para narrar el despertar sexual de Douglas en su paso de los catorce a los quince años. Se sabe que Bradbury había estado trabajando en esta novela décadas antes. La recepción de esta segunda parte también fue irregular por parte de la crítica. Por una parte se consideraba como una vuelta a los orígenes y como una especie de apostilla a una de sus obras clásicas, y por otra se juzgó como poco más que una leve prolongación de El vino del estío.

Matar un ruiseñor y Ve y pon un centinela
Matar un ruiseñor y Ve y pon un centinela

Harper Lee: 55 años desde Matar un ruiseñor (1960) hasta Ve y pon un centinela (2015)

No podía faltar en una lista como esta Harper Lee, que tardó la friolera de 55 años en publicar la continuación de su primera y hasta 2015 única novela. Las circunstancias en las que fue publicado Ve y pon un centinela son cuanto menos controvertidas. Hay quien piensa que la novela podría haber sido publicada sin el consentimiento de Harper Lee y aprovechándose de su mala salud, algo que parece demostrar el hecho de que su hermana Alice, a cuyo cargo se encontraba, muriera dos meses antes de su publicación. A eso se une el anuncio que la escritora hizo en numerosas ocasiones de que no iba a volver a publicar un libro nunca más en toda su vida. Incluso entre sus más allegados no existía acuerdo. Según Marja Mills, vecina de la escritora, la novelista estaba «en silla de ruedas, internada en una residencia, casi ciega y sorda y con un guardia uniformado en la puerta que restringía sus visitas». En lo que respecta a la calidad de la secuela, teniendo en cuenta que Matar un ruiseñor es quizás uno de los libros por excelencia de la literatura americana, era casi inevitable que cualquier continuación resultara decepcionante.

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