Emocionante regreso al teatro de Julia Gutiérrez Caba con «Cartas de amor»

Por Horacio Otheguy Riveira

 

Cartas de amor, del estadounidense A. R. Gurney, es sin duda la obra ideal para la reaparición de Julia Gutiérrez Caba, a cargo de un personaje fascinante lleno de matices por cuya voz —con sensibles expresiones corporales siempre sentada—, desfilan a buen ritmo, con creciente interés, las delicias y penurias de toda una vida.

Se trata de una función estrenada hace 28 años en Nueva York en una sala pequeña, difícil de encontrar. El autor apostaba por «una lectura de cartas de dos enamorados a lo largo de 50 años» como un experimento que seguramente sería ignorado por completo. No más estrenarse fue de boca en boca con tal éxito que no tardó en montarse una versión en Broadway con Kathleen Turner, y luego en numerosos países, todos perdidamente enamorados de los personajes y de los grandes actores imprescindibles para dar vida a una narración que se convierte en gran teatro gracias a sus intérpretes.

Miguel Rellán le da la réplica, y David Serrano adapta la excelente traducción de Cristina de la Peña a la dinámica de su propia puesta en escena, muy distinta a todo lo conocido, logrando que también los espectadores nos enamoremos de este viaje de exquisita emotividad (Imprescindibles Cartas de amor con dos intérpretes excepcionales).

Debutaron en el señorial teatro Palacio Valdés de Avilés y la ovación fue intensa. Estrenaron en Madrid el 29 de septiembre de 2016 en la Sala Verde de los Teatros del Canal, y se quedaron hasta el 23 de octubre a sala llena. Luego se sumergieron en una larga gira. Entre otras ciudades, aterrizaron en el Poliorama de Barcelona del 14 al 26 de marzo de 2017. Vuelven a Madrid al Teatro Maravillas. Del 15 de septiembre al 5 de noviembre de 2017.

 

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Para Julia Gutiérrez Caba el tren del teatro fue deteniéndose en paradas indeseadas hace años, recalando en un paisaje extraño habitado por pérdidas familiares de enorme trascendencia. Su hermana Irene Gutiérrez Caba en 1995, y en 2009 su marido, Manuel Collado Álvarez, empresario y director, compañero infatigable en muchas producciones: amores profundos que la acompañaron durante toda una vida al margen de vanidades, cuyo talento siempre fue impulsado por la mirada de los otros:

Nunca me consideré muy buena actriz y la verdad es que tardé en tenerme confianza como profesional. Ya se sabe que ingresé en la profesión siguiendo los cauces de la familia. Fueron los demás los que me valoraron y me brindaron las mejores oportunidades, como Miguel Mihura y Alberto Closas en el teatro y Jaime de Armiñán en televisión…

Julia_Gutiérrez_Caba_©Enrique_Cidoncha_AISGE_(2)Su sencillez, marca indeleble de la familia, va acompañada de una elegancia singular, un estilo propio, inconfundible, que ha hecho que sus numerosos admiradores nos mantuviéramos expectantes esperando su reaparición. Una espera larga donde la seguimos de cerca en sus trabajos de televisión y nos regocijamos con sus apariciones en numerosas películas desde su debut en los años 60 (conmueve volver a verla en algunas como La familia y uno más o Un millón en la basura); más cercana, su extraordinaria labor en El color de las nubes, de Mario Camus, o en los momentos magistrales de You’re the One, de José Luis Garci, donde su Tía Gala susurra su dolor, dominando una tensión interior de excepcional grandeza en sorprendente blanco y negro (Premio Goya 2001, uno de sus numerosos galardones).

Así, pues, pasaron los años esperando su regreso al teatro. El regreso de emociones imprevistas, insólitas. Cualquiera que fuese la dimensión de su personaje, ya sea ligero, superficial, apenas esbozado o muy profundo, siempre le bastó entrar en escena para que la enfocáramos a ella descubriendo entonaciones y ribetes cautivadores en lo alto de una cima donde, sin embargo, jamás expresó divismo alguno, compartiendo cuanto pudiera con sus colegas, lo mismo en la comedia delirante de Alonso Millán, Todo controlado, en 1996, o en una obra compleja, de riquísima factura, en 1998, Preferiría que no, de la italiana Antonia Brancati, donde era la esposa de un político corrupto, de quien se separa en defensa de sus propios ideales, su indoblegable necesidad de mantenerse fiel a sí misma. Una tensión finísima, cargada de fantásticos silencios. Y en 2001, la última obra, Madame Raquin, una atmosférica versión de «Teresa Raquin», la gran novela de Emile Zola acerca de las humanas pasiones, la codicia y la miseria moral.

Si Miguel Mihura escribió para ella Las entretenidas en 1962, iniciando una nueva gran etapa en el arte de la comedia, en Julia Gutiérrez Caba 081990 Adolfo Marsillach se decidió por imaginarla como la protagonista de Feliz Aniversario: «Fui con el texto a proponérselo como un adolescente en su primera cita. Hubiese sido imposible encontrar otra actriz que cumpliese con las características del personaje y sobre todo con las libertades que yo me había tomado en la estructura de la pieza. Fue maravilloso que aceptara, y un placer muy grande trabajar a su lado, a tal punto que no sé si yo la dirigí a ella o ella me dirigió a mí, aunque, claro está, yo no la acompañaba en escena, yo sólo era un tímido, emocionado, autor-director…».

El comienzo de Feliz aniversario no se anda con rodeos:

Parte I.

En un espacio a determinar aparece una mujer, todavía hermosa, que se dirige de inmediato a los espectadores:

— Hola. Me alegro de que hayan venido. La verdad es que pensando en lo difícil que está el tráfico tiene su mérito. Es lo que yo le decía a Felipe, el regidor: «Mira, vamos a esperar un poquito que seguro que en Cibeles hay un atasco». De modo que muy agradecida. Yo no sé si ustedes han venido porque sí, por curiosidad, por matar la tarde o porque sabían que hoy es mi cumpleaños. De todas formas, muchas gracias. Y si ya conocían lo de mi cumple, pues nada, es un detalle. Voy a ver si al final de la función les obsequio con unos dulces y unas botellitas de cava. Depende de cómo se haya dado la cosa. Bueno, ¿ponemos un poco de música para ambientar? (…)

El juego de la realidad y la ficción, del teatro dentro del teatro y la vida fluyendo, misteriosa, irónica, seductora… (una constante en el dramaturgo Marsillach) le iba de perlas a una primera actriz que parecía encontrar esa difícil fluidez con una asombrosa naturalidad…

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La primera gran noticia de la temporada 2016-2017 viene de la mano de Cartas de amor, un texto que estrenaron en Madrid Analía Gadé-Alberto Closas en 1992, con dirección de Josefina Molina, y en 1997 se repuso con Analía Gadé-José Luis Pellicena, con dirección del también productor de la primera, José Sámano. Aquellas aventuras tuvieron un notable eco a la altura de la indudable calidad de sus intérpretes. Desde entonces han pasado unas cuantas temporadas en las que Analía y Pellicena se retiraron, y Closas se marchó para siempre.

Julia Gutiérrez Caba y Miguel Rellán se ocupan de Melissa Gardner y Andrew Makepeace reunidos en escena sólo para leerse las notas, cartas y postales en las que, durante casi cincuenta años, se han contado las esperanzas, ambiciones, sueños, decepciones, victorias y fracasos que han tenido a lo largo de su vida.

Una lectura tan bellamente escenificada que está muy lejos de ser un teatro leído, como no podía ser menos con semejante elenco. Una representación que consagra la potencia de la palabra en el mismo altar donde se rinde culto a la capacidad de los actores para transmitir emociones: una historia de amor con su baño de alegrías, frustraciones y melancolía en un contexto de romanticismo fuera de lo común. Y con una novedad que provoca nobles palpitaciones, gentiles taquicardias, conmovedoras sonrisas ante la incomparable noticia que va de boca en boca:

¡Ha vuelto, ya está aquí, la Gutiérrez Caba, y nada menos que con Miguel Rellán!

 

 

 

 

 

 

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