El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde

Por Owen L. Black.

dorianPoco podía imaginar el por aquel entonces joven e inocente Dorian Gray, que su belleza arrebatadora y su carácter infantil le iba a traer el mayor de los peligros en un inocente jardín lleno de olorosos perfumes y delicadas flores.

Pero los escorpiones más mortíferos también pueden trepar los muros de cualquier jardín.

Este clásico de Oscar Wilde (1854-1900) también supuso para su autor belleza y veneno al mismo tiempo. Concebido en un primer momento como un encargo para la revista Lippincott’s Monthly Magazine, donde se publicó, su paso a libro y el añadido de varios capítulos más provocaron todo un revuelo en la superficial y aparentemente perfecta sociedad de finales del siglo XIX, que avanzaba hacia el futuro invadida por una euforia de ciencia y positivismo excesivo y sin albergar ningún temor.

El retrato de Dorian Gray (1890) se convirtió en un contrapunto obsceno de lo que se podía llegar a conseguir si se arrancaba cualquier atisbo de humanidad de las personas y se apostaba todo al caballo ganador de la ciencia.

El experimento psicológico de Lord Henry tiene resultados fáciles y divertidos. No hay más regla que saltarse todas las reglas. Pero eso conlleva desgracias para todos y mucha autodestrucción cuando Dorian va creciendo en años y en maldad.

El bueno de Basil solo puede atrapar el alma pura de Gray un instante y termina creando un recordatorio permanente para el joven aristócrata de todos sus pecados cometidos.

Aunque la historia que se narra es de sobra conocida por todos. La gran mayoría se ha acercado a la misma, más por sus adaptaciones a cine o teatro que por la lectura del libro. Y es que es un libro complejo de seguir pese a que aparentemente no ocurre gran cosa.

Las casi 300 páginas de la novela solo cuentan la vida social de Dorian y su entorno, pero sin narrar nada escabroso o truculento, aunque el lector sabe que está ahí.

Utilizando una narrativa muy estética y llena de metáforas y símbolos, Wilde crea una realidad, plausible y onírica al mismo tiempo, en la que casi siempre lo que cuenta, no es lo que realmente te quiere decir.

Todo ello con referencias constantes a la filosofía griega, al mundo renacentista y a la realidad social de su tiempo. Es por todo esto que la lectura es compleja y si no estáis familiarizados con la obra del autor o con las referencias mencionadas unas líneas más arriba, no es recomendable su lectura porque perderemos más de la mitad de su mensaje.

En esta narración Wilde saca todos sus recursos y su forma de ver la vida, entre la belleza y el hastío, entre la conciencia social por lo que pasa y el nihilismo existencial de que ya nada tiene remedio y solo se puede disfrutar de un presente que se agota a cada paso. El hombre se ha convertido en un monstruo social que devora a otros.

Todas estas concepciones, Lord Henry las convierte en palabras dulces que regalan los oídos del joven e inmaduro Dorian y van taladrando su cerebro hasta convertirse en la criatura perfecta de su autor. Pero el alumno siempre tiene que superar al maestro en algún punto y este último paso precipitará su final.

Si no queréis ser envenenados por un libro, no os acerquéis a este clásico porque una vez que leáis solo unas pocas páginas y tengáis el veneno en el cuerpo, no podréis escapar de él.

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