Mentiras

Por Pedro Pujante.

novelas_reunidas_mar_altaHablamos en ocasiones de la obra literaria como si el escritor inventase el alfabeto y la literatura misma. La obra de X, la prosa de Y. Sin embargo, siempre se escribe tras los precedentes, en el mejor de los casos, precursores, el autor es un ente intermediario, un mediador de otra cosa más antigua y ajena que le ha sido prestada. Cada vez que escribe, plagia, -lo que no es tradición, es plagio, sentenció D´Ors–  a pesar de que percibe una sensación de ser demiurgo, perpetrado en una oculta y dudosa necesidad de lo novedoso, de lo recién creado. Es decir, todo acto resulta una copia de otro acto anterior. La literatura es una continua serie genética de imitaciones, incluso, el escritor se plagia a  sí mismo, (y a otros aunque sea inconscientemente) en un intento de superación, de eliminar su anterior yo, y convertirse en Hacedor único de una obra creativa y fantástica.

El autor imita a otros artistas y oculta en un fingido homenaje, una dolorosa falta de identidad, de originalidad. Todo escritor es un farsante genial, incluso cuando pretende ser original, incluso cuando es original. Todavía más cuando trata de ser original porque intuye que es una tarea de imposibles resultados. Porque el artista sabe, en su fuero interno, que ninguna idea puede provenir de la inspiración diabólica de la nada o de la entrañas de lo desconocido. Todo concepto y planteamiento filosófico es una mera acumulación de otros conceptos y planteamientos previos. Todo boceto es palimpsesto de obras ya ideadas. Toda novela es la reiteración o reescritura de leyendas anteriores, de sueños y miedos heredados de nuestros antepasados. Los escritores que habitan el pasado ejercen poder sobre nosotros. Nosotros, en el mejor de los casos, solo influiremos en aquellos que aún no han nacido.

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